Cap.1
Estoy apunto de irme. La verdad no quiero hacerlo.
—Sé feliz —lo dijo mientras sostenía mi mano—. Sabes que cuentas conmigo para todo sin importar lo que haya pasado.
No pensé que esas palabras me dolieran tanto. Seguro es por la esperanza de tener una vida junto a ella. La miré.
—Adiós mejor amiga —mis lágrimas caían desnudando mis sentimientos, mas había entendido que su corazón le pertenecía a otro—. También sé feliz.
Cap.2
Es tarde, el reloj marca las dos y cincuenta a.m.
Durante estos seis últimos meses no he podido dormir bien. Hay días en los que duermo temprano y días como este, en los que la tristeza me acompaña obligándome a estar con ella hasta altas horas de la madrugada.
Al tratar de luchar con los recuerdos, soy derrotado o quizá me dejo vencer, pues al perder en mi propia batalla soy feliz.
¿Qué estoy haciendo? Debo olvidarla, no recordarla.
¿Por qué, Dios? ¿Por qué esto tuvo que suceder así?
Me hago estás preguntas y no tengo respuesta.
Estoy de acuerdo contigo y en desacuerdo con esta realidad.
Acepto la separación cuando la muerte es el causal sin embargo, no acepto perderla de esta manera.
UN AÑO ANTES DE AQUEL ADIÓS
—Ya estoy aburrido de subir estas escaleras. La universidad debería mandar a construir un ascensor ¿No crees?
— Ja, ja, ja. Tranquilo Rony, no seas flojo y sube —golpea mi hombro—. Igual ya estamos por llegar.
—Sí, pero aún nos quedan dos pisos.
—¿Por qué te detienes?
—Espera, acabo de ver a alguien.
—¿Ver a alguien?
— Mejor sigue, ya te alcanzo.
—¿La conoces?
—Recién la veo, pero siento que la conozco de toda la vida.
Cap.3
Amaneció.
Aquel día Rony se levantó de buen ánimo, fue directo a la ducha, se miró en el espejo enfocando toda su atención en una parte de su rostro. Recordó aquella frase: Los ojos son la ventana del alma. Se dio cuenta que su escencia lloraba incluso cuando creía que todo estaba bien.
Mientras caía el agua sobre su cuerpo recordó la noche anterior donde se quedó hasta las tres de la madrugada pensando en la primera vez que se conocieron.
—¿Hola? —sus ojos reflejaban incomodidad.
—Hola, perdón, no quise… incomodar —sentí una tranquilidad inigualable, una tranquilidad que me hizo tartamudear. Me concentré—. Te pareces a alguien que conozco, pero no sé a quién.
—Ahh.—acomodó su cabello.
—Me llamo Rony —estiré mi mano para saludar.
—Me llamo Liset —aceptó mi saludo—. Perdón que te salude y al mismo tiempo deba despedirme, es que mi clase está por comenzar.
En el trayecto de esta vida conoceremos a muchas personas. Muchas de ellas querrán ser parte de nuestro caminar. El cuerpo y el corazón aceptarán ciegamente a uno que otro, mas el alma que en silencio aguarda, sabrá reconocer al alma que también lo espera.
Cap.4
—¿Hasta qué hora usarás la ducha? —lo dijo mientras tocó la puerta.
—Ya salgo hermana—tomé la toalla —, no seas impaciente.
—¿Sabes cuánto tiempo llevas ahí metido?
Es increíble cómo perdemos la noción del tiempo cuando viajamos en nuestra mente a otras realidades. Ahora que recuerdo, el tiempo tampoco transcurría cuando estaba junto a ella… Cómo la extraño.
Media hora después, aquel joven se dirigió al terminal terrestre. Buscó entre los asientos uno al lado de la ventana, se sentó, se colocó sus audífonos negros, puso su canción favorita y cerró los ojos.
—¿Qué tal te fue con la chica del segundo nivel? —la curiosidad se reflejaba en su rostro—¿Cómo se llama?
—No creí ser capaz de hablarle, sabes que soy muy vergonzoso—me senté—. Se llama Liset.
—Jóvenes, presten atención —la maestra agarró sus plumones y se dirigió al pizarrón—. La clase está por comenzar.
—¿Luego que pasó?
—Más tarde te cuento —cogí mi cuaderno y fui directo a la última hoja. Escribí:
Querida amiga:
Seré sincero, no soy bueno escribiendo, sin embargo quiero dejar escrito en este papel lo que pienso acerca de nuestro primero encuentro.
Hoy al verte por primera vez sentí la necesidad de saber de ti, pero no confundas las cosas. No creo en el amor a primera vista y ya no estoy para ilusiones.
He caminado mucho a mi corta edad y al transitar he aprendido que, la ilusión se esfuma, mas el amor perdura hasta la eternidad.
¿Has amado? ¿Qué tanto sabes del amor? ¿Tienes el corazón roto como yo?
Quiero ser tu amigo, conocerte sin máscaras ni disfraces. No me refiero a las máscaras físicas, sino aquellas que usamos para aparentar lo que no somos ante la sociedad.
Nueve de abril del dos mil dieciocho.
Cap.5
Habían transcurrido cinco minutos y el autobús poco a poco se iba llenando.
Rony miró el asiendo de al lado, preguntándose quién sería la persona que se sentaría allí. Cambió de canción y estuvo a punto de cerrar los ojos.
—¡Amigo! —tocó mi hombro— Qué casualidad.
—¿Viviana? —la miré con asombro—¡Qué sorpresa verte otra vez!
—Sorpresa para mí también —se sentó—. Hace mucho no te veía.
—Me contaste por WhatsApp que habías reservado matrícula —el autobús arrancó—¿Cómo vas con eso?
—Sí, es por el trabajo que se me presentó —acomdó sus lentes—. Justo ahora voy a secretaria para hablar sobre mi caso.
—Qué bueno —incliné un poco el asiento—. Me alegro que regreses a estudiar.
—¿Y tú, amigo? — me miró—¿Cómo vas con Liset? Recuerdo que todo el ciclo la pasaron juntos, hasta se decía que eran pareja.
—Si supieras lo que pasó —agaché la mirada—. Hace seis meses no hablo con ella.
—¿Qué? —agarró mi antebrazo—¿Esto pasó durante el semestre que no estudié?
—Sí, te contaré.
Quien que te ama te corrige, pero no te cambia.
Se equivocan, quien te ama de verdad te cambia. Porque el “corregir”, es el proceso; el “cambio”, es el resultado.
Cap.6
El autobús está a unos metros de su destino.
Rony contó con detalles los sucesos que tuvo con su mejor amiga.
Luego de unos minutos en silencio, Viviana retomó la conversación.
—Entonces así pasaron las cosas —se agarró el mentón—. Conoció a alguien mientras tú te estabas enamorando de ella.
—Sí y por eso me alejé —miré hacia arriba—. Así sería feliz con esa persona y yo no sufriría al verla con otro.
—Ay amigo, me duele todo lo que me cuentas —miró a la nada—. Recuerdo el primer día que la conociste, fuiste por ella y yo tuve que subir sola hasta el salón.
—Cómo olvidar el primer día —sonreí.
—Me parece raro que se haya fijado en otro cuando ustedes eran como uña y mugre —sujetó mi mano—. Tranquilo, saldrás de esta, pero recuerda que hay cosas que pasan por algo y también hay cosas que por algo no pasan.
Aquella última frase retumba en mi mente. Hay cosas que pasan por algo y también hay cosas que por algo no pasan. No sé de dónde lo aprendió o de dónde sacó tal verdad, pero ha tocado la duda que tengo desde que me alejé, y es el cuestionarme la razón por la que no pasó.
—Gracias amiga, tus palabras me ayudan mucho.
Ambos amigos bajaron del autobús, fueron a la salida del terminal terrestre y llamaron a un taxi. Luego de unos minutos llegaron a la universidad.
—Hablamos después debo ir a mi clase —la abracé.
—Claro amigo, estamos en contacto —me dio un beso en la mejilla.
—¿Qué pasa? —quise safarme—¿Por qué me sigues abrazando?
—No me creerás si te digo quien viene hacia nosotros.
—¿Quién viene? No me digas que es Liset.
—Sí te digo.
Cap.7
Aquel muchacho estaba estático, con el corazón acelerado. No podía creer lo que estaba sucediendo.
—Hola, Rony —cogió la manga de su mochila mientras la tenía puesta.
—Hola, Liset —Viviana se fue—¿Pasó algo?
—¿Podemos hablar?
—Ehh…—tenía clases en unos minutos, pero esto era más importante—.Sí, claro.
—Toma —me dio una hoja doblada—. Quiero que la leas ahora mismo en voz alta.
—Está bien —tomé la hoja.
—Espera, ¿Te parece si nos sentamos en la banca?
—Vamos —caminamos hacia la banca que está cerca a un árbol. Leí.
Querido amigo:
Seré sincera, tampoco soy buena escribiendo, sin embargo es necesario que sepas esto.
Yo estuve enamorada de ti antes que tú, de mí, pero pensé que no te fijarías en mí, así que en un momento decidí soltarte y mirar hacia otro lado.
No te diste cuenta de lo que sentía por ti, hasta que fue demasiado tarde.
—Perdón —mis lágrimas comenzaronaa pronunciarse.
—No llores, por favor —me secó las lágrimas con sus dedos—. Contigua aún no termina.
Hace mucho tiempo dejé de verme con el chico. Fui sincera con él, le dije que mis sentimientos le pertenecen a otra persona.
Rony, no he dejado de pensar en ti todo este tiempo. Recordaba día y noche nuestras aventuras, ¿Por qué lo nuestro tuvo que suceder así? Mientras más lo pienso llego a la conclusión que nuestro amor, es un amor a destiempo.
No te sientas mal por eso, porque a pesar de todo yo sigo enamorada de ti y sé que tú de mí, sino fuese así ya hubieras vuelto hablarme, ¿No es así?
un día de marzo del dos mil diecinueve.
Par.8
Rony terminó de leer la hoja que le dio Liset.
Permaneció en silencio unos minutos procesando todo lo que estaba aconteciendo.
—Mejor amigo, ¿Estás ahí? —movió mi antebrazo.
—Perdón es que me quedé pensando —sequé mis lágrimas—¿Te acuerdas cuando nos conocimos por primera vez?
—Te vi mirándome mucho tiempo —sonrió—, por eso te hablé.
—¿Te acuerdas cuando te expliqué sobre el alma que espera?
—Mas el alma que en silencio aguarda, sabrá reconocer al alma que también lo espera, ¿Cómo olvidarlo? Tu filosofía se impregnó en mí.
—Miráme y dime si me reconoces —nos miramos fijamente. Nuestros ojos reflejaban el amor más puro—. Porque puedo reconocerte.
—Los ojos son la ventana del alma me dijiste un día —acarició mi rostro—.También puedo reconocerte.
—¿Te puedo besar? —le dije mientras me acercaba más y más.
—¿El alma que me esperó me pregunta eso? —cerró sus ojos.
Cerré los míos, y así nuestros labios se fundieron en el beso con más sentimiento entre dos mundos.
Fin.
UNA AMISTAD CON AMOR 2
No es más que una linda idea de como quisiera que fuesen las cosas.
La carretera moviendose en el vidrio, en ayuda con esta hermosa melodía, me hace imaginar el anhelo que más atesora mi corazón.
La sensación de triteza y el cambio repentino a la alegría por tan solo pensar en aquella persona que tanto quiero me asusta, pero así es, o así debe ser. Las personas que son importantes para nosotros suelen tener en sus manos el control de nuestras emociones.
Lucho en tratar de pensar en otra cosa, pero su rostro se viene a mi presente. Luces tan increíble, sin duda estoy más que enamorado de ti. Puedo verte tal cuál eres, con tus defectos tan perfectos y sobre todo sin la ilusión tan engañosa que nos enamora de un ideal.
Eres la combinación de todo lo que siempre he querido y más que eso, porque me enseñaste lo que en realidad necesito: una amiga, una compañera de vida.
La gente en sus asientos se ven tan normales. Nadie puede ver sus problemas, más que ellos mismos. Guerras internas que nadie sabe, conquistas que solo él o ella celebró…
—Hijo, hijo.
Aterricé a la realidad.
—Perdón, señora —la miré—. Estaba pensando. Dígame.
—¿Qué hora tienes? —me preguntó con amabilidad.
—Son las ocho y cinco a.m.—respondí con la humildad que me caracteriza.
—Gracias, hijo.
Cap.2
—Hijo, ¿Estás bien? —su mirada me hizo recordar a la de mi madre—.te noto triste.
—Estoy bien, no se preocupe.
—No puedes engañar a una señora de edad.
Tenía razón, su experiencia de vida le hacía ver más allá de lo evidente. Una señora de setenta años aproximadamente podría ayudarme con esto que llevo dentro.
—La verdad no estoy bien —suspiré—. Extraño mucho a alguien.
—¿Una jovencita? —sonrió—¿Te has enamorado? ¿Qué tienes exactamente?
Algo dentro de mí me hace pensar que no es una persona, es alguien que por gracia de la vida está aquí por un propósito.
—Me enamoré de mi mejor amiga. Creo que eso no debe pasar, ¿Los mejores amigos pueden enamorarse?
—Claro que sí, hijo. No solo eso, suelen tener una relación mejor que las demás. Es por el simple hecho de conocerse tanto, ¿Ese es el problema o hay otro?
—El problema es que ella está en planes con otro. También me alejé de ella para no sufrir al verla con alguien más, ¿Cree que hice bien?
—Me dices que está en planes, o sea, solo se están conociendo mas no están en una relación, mucho menos se han comprometido. Lo que puedo aconsejarte hijo, es que vayas por ella, luches por su amor, no la dejes ir si la quieres tanto. Ya tienes ganado la mitad de su corazón.
—¿Usted cree que estoy en un pedazo de su corazón?
—Claro, por algo son mejores amigos, ¿No es así? La otra mitad la ganarás con determinación y haciéndole ver que lo que sientes es verdadero.
—¿Y el chico que también se enamoró de ella? ¿No cree que sufría?
—Puede ser que sí, pero solo piénsalo un poco, las mejores historias de amor siempre tienen una que otra dificulta por vencer.
Puede que el chico solo le guste y puede que a ella también le guste. En cambio, tú la quieres, al punto de alejarte para que ella puede ser feliz con esa persona. Eso solo lo hacen quien verdaderamente aman.
El chico llegó a la vida de ambos, porque de una manera u otra así te mueve del asiento de conformidad que tenías estando con ella. Ahora el siguente paso depende de ti.
Cap.3
En todo el trayecto del terminal hasta la universidad he pensado en la conversación que tuve con María, la señora del autobús.
Tengo entendido que los ángeles a veces, se transforman en persona por alguna misión que se les encomendó, ¿Sus palabras serán el mensaje que tanto esperaba? Aunque no lo fuese, sus consejos me llenaron de la fuerza que tanto necesitaba.
—Hola, Rony, ¿Qué tal? —saludan al pasar.
—Hola, ¿Qué tal? —respondo sabiendo que no llegaremos a ninguna conversación.
La banca junto al árbol en donde me visualicé al lado de Liset, está desocupada. No sería mala idea sentarme allí un momento, de todas formas mi clase comienza dentro de veinte minutos.
Gente va, gente viene, pero ningúna es ella. Cómo me gustaría que estuviera aquí.
En vez de pensar tanto, tomaré el cuaderno junto a mi pluma para inmortalizar lo que siento.
Escribí:
Mi destino
Las hojas de este árbol caen
como mis lágrimas caen cuando te pienso.
La banqueta espera en el infinito silencio
como espero tenerte en mis brazos.
La gente camina hacia una dirección incierta
mientras yo veo mi destino en ti.
—¿Qué haces aquí tan solo? —se sentó.
—Solo escribía —guardé mi cuaderno—. Se saluda antes, Sofía.
—Ja, ja, ja. Hola, Rony —me saludó con un beso en la mejilla—, ¿Vamos al salón?
—Vamos —me levanté—, ¿Puedo preguntarte algo?
—Claro, dime —lo dijo mientras caminamos.
—Ya que eres la mejor amiga de Liset, ¿Puedes contarme cómo está?
—Está un poco mal de salud, pero en general está bien. Rony, creo que deberías olvidarla.
—¿Por qué lo dices? —la miré.
—Porque ya está con el chico.
Cap.4
Son las cinco de la mañana, y otra vez desperté después de tener el mismo sueño. Soñar que nos cansamos me confunde, pero también me hace feliz.
¿Por qué mi subconsciente se propone en recordarmela? Si hace un mes al preguntar por ella, terminé con el corazón destruido.
Dios, ¿Qué tratas de decirme con esto? ¿Debo ir por ella como me lo aconsejó la señora del autobús? Me hago estás nuevas preguntas y tampoco tengo respuesta.
Más tarde al salir de clase.
—Hicimos una buena exposición —dio un brinco de alegría.
—Valió la pena las trasnochadas —dijo Hernán—. Tenemos el curso aprobado.
—Somos el mejor grupo —dijo Sofía—. Estoy feliz.
—Los felicito y me felicito —reí—. Pero, ya debo irme.
—Nosostros aún nos quedamos —dijeron ambos.
—Cuídense chicos —di media vuelta hacia la salida.
La chica de la esquina se parece a Liset. Oh, es ella, ¿Qué hago? No puede ser, ya me vio. Ahora viene hacia mí. No creo que sea prudente contarle mi sueño.
Espera, el sujeto que se le acerca tiene intenciones de robarle.
—!Heyyy! —corrí lo más rápido que pude.
Al ver que la estaba lastiman la rabia creció en mí.
—¡Sueltala! —golpeé fuertemente su rostro. Cayó hacia atrás.
—La pagarás —lo dijo al levantarse.
Golpes iban y veían. El ladrón es de contextura más ancha que yo, pero eso no impediría que le dé su merecido. Huyó.
—Liset, ¿Estás bien? —caminé hacia ella—, ¿Te hizo daño?
—Rony —me miró aterrorizada—. Tienes un corte en el abdomen.
—Tranquila, estoy bien —apreté el abdomen con mi mano al caer al suelo.
—¡Ayuda! —Corrió hacia mí, sujetó mi cabeza con sus delicadas manos.
—Rony, resiste, por favor —sus lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos—. No me dejes.
—Te quiero —le dije al acariciar su rostro. Entonces, perdí el conocimiento.
Cap. 5
Apenas diviso el techo blanco y escasamente puedo moverme.
—Joven tiene visita —la enfermera muy risueña lo dijo al abrir la puerta.
No tengo idea de quién pueda ser, quizá mamá o…
—Hola, Rony —se detuvo en la entrada—, ¿Puedo?
Mi corazón comenzó a acelerarse.
—Liset —dije con la voz apagada—, claro, ven.
—¿Cómo te sientes? —preguntó.
—Me duele un poco el abdomen —contesté—. Gracias por venir.
—El médico dijo que te pondrías bien —comentó—. No sabes lo preocupada que estuve, te llevaron de emergencia para operarte y luego nos hicieron esperar… Gracias por salvarme.
—Creéme que lo volvería hacer —sugeté su mano.
Liset se acomodó a un lado de la camilla.
—No pensé que nuestro encuentro sería así —Continué—. Te seré sincero. Cuando te vi afuera de la universidad pensé en dar media vuelta, pero fue inútil, fui atraído a ti como la luz atrae a un insecto.
Agachó la mirada por un momento.
—Rony, tú también eres esa luz, ¿Te diste cuenta que al verte quise saludarte? Te he extrañado mucho, sé que nuestra separación fue por tu bienestar, sin embargo no he dejado de pensar en ti.
Sus palabras las siento como limón en la herida. Aunque duelan, sé que en el fondo me hace bien.
—Por eso quise acercarme a ti y pasó lo… —continuó.
—Tranquila —interrumpí—, lo importante es que estoy bien y sobre todo, tú estás bien.
Nuestros ojos se alinearon con una expresión de un sincero sentimiento.
—Pronto te darán de alta —dijo Liset para romper el silencio.
—La próxima vez que hablemos quiero contarte los sueños que he tenido contigo.
—¿Me hablas en serio? Yo también he soñado contigo. No puedo esperar hasta la próxima vez, cuéntame ahora.
—Para el chisme nadie te gana, ¿cierto?
—Oye, te pasas, ¿cómo me vas a decir eso? —Reímos por un momento.
Todo había quedado atrás, nuestra amistad sincera no se había marchitado con el tiempo. Entonces entendí que lo nuestro es eterno.
Cap. 6
Han pasado dos semanas desde aquel suceso que por poco me cuesta la vida. Hace unos días quedé con Liset, en que nos contaríamos nuestros sueños en hojas. Sabíamos que las cartas son anticuadas para nuestra generación, sin embargo hacerlo nos haría sentir diferentes. Por eso, decidimos contar nuestros sueños de esa manera. Salí de mi cama con la suficiente inspiración para redactar mi sueño, me acomodé en la silla frente al escritorio, tomé una hoja y posteriormente la pluma. Escribí:
El sueño con mi mejor amiga
En mi sueño te vi mirándome fijamente, en algún lugar del mundo. Te pregunté si querías ser mi novia, pero dudaste por
un segundo antes de contestarme. Tus ojos me anticiparon que
tus palabras serían sinceras. Tengo miedo articulaste, en lo que respondí: también yo. Después de un momento nos abrazamos,
y así entendí que ese era el inicio de una nueva etapa en
nuestras vidas.
Luego de unas horas mi clase terminó. Caminé hasta la banqueta de siempre, en la que solía pensar e imaginar una vida con ella. Habíamos quedado en que nos encontraríamos allí a las seis p.m.
—Adivina quién soy —lo dijo al taparme los ojos.
—Esas manos las conozco —respondí—. Eres el amor de mi vida.
—¿Cómo dijiste? —preguntó esperando que se lo vuelva a repetir.
—Liset, ¿Cómo no voy a reconocerte?
—Me pareció escuchar otra cosa —tomó asiento —. No soy sorda, eh.
—Escuchaste mal —sonreí—. Aquí tengo mi escrito.
—También traje el mío —sacó de su cartera una hoja doblada en forma de carta—. Espero la entiendas, no soy buena escribiendo.
—También espero entiendas mi sueño —busqué mi escrito en la mochila—. Leéla cuando puedas.
—Claro que la leeré —tomó mi hoja y la guardó.
Al cabo de un momento la vi marcharse, tenía clase de inglés.
Observé por un momento la hoja, estaba muy coloriada, típico en una mujer. Aún así no pude evitar pensar que las palabras de aquella carta, romperían mi corazón una vez más. Leí:
Mi sueño contigo, bf
Estábamos en mi casa, pero ambos estábamos separados. Tú estabas en un mueble y yo en otro, era obvio que algo había pasado. Vi a mi hermana y a otras personas también allí. Luego
de un momento te paraste, fuiste hasta donde estaba y me
besaste.
Aún sigo sin entender el significado de nuestro sueño, pero de
algo sí estoy segura. Y es que después de soñarte, en mi corazón renació un sentimiento que daba por muerto.
Cap. 7
Aún no puedo asimilar lo que acabo de leer. El sueño de Liset me ha dejado con mil preguntas. Lo que entiendo es, que al igual que mi sueño, ambos somos pareja en un tiempo que aún no ha llegado. También habla de una pelea, y eso es algo que solíamos hacer con frecuencia, aunque nuestras discusiones no duraban mucho. Tengo que hablar con ella, y así pedirle que me aclare con lujos y detalles el escrito de esta carta.
Después de haber pensado tanto, decidí esperar al término de su clase, fueron los cuarenta y cinco minutos más largos de mi vida. Luego de la espera, por fin salió. Al verla sentí miedo por un instante, no sabía cuales eran los otros sueños, pero sí sabía del sueño escrito en la carta, y mi pregunta acerca del sentimiento que me ocultó. Caminé unos metros hasta que me detuve de golpe, allí estaba él, esperándola también. En estos casos es donde quisiera que la tierra me trague, pero es imposible. El dolor comienza a sentirse cada vez con mayor intensidad. No dudé, di media vuelta y caminé, con los hombros caidos y la mirada perdida en los pensamientos más destructivos que una persona puede tener. A medida en la que avanzo, recuerdo la conversación que tuve con aquella señora del autobús.
—Lo que puedo aconsejarte hijo, es que vayas por ella, luches por su amor, no la dejes ir si la quieres tanto. Ya tienes ganado la mitad de su corazón.
—¿Usted cree que estoy en un pedazo de su corazón?
Llegué a la salida de la universidad. Esperé un momento a que un taxi pasara. Cómo luchar. Si al verla con otro, mis sentimientos son pisoteados. Llegó un taxi, lo abordé y pedí al chófer que me llevará al terminal. Incliné mi cabeza hacia atrás, miré el techo del auto y volví a recordar la conversación con la señora María.
—Puede que al chico le guste y a ella también le guste. En cambio, tú la quieres, al punto de alejarte para que ella pueda ser feliz con esa persona. Eso lo hacen los que verdaderamente aman.
La confusión es cada vez más grande. Los sueños y consejos son mi fuerza, pero la realidad es otra. Creo que cualquiera simplemente la hubiera dejado ir, pero en mi caso es imposible, porque después de intentarlo mis fuerzas se renuevan y mis sentimientos hacia ella vuelven a formarse, haciéndome saber que la querré toda la vida, o quizá, gran parte de ella.
Las estrellas son tan bellas. A veces me pregunto, por qué la gente no las ve como deberían, si el Creador dejó su belleza esparcida sobre ellas. Han pasado horas desde que salí de clases y llegue a casa. Ni siquiera cené, y tampoco he revisado el móvil. Sus menajes están allí esperando ser respondidos, pero no tengo la energía suficiente para hacerlo. Seguí contemplando los astros hasta que pronto mi teléfono sonó. Era ella, dudé unos segundos antes de contestar.
—¿Aló?
—Rony, ¿Estás desocupado? —preguntó—. Quiero hablar contigo.
— Estoy libre, hablemos.
—¿Por qué no me has escrito en todo el dia, sucede algo?
Callé un instante, tenía ganas de decirle que los había visto, que eso es la causa de mi ausencia y mi desánimo.
—Ehh… —espiré—. Es qué no tuve ganas de conectarme.
—¿Te sucede algo? —volvió a preguntar— ¿Por qué no me contaste? Siempre nos contamos todo, Rony.
Sentí un gran nudo en la garganta.
—Es que hubieron problemas en casa —mentí—, pero tranquila estoy bien. Mejor cambiemos de tema. Te cuento que estoy mirando las estrellas y se ven muy hermosas.
Como tú, quise decir, pero no me atreví.
—Pocos son los que se ponen a contemplar las estrellas. Sin duda, eres algo diferente, siempre te lo he dicho.
—¿Por qué no las ves conmigo? —pregunté.
—Me encantaría —respondió alegremente.
—Mañana es viernes, ¿Te parece si voy a tu casa? Así hablaríamos de nuestros sueños. Además tengo algunas preguntas que quiero hacerte.
—Te espero mañana, pero a las ocho —Ordenó—. Yo también tengo algunas dudas que debes aclararme.
Cap. 8
Todo el día me la pase distraído. No la vi porque los viernes nuestros horarios no se cruzan como en los otros días. Esperé hasta la hora de salida para ir inmediatamente a mi casa. En el transcurso del camino intercambié algunas palabras con Liset vía whatsApp. Acordamos en que si llegaba tarde le debería algo.
Mamá se ha dado cuenta de mi bajón, creo que cualquiera se daría cuenta de ello. Ahora rara vez bajo a la sala, rara vez converso con ella; estoy metido casi todo el día en mi cuarto leyendo libros de literatura, ciencias y filosofía. De alguna manera me ayuda a olvidar gran parte mis problemas. Hace poco me llamó mucho la atención un fragmento del libro JUVENTUD EN ÉXTASIS. El autor habla acerca de los tres pilares del amor: Intimidad Emocional, Afinidad Intelectual y por último Atracción Química. La intimidad emocional consiste básicamente en tener un nivel de comunicación más profunda, en donde ambos se puedan abrirse sin temor. En la afinidad intelectual no es más que una forma similar de raciocinio respecto a los conceptos fundamentales como el trabajo, religión, valores, tiempo libre, la organización familiar, sexo, etcétera. Son muy pocas las parejas que toman en cuenta este pilar y su gran importancia, ya que las parejas con afinidad intelectual tiene muchas cosas que compartir llevando un ritmo de estudio parecido, superándose en armonía y se ayudan recíprocamente. Por último, la atracción química que es algo que todos conocemos, pero pocos saben en qué consiste realmente. Aquí el autor hace mención a una atracción que no es un gusto físico, sino químico. Ya que es frecuente considerar bella a una persona sin tener interés por ella. Por eso, algunas personas no logran comprender la razón por la que estamos con alguien que para ellos no es atractivo/a. Para finalizar, lo que más se ha grabado en mí, es la parte donde dice: Si tienes con tu pareja intimidad emocional, puedes decir que es TU AMIGA; si además se complementan en ideas, puedes considerarla TU COMPAÑERA. Pero falta un último punto indispensable para anular el lazo del amor: también debe poder llegar a ser TU AMANTE. Esto se consigue con la atracción química. Creo que esto es algo que debería saberlo todas personas y sobre todo Liset, por lo que no dudaré en obsequiarle este libro en su momento.
Son las siete en punto. Estuve contando las horas para nuestro encuentro. Me duché escuchando una canción que me la recuerda. Me miré en el espejo y posteriormente fui a mi dormitorio. Escogí la mejor combinación de ropa, me eché perfume y salí de casa veinte minutos antes de la hora pactada. Al llegar a su casa, un nerviosismo se apoderó de mí, aun asi respiré y toqué el timbre. No demoró mucho en salir.
—Rony —sonrió—, me ganaste la apuesta.
Estaba allí en la puerta, tan hermosa como de costumbre. Con su cabello lacio, negro y largo; con un vestido de flores que marcaba las líneas de su cuerpo sin que se viera de más, y unas sandalias color crema que le hacían resaltar la belleza de sus pies. No se había maquillado en exceso y la verdad, no le hace falta ya que así puedo apreciar mejor su rostro: con sus cejas bien alineadas, sus ojos negros y su nariz pequeña.
—¿Por qué no dices nada? —preguntó.
—Perdón. Es que… Te estaba admirando.
Su rostro se ruborizó, haciendo ver que mis palabras le habían agradado.
—Ya tocaba ganarte —continué—, porque tú siempre me has ganado y eso no me parece justo.
—Si es justo, ¿ok? —abrió la puerta invitándome a entrar—. Pasa. Te cuento que mi hermana tiene pensado hacer un karaoke, llegarán mis primas.
—¿En serio? No me lo esperaba.
—Siéntate —lo dijo al mostrarme el mueble grande—. Ahora sí hablemos de las preguntas que tenemos.
En ese momento toda pregunta se había esfumado. El simple hecho de tenerla junto a mí era motivo de alegría, en donde todo rastro de tristeza deja de tener sentido.
—Al grano como dicen —reí—, pero luego veremos las estrellas, no lo olvides.
—El cielo se ve estrellado —comentó—. Claro que no podemos perder esta oportunidad.
Nos miramos por un instante y sonreímos.
—A ver —dije para dar inicio a uno de los motivos de nuestra pequeña cita—, Antes que nada, me encantó tu sueño, aunque me causó un poco de gracia la parte de la discusión. Pero, lo que más me movió fue lo último que escribiste, donde me comentas acerca de un sentimiento que tuviste y dabas por muerto…
—Ehhh, en tu carta… —interrumpió queriendo no tocar ese tema.
—Espera, aún no termino —retomé—. Esa última parte es la que me ha estado dando vueltas en mente desde que la leí.
No sabía cómo continuar, pero me armé de valor y pregunté:
—¿Tú sentías algo por mí? Y si es así, ¿Por qué no me lo dijiste en su momento?
Hubo un gran silencio. Mientras esperaba su respuesta trate de no mirarla fijamente para que pueda recuperar su fuerza.
—Creo que es momento de confesártelo —me miró—. Estuve enamorada de ti.
—¿Qué? —susurré.
—Pensé que te darías cuenta. Te di mi tiempo, mi atención, me preocupé por ti e hice de todo para que lo supieras.
Fue tal cual me lo supuse todo este tiempo. Ella había estado enamorada de mí. Las mis preguntas renacieron en mi mente.
—¿Por qué no me lo dijiste? Sabes que los hombres somos lentos para entender indirectas.
—Siempre me recalcaste que éramos amigos. Ese fue un motivo, otro motivo fue que estabas de coqueto con las chicas.
_No estaba de coqueto…
—¿Y lo de Maritza qué? —interrumpió—. Me vas a decir que no estabas coqueteando con ella.
—Maritza fue alguien que me llamó la atención en una parte de mi vida. Algo que no pasó de dos semanas. Ni siquiera la vi, ni pasó algo entre nosotros. No fue más que conversaciones.
—Pero le diste la atención que me dabas a mí. Eso me dolió. No sabes cuánto sufrí y todas las noches que pase llorando por causa de eso.
—No puedo cambiar el pasado —expliqué—. En ese entonces solo éramos amigos y no fue mi intención hacerte sufrir. Si hubiéramos sido pareja, ahí sería una infidelidad. En ese momento no sabía de tus sentimientos y tampoco sabía que me enamoraría de ti. Si hubiera sabido que sentías algo por mí, las cosas serían diferentes.
Sus lágrimas se pronunciaban a medida que avanzábamos sacándonos todo lo que llevamos dentro.
—Sé que no es tu culpa —retomé—, pero tampoco es la mía. Todo se dio es circustancias que no estuvieron en nuestros planes. Yo me enamoré de ti con el tiempo
—Yo antes de tiempo —dijo al mirarme.
—Pero ahora ya hay alguien más.
Cap. 9
Un silencio nos invadió. La tensión llegó a su clímax haciendo que ambos no articulemos palabra alguna. Para en ese entonces mis lágrimas también habían caído, las cosas no podían ser de otra forma, todo había quedado claro tanto para ella como para mí. Al cabo de unos minutos llegó su hermana y nos encontró en silencio en lo que de inmediato se puso en frente de los dos:
—¿Qué pasa? —preguntó ansiosa—. ¿Está todo bien entre ustedes?
—Está todo bien hermana —dijo Liset, para no preocuparla—. No ha pasado nada.
—Tranquila Angie, está todo bien —contesté su pregunta con ojos rojos y con una gran vergüenza que traté de ocultar; no me parecía mal que Liset me vea en ese estado, pero su hermana no—. No ha pasado nada malo.
—Está bien chicos los dejo un momento para que solucionen sus problemas, pero recuerda Liset que no tardan en venir nuestras primas.
Nuevamente nos quedamos solos, sin poder decir nada. A pesar de todo yo la quería sin importar las circunstancias, sin importar que su corazón esté ocupado por otro. Nos vimos nuevamente, en mis ojos ella podía entender que la amaba de verdad, yo podía ver la tristeza de su alma.
—Sabes que quiero lo mejor para ti —dije con la vista al suelo—. Estés conmigo o no.
—Rony…
—No digas nada —interrumpí—, todo estará bien. No estás en deuda conmigo y eres libre recuérdalo… Solo quiero pedirte algo.
—¿Qué? —preguntó al poner su mano sobre la mía.
—No dejemos de ser los amigos que somos. Puedo lidiar con el sufrimiento de perder tu amor, pero no creo poder soportar perderte enteramente.
Cap. 10
Mi mejor amiga y yo habíamos perdido todo rastro de tristeza. Con la compañía de las primas y de su hermana organizamos una pequeña reunión. La música, juegos y cervezas no faltaron. Ninguno se salvó al momento de cantar, nadie de los presentes sabía entonar así que las risas no faltaron. Después de aquel relajo me acordé de algo muy importante. Miré mi reloj calculando la hora para poder regresar a casa a tiempo. Fui hasta donde estaba Liset, se encontraba junto a su hermana en el mueble para dos. Le hablé al oído.
—Las estrellas ya se van a ir si no las alcanzamos a tiempo.
—Justo estaba pensando en eso —dejó su vaso en la mesa—. Acompáñame a la terraza.
—¿Chicos dónde se van? —interrumpió Angie.
—Estaremos arriba hermana —explicó mi mejor amiga al rosar mi brazo haciéndome entender que la siguiera.
Caminamos hasta el tejado. Aquel lugar tenía una de las mejores vistas al cielo nocturno. Pusimos una frazada en suelo, nos acostamos. De pronto teníamos todo el firmamento en frente de nosotros.
—Qué hermosa vista —comentó Liset—. No puedo creer que he vivido aquí toda mi vida sin darme cuenta de esto.
—Aún tienes vida, espero vengas aquí más seguido. Esto ayuda a pensar más en ti, en la vida, en todo.
—Gracias por enseñarme todas estas cosas —giró la cabeza para verme.
—Ves esas tres estrellas juntas —le dije al señalar con mi dedo—. Es el cinturón de Orión. También se les conoce como las Tres Marías o como los Reyes Magos.
—¿En serio? ¿Qué más sabes de ellas?
—No sé mucho, pero lo que sé, es que también están relacionadas con las famosas construcciones de Giza.
Mi mejor amiga se quedó observando atentamente cada detalle de los astros, mientras yo la miraba a ella. Estuve apunto de darle un beso, pero me contuve cambiando el beso por acercamiento de mi mano hacia su mano. Me miró y no puso resistencia, más bien entrelazó sus dedos con los míos.
—Te quiero, Rony —expresó Liset.
Mi corazón comenzó a bombear más sangre de normal, mis pupilas se agrandaron, mi rostro se ruborizó y sentí como unas simples palabras entraron a mi alma como el viento fresco.
—Te quiero, Liset. Te quiero de verdad.
Fin.
—Rony Ríos.
Mis lágrimas caían sin poder contenerlas al leer la historia de mis padres. Me comentó mamá, que papá un día le dijo que escribiría un libro en el que narraría su historia, y aunque el libro no sea publicado, le pertenecería a los dos para siempre.
Han pasado muchos años desde aquel romance, gracias al escrito puedo tener una idea de como fueron sus días de juventud. Fui al espejo y me observé con detenimiento: tengo algo de ambos, de mamá Lis como le digo, he sacado su nariz y su cabello; de mi escritor favorito, he sacado su contextura delgada y sus ojos café. Al verme puedo ver el gran resultado de su amor. Después de estar un tiempo en el espejo fui a la sala, me acosté en el mueble grande poniendo el libro sobre mi pecho, mamá y papá no tardarían en venir. En mi mente las dudas comenzaron a brotar, ¿Cómo es que llegaron a estar juntos si en su libro ambos terminan como amigos? ¿Cómo es que se casaron? ¿Cómo se dieron la oportunidad?
—Hija, te quedaste dormida —dijo mamá al despertarme—, vamos te llevaré a tu cuarto.
—Hola mamá. Hasta que por fin llegas, te estuve esperando —apenas pude decir al sentarme en el mueble.
—Veo que has leído el libro que te regalé junto a tu papá para tus quince años.
—Mamá, el libro que me obsequiaron es el mejor regalo que me han podido dar. No sabes cuánto lloré al leer su historia, es hermosa. Pero, tengo ciertas dudas que debes aclararme.
—A ver hija. Creo saber tus dudas, pero es mejor que tú me las hagas saber —expresó al sentarse junto a mí.
—¿Cómo llegaste a estar con papá? ¿Cómo fue su boda? ¿Qué pasó después de la pequeña cita que tuvieron?
—Te contaré. Después de ver las estrellas…