¡Hola!
No es exactamente como se empieza una carta de amor, ¿cierto? Pero no se me ocurre una mejor forma de empezar, tal vez es solo que estoy divagando en mis pensamientos en lugar de decirte lo que siento, aunque creo que es más que obvio, al menos para mí, y es que después de tanto tiempo que ha pasado no logro entender porqué sigues siendo una constante en mi mente. Te instalaste ahí noche y día, creó que te gusta estar conmigo pese a que sólo sea en mi imaginación.
Sé cuánto odias que le de vueltas a las cosas, sin embargo, me encanta hacerlo, por la sencilla razón de ver tus gestos malhumorados y gruñones que siempre me han parecido adorables, así como tus expresiones al dormir.
En fin, sin más rodeos te digo que todavía te quiero, bueno… Te quiero y no te quiero, aunque parece complicado no lo es, porqué te quiero como nadie en el mundo lo puede hacer, con todo lo que eso implica y no te quiero perder, quizás sea un poco egoísta al confesarte esto, pero ya no lo quiero callar más, eres increíble, con tu exquisita manera de ver la vida, solo una cosa, nunca le creas a nadie que te diga lo contrario, ¿de acuerdo?
Aquella vez que nos reencontrarnos fue hermoso, no podía dejar de ver esos ojos marrones que transmiten tanta paz, esa bella sonrisa que parece siempre tener un secreto y esa manía de siempre querer dormir que es única.
Si Dios, la vida y tú me lo permiten podría decirte y demostrarte de mil formas, cuán grande es mi amor por ti y el porqué te prefiero tanto, así, hasta que mi corazón deje de latir…