Una historia bella que terminó donde comenzó: en mí cabeza.
Añorando y enalteciendo esos almuerzos que tuvimos, segura de la conexión que tuvimos y que debíamos ser el uno para el otro. Muchas veces alucinando la forma de las conversaciones y bellas situaciones en las que mi mente volaba, alucinando. Alucinando con A de “aprender”, con A de “amiga date cuenta”.
Yo lo veía como un sueño , uno que corre en cámara lenta con esa música que te hace sentir mariposas en el estómago y te pone la cara de cordero degollado, les haré un spoiler: es utopía.
Por esos azares de la vida en la que el destino quiere simplemente reírse un rato, él apareció.
Conversamos y conocerlo en una forma real, fue sumamente duro para mí y me dolió mucho. Saber que todo aquello que se vivió, que yo lo tenía en una cumbre, en un lugar superior era falso. Dirán que es una exageración por mi parte, una terapia que tenia que terminar algún día, un cuento que tenía fin, pero no puedo evitar que mi “yo presente” mire como ingenua a mi “yo pasado”. Aveces el amor duele.
En su defensa diré que sufre de memoria a largo plazo, no recuerda nada, pero si recuerda a sus exs enamoradas, definitivamente la memoria es selectiva. Comprobado.
Me siento más libre, pero más triste, supongo que ser libre tiene algunos sacrificios. Me siento liberada pero con algunas balas en el cuerpo, duelen y van a tardar en cicatrizar pero lo harán algún día. Ahora puedo volar con alegría porque un libro fue cerrado, llevar mochilas suele hacer más pesado el viaje, ahora voy ligera y lista para lo que viene. Idealizar puede doler y el amor propio debe ser más fuerte para seguir. Gracias por aprender “yo presente”, ahora si vamos con todo.