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RETO13: UN MAL RECUERDO

Aquella mañana, en el pueblo de Santa, los rayos del sol eran tan intensos, que empañaban mi visión al leer a través del lente del “nivel” (Equipo Topográfico) las alturas del borde del canal del río, que investigábamos para una tarea universitaria, mis compañeros y yo.

De pronto, escuchamos los disparos de tres balas continuas en el aire y el rechinar de unas llantas por frenar, aquel ruido ocasionado interrumpió bruscamente la escena de trabajo grupal.

Mientras que las balas subían libremente en la atmósfera para caer instantáneamente frente a nuestros pies, giré mi rostro; y allí estaban, dos hombres altos con pasamontañas, parados delante de una moto y ambos apuntándonos con un arma de fuego. No comprendí por segundos qué pasaba, menos, supe cómo reaccionar.

¡Al suelo¡ ¡Todos al suelo¡, gritó uno de ellos; un frío despiadado recorrió mi vientre, mis brazos quisieron temblar y mis ojos llorar.

 ¿Acaso había llegado el momento de morir? Me cuestioné cuando me arrojaba al grass.

Tiempos de incertidumbres albergaron el lugar verdoso, tanto que, mi pecho, mis piernas y demás partes de mi cuerpo se quedaron inmóvil sobre el suelo; y un silencio profundo hizo eco por unos segundos cuando miraba hacia abajo.

¿Cómo había llegado hasta aquí? ¿Acaso el cumplir con mis tareas universitarias iba a terminar conmigo?; Hace una semana junto a mis compañeros de clase, habíamos organizado este día de investigación, luego de que el docente de la asignatura de Hidráulica nos enviara a identificar las condiciones existentes de algún canal cercano a la ciudad, para rediseñarlo.

Al minuto de estar inmóviles, uno de los asaltantes empezó a despojarnos de nuestros bolsos y mochilas, mi grupo estaba conformado por 3 varones y 2 mujeres, incluida yo; se llevó consigo, celulares, calculadoras, billeteras, relojes, cámaras fotográficas y dinero, mientras el otro, se mantenía apuntándonos con su arma.

Una vez que ellos aseguraron nuestras pertenencias en su movilidad, dirigieron su vista hacia el “nivel-equipo” que estaba sostenido sobre un trípode, y sin dudarlo acordaron en llevárselo. Entonces, la misma voz de manera fuerte, empezó a decir: ¡Tú, levántate¡ ¡Retira ese equipo y entrégamelo¡; por un segundo dudé si era a mí a quién hablaba, pero lo confirmé cuando sus grandes zapatos después de dar unos pasos se ubicaron delante de mi cabeza.

Mi respiración se volvió lenta, mi corazón se aceleró, temía que al levantarme, mis nervios no me dejarían tener el control de mis piernas; unos segundos después, respiré profundamente, me levanté y dí tres pasos; al estar delante del equipo, noté de reojo que uno de ellos, seguía apuntándome, así que, rápidamente coloqué mis manos sobre el equipo; para mi mala suerte, en el intento de desenroscarlo, éste no giraba, estaba demasiado duro; ¡Ay Dios mío, ayúdame¡ grité dentro de mí, cuando con más fuerza lo reintentaba.

Las últimas palabras de mamá retumbaron en mi corazón: Cuídate mucho mi amor, que todo te vaya bien. Nuestros padres habían hecho el esfuerzo de apoyarnos en reunir dinero para alquilar el equipo topográfico junto al trípode, además del contrato de un auto con chofer para el traslado del grupo hacia el lugar y el posterior retorno del mismo.

¡Apúrate¡ gritó molesto el hombre, mientras yo seguía empeñosa en desenroscar el equipo, al cabo de más de un intento, el equipo al fin giró, una, dos, tres vueltas y lo tuve en mis manos para entregárselo; al aproximarme a él, me turbé aún más; ahora, ¿Qué es lo que sigue? ¿Nos dejará vivos? Todo mi bozo sudaba, entretanto mis nervios afloraban.

Le entregué y sin pensarlo me tiré otra vez al suelo, fueron segundos de mayor temor, ellos aseguraron el equipo y subieron a la moto, mientras no dejaban de apuntarnos.

 ¡Protégenos, Dios mío¡ supliqué por dentro con fervor, en el acto que empezaron a arrancar; dos disparos más al aire dejaron fluir, sin dañar nuestros cuerpos y yéndose a gran velocidad.

Pasaron varios segundos para que decidiéramos levantaros del suelo; cuando lo hicimos, cogimos a abrazarnos e intentar calmarnos, habíamos perdido cosas materiales, pero físicamente nos encontrábamos intactos, mis manos aún temblaban, pero dentro de mí la calma de que volvería a ver a mamá.

Atte. Margarita

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romina
2 años desde

Revisa que no se sienta cortado el texto, debe fluir de un párrafo al otro.