Hoy por la mañana en la hora del recreo, con el cielo nublado y unas cuantas gotas cayendo sobre los niños que corrían para resguardarse de la lluvia. Vi a un par de niñas corriendo a toda prisa, la mayor dejó a la otra a unos cuantos metros detrás.
La niña pequeña con falda a cuadros color azul, camisa blanca de magas cortas, calcetas blancas hasta las rodillas y zapatos negros húmedos por pasar entre los charcos, de repente se resbaló, solo vi como caía bruscamente al suelo mojándose el trasero y como sus taquitos de huevo y jugo de naranja que le preparó con tanto amor su mamá, salieron volando.
La otra niña estaba preocupada preguntándole si estaba bien. La pequeña comenzó a llorar porque su almuerzo estaba en el suelo lleno de lodo.
Con mi torta de jamón entre mis manos no dudé en partirla para llevarle un trozo a la niña que no paraba de llorar, me fui acercando poco a poco. Cuando ya estaba a unos cuantos metros de ellas vi como sus otros compañeros de clase se acercaron a ellas preguntando qué es lo que había pasado, la más grade les contó todo lo sucedido y los niños comenzaron a entregarle galletas, fruta, gelatinas y dulces para que no se quedara sin comer ese día.