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Reto – 8.

Reto – 8.

 

Estimada madre:

 

Espero que te encuentres bien. Lo digo con la mayor honestidad, jamás encontraría deleite en la desventura ajena, y menos la tuya. Te amo y siempre haré mi mejor esfuerzo por comprender tu proceder, aunque seamos tan diferentes. De una u otra manera has sido leña y calor, combustible para el motor de mi vida y eso siempre lo agradeceré, incluso cuando cueste verte con buenos ojos al echar un vistazo a mis memorias. 

Tengo un buen recuerdo de cuando era apenas un niño de escuela. Esa vez te quitaste la comida de la boca para calmar mi estómago que reclamaba por lo poco que habíamos comido aquel día. Muchos dirían que es lo que toda madre debería hacer, y no lo discuto, pero entiendo que la maternidad no anula la condición humana; y el hambre duele igual para todos. Es maravillosa la capacidad que tienes para causar buena impresión en la gente. Eres sociable y destacas rápidamente en grupos pequeños. Tu opinión se hace notar casi en cualquier tema de conversación y la seguridad de tu andar deja pasmado a más de uno. Eres brillante. Eres una estrella.

 

Las estrellas son hermosas. Resplandecen y resaltan en la oscuridad. Sin embargo, son también una ilusión. La distancia las hace hermosas, pero de cerca son fuego incontrolable, energía destructiva. Así eres tú, agradas a la gente hasta que la distancia se acorta. Cuando alguien muestra interés en ti, pronto encuentras la manera de sacar ventaja, o al menos de intentarlo. Tu historia está llena de heridas que no has dejado sanar aunque asegures que ya Dios lo ha hecho. No soy quien para enseñarte a curar el alma, sin duda el pasado nos moldea, pero me parece que has dejado que el tuyo te defina de manera poco positiva y lo usas como excusa cuando alguno de tus hijos recrimina tu comportamiento. 

Me has entregado a la policía por tratar entrar en tregua con tu enemiga, me has echado de casa por tratar de ordenar la economía en casa. Entiendo por qué actúas con descaro e intentas conseguir lo que quieres dejando de lado todo rastro de escrupulosidad. Sin embargo, aunque quisiera, no puedo exculparte. Jamás estaré de acuerdo con tu arrogancia. Sinceramente, espero que llegue el día en que caiga la reprochable personalidad generada por tu pasado y empieces a demostrar empatía, agradecimiento y respeto, a pesar de él.

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romina
3 años desde

ordena las ideas. La verdadera emoción que quieres transmitir. Corrige antes de publicar.