Tengo un cosquilleo en mis piernas, he pasado dos horas sentada en la misma posición. Mi escritorio está lleno de papeles y las plumas esparcidas en una esquina. Respiro sin peso por primera vez después de terminar mi ensayo. Remontó mi vista al ensayo que acabo de terminar. “Informe Brundtland” resalta en negritas en la parte superior de la hoja. Tan solo con tres hojas me dejaron exhausta.
Años atrás no imagine que mi ámbito intelectual se desarrollaría en la sustentabilidad, pero ahora es lo que me encanta aprender, la administración correcta de nuestra materia prima y el uso adecuado de las energías limpias, la política va de la mano con ello, las leyes, gobiernos y naciones han ido evolucionando como nuestro ecosistema a la par, la ejecución de las accionas antropogenicas tiene un gran impacto desde los siglos pasados pero ahora es cuando nos estamos dando cuenta de ello. El uso solidario de nuestros recursos ayudará a satisfacer las necesidades sin problema de nuestro mundo futuro, la naturaleza es fundamental para el monopolio estatal de la economía, gracias al progreso industrial descuidado en la explotación, hemos hecho a nuestro ecosistema finito y agotable…las motivaciones altruistas no existen en nuestro sistema. Observo la pequeña maceta que está junto a la ventana, le doy golpecitos a la tierra plana con las yemas de mis dedos, me doy cuenta de que tengo mi palma derecha sucia con tinta azul, ha secado, no me molesto en limpiarla.
En la pared que está enfrente mío, hay un cuadro que no se logra admirar como debería, está polvoriento y chueco, es una mujer que solo muestra su ojo derecho, el izquierdo está oculto tras arándanos que caen de su cabeza hasta el cuello, su ojo verde contrasta con el fondo de arcoíris y su cuello en forma de tronco y las raíces que crecen en el.
Mi sueño era tener mi propia galería de arte y publicar algunos libros, pero todo cambio cuando crecí, preferí acercarme a la política y familiarizarme al desarrollo sustentable, no me mal interpretes, eso me fascina, pero la pintura y escritura me apasionan, temí que si hacía mi vida solo al rededor de ello, terminaría por odiarlo. Hay una caja de cartón debajo del escritorio, está por romperse de los lados y tiene unas cuatas salpicaduras de pintura, al abrirla están mis pinceles sucios y pinturas de distintos colores y una carpeta negra adornada con fotografías de revistas y periódicos viejos, las hojas se salen de la carpeta y la liga que sostiene las pastas unidas casi revienta, ¡es enorme! la abro y admiro como si fuera la primara vez. Los dibujos tienen tanto color y otros son tan oscuros, se revuelven las emociones de cada vivencia con los que fueron hechos.
Me levanto de la silla y me dirijo a las repisas que están en la pared enfrente del escritorio, los libros están apilados de mayor a menor, pero para mi solo resalta el rojo de en medio, tomó el diario cosido y lo abro al azar. Palabras por doquier y sentimientos plasmados en ellas, cualquiera que lea esto me lee a mi. Cuando me leo, creo estar leyendo a alguien mas, un extraño, pero ese extraño me entiende y da las lecciones que necesito en el momento adecuado, cuando necesito un consejo de yo misma, este diario es quien me a marcado y hecho lo que soy.
Tenía doce años cuando escribí mi primer cuento para un concurso de la escuela, el cuento tenía que hablar del patriotismo, no gane, aunque al principio del cuento ese era mi propósito gobernante, al final termino siendo lo que menos importaba, el alivio en el que me envolvió escribirlo fue gratificante, no era necesario más.
Mi maestra de historia pidió hablar conmigo, ella me felicitó por el cuento, le había parecido interesante y muy auténtico, me pidió que si podía conservar una copia, accedí, no voy a olvidar sus palabras, fue el primer cumplido que tuve de alguien, ella dijo que era más que solo una alumna en un salón de clases, tenía potencial y sabía que sería grande, no esperaba menos de mi, a pensar de no saber de mi después de la secundaria, sabía que saldría adelante. Sus palabras fueron la lección de vida, el consuelo que necesite para no rendirme cuando más lo necesitaba, en ese presente pasaba por un túnel de problemas y conflictos internos.
Dejo el diario en mi escritorio, observo a mi alrededor, la habitación es angosta, está llena de cosas, solo deja un espacio en el centro y la entrada de la puerta. Es un desastre, quisiera contarte más sobre mi, quisiera que pudieras contarme sobre ti, lo que te gusta y no hacer, lo que admiras y lo que te molesta. Tal vez intercambiar conocimientos y experiencias, como te desenvuelves en lo laboral y espiritual, quiero conocerte, quiero escucharte hablar sobre todo, espero no te incomode que solo escuche, soy muy seria, disfruto el poner atención en las personas, analizar sus gestos y como se comportan cuando hablan de distintos temas, soy perspicaz todo el tiempo, sin que nadie se entere, no quiero que pienses que por ser así soy aburrida o no tengo nada en la cabeza, las personas más serias son los que tienen tanto que decir guardado en sus mentes. Me recuesto en el suelo en medio de la habitación, me contraigo un poco por el frío, el techo es lo único desocupado, solo una pequeña lámpara cuelga de él, mis párpados pesan, tengo sueño pero no quiero dormir, mi cabeza descansa en mis brazos flexionados, el viento ha comenzado a soplar con fuerza, escucho como choca con las ramas de los árboles, los cuervos están cantando anunciando la lluvia. Me rindo y cierro los ojos, lo primero que veo es a ti.