Hola otra vez.
Te preguntarás qué rayos hago escribiéndote de nueva cuenta. Si soy sincera, recordarte es de las pocas cosas que levanta mi ánimo en estos días.
He perdido la cuenta de las veces que he intentado trasladar mi sentir al papel, sentada en este piso, instalada frente a esta mesa, escuchando a Adele.
Mientras tanto, el viento se ha colado por la ventana, reventando en la puerta y haciendo que se azote una y otra vez sin cesar. Por otro lado, el calor ha decidido invitarse también, filtrarse por cada uno de mis poros, instalándose sin importar qué, en las palmas de mis manos y las plantas de mis pies. ¡Es horrible, sabes cuánto detesto sudar!
Tengo la garganta seca, un dolor de cabeza insoportable y un nudo en la garganta de las ganas que tengo que llorar, ya sabes cómo me pongo. Nostalgia, le llaman.
Es lo malo del encierro, de repente nos hace desvariar e imaginar el mar de infinitas posibilidades para hacer estando juntos.
Quisiera decirte tantas cosas. Muchas me las he guardado; otras las has sabido a lo largo de los días. Unas más, me gustaría hablarlas de frente, sentados en uno de esos lugares que tanto me gustan, compartiendo una taza de café. ¡Quién lo diría! Si alguien me hubiera dicho tiempo atrás, sendas carcajadas habría obtenido de mi parte.
Ahora, una brisa cálida golpea mi rostro. ¡Vaya clima que se carga la ciudad!
¿Te confieso algo? Me hace feliz saber de ti de nueva cuenta. Hace tiempo atrás tenía esa necesidad de saberte, de escucharte, de hablar contigo, de hacerme una pequeña idea de lo que había sido de tu vida. Ciertamente está cuarentena ha sido cómplice al acercarnos, haciendo de una forma u otra que mantengamos la esperanza de un futuro encuentro a viva voz.
Espero recuerdes cuando compartimos “Julieta” en voz alta. Fueron momentos graciosos, aunque extraños. Esto me ha hecho pensar en hacer un trato una vez que todo esto pase. ¿Te parece si me regalas diez, veinte, treinta minutos para conversar, para decir tonterías, contar chistes o aprender algo nuevo? Podríamos aprender ruso. Tú porque te gusta, yo para mentar madres sin que nadie sepa qué carajos acabo de decir.
Sería increíble volver a sentir la frescura del ambiente, compartir los montones de canciones de Nine Inch Niels que me pediste escuchar, acompañándolas con una bolsa de doritos nacho familiar y unas cervezas frías, bajo un cielo estrellado. Sólo de pensar que eso pueda pasar, me enchina la piel.
¿Te imaginas?
Andrea.
Tu carta aparecen dos. AMbas bien escritas, pero juntas responden a dos objetivos distintos. Fusionar es que todo parezca uno, que se lea de corrido, y al mensaje que quieres transmitir, lo enmarques con las descripciones que permiten la conexión. Mucho mejor lo que usaste del reto 1. Me gustó, logran el abrazo de esperanza, solo que todo tu inicio te coloca a ti en una mirada que no exactamente en ese tono.
Gracias por el comentario, Romi, lo tendré en cuenta para el siguiente reto