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RETO 19 ONTOLOGÍAS: TODO Y NADA

Subo las gradas y llego a la terraza, me gusta estar en éste lugar, en éstos días de cuarentena vengo frecuentemente acá, es mi cuartel secreto, conecto mis audífonos al celular y escucho música instrumental, empiezo a caminar por toda la terraza, veo la inmensidad del cielo, la montaña que rodea la ciudad, las casas y edificios también se pueden observar, empiezo a hablar con Dios:

—Gracias por amarme así, por creer en mí, aun cuando yo mismo he dudado, ya son cinco años de que te convertiste en mi mejor amigo, han pasado muchas cosas, problemas, enfermedades, desaciertos pero nunca me has abandonado.

Me detengo y me recuesto sobre la baranda, me dejo llevar por el movimiento de los árboles al soplar el viento, encuentro a Dios en todos lados y pensar que antes creía que Dios sólo estaba en el templo de la iglesia, los domingos eran alegres y a la vez tristes, sentía una paz por unos instantes en la reunión, pero al terminar me entristecía por tener que enfrentar la vida real en seis días comunes, creía que Dios no me acompañaba a donde yo estaba.

         Hoy todo es distinto, lo encuentro en mi casa, disfrutar su calor en mi habitación antes de dormir, lo veo en el amor de mi familia, en el cariño que siento al sentarme en el piso y jugar con mis perritos, veo el paisaje y medito en lo que me ha sucedido este tiempo:

—Tuve que quedarme en la nada para entender que eres mi todo —Suspiro y tiro un beso al cielo—Gracias por levantarme del suelo una y otra vez, porque a pesar que en varias ocasiones he estado al borde precipicio, siempre te acercas y con brazos de amor me arropas y susurras “Es sólo el principio no es el final”.   

Mi vida está siendo formada, reflexiono en como Dios ha usado cada adversidad que paso e incluso mis errores, para convertirlos en una hermosa melodía, la enfermedad, el desempleo, el fracaso me han enseñado a valorar la salud, la amistad, cuando veo a mis mascotas esperando a que las alimente, le digo a Dios que quiero ser como ellos, depender totalmente de su provisión porque sé que nunca me faltara nada si Él está a mi lado.

    Estar en el desierto me ayudo a encontrar el oasis de la Presencia de Dios, hoy en día ni por toda la fama, riquezas, ni por todos los títulos cambiaría el amor de mi Creador, que  pone su mirada en mi cuando los demás voltean hacia otro lado, este tiempo ha sido para crecer en mi interior, he llegado a comprender que nada de lo que pueda lograr se puede comparar con el abrazo del Padre Eterno.

    Extiendo mis brazos a los lados y dejo que el viento pase sobre mí, cierro los ojos y siento esa plenitud que lo llena todo en mi vida, la felicidad de tener todo a pesar de no tener nada, veo la verdadera felicidad que no se encuentra en algo o alguien, sino que nace de tu interior, consciente que tengo la responsabilidad de compartir lo que he recibido para que personas que estén en circunstancias parecidas a las que yo vivo puedan encontrarse también con el mejor amigo que todos queremos tener, si con mi historia, palabras y acciones puedo ayudar a alguien que se esté derrumbando, mi vida habrá valido la pena, decirles que aun el llanto podemos encontrar esperanza para volvernos a poner de pie, saber que en tus peores fracasos es donde se gestan tus mayores victorias.

—No encuentro las palabras suficientes para agradecerte todo lo que has hecho por mí, nada se compara a ti, solo quiero rendirme a tus pies por el resto de mis días. te amo Dios.

 

 

    

 

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romina
2 años desde

Muy bien. Recuerda pensar en el lector. Conexión, dejar solo aquello que aporte… una ontología debe sentirse natural.