Estaba haciendo fila en el Oxxo. Esperaba tranquilamente para recargar tiempo aire. Fue entonces entonces cuando pasó el casi milagro que pocos alcanzan a ver: se abrió la segunda caja.
Pero como toda cosa buena, tuvo su reacción en sentido contrario. Una señora empezó a abrirse paso entre los presentes mientras gritaba una serie de insultos fuera de lugar pues nadie la estaba perjudicando. Empezó a comportarse como si llevase décadas esperando su turno y quisiera asegurarse que nadie ocupara su lugar. Ya me había colocado para ser atendido, pero al ver la violenta reacción de esta persona, preferí simplemente hacerme a un lado. Me da bastante flojera ponerme a discutir con personas poco razonables.
La señora fue atendida, por alguna razón seguía gritando aún después de haber sido despachada y siguió así hasta retirarse. Tomé el lugar que me correspondía nuevamente cuando sentí que alguien me tocaba el hombro por atrás. Volteé. Otra señora de aproximadamente la misma edad que la primera me sonreía de oreja a oreja. Me dijo unas palabras que, a simple vista, pueden parecer algo sencillas, pero el cuestionamiento moral que me provocaron en ese momento las volvió inolvidables: “Hay gente como ella, y hay gente como tú”.
Uno no puede evitar preguntarse, ¿de verdad esas son las dos clases de personas que hay?, ¿acaso algo tan simple como un gesto o una expresión vuelve a dos seres humanos tan diferentes? No creo que funcione así. Sé existe el bien y el mal, pero no creo que eso signifique que todo el cuadro esté pintado de esos absolutos. Debe haber un balance, una escala de grises. A toda acción le corresponde una reacción de igual magnitud en sentido contrario.
Pareciera que nuestras reacciones y comportamientos tienden a estar “dejados al azar”, tal vez en otras circunstancias yo me habría comportado de manera grosera, y la señora habría sido más paciente y amable. ¿Eso también nos definiría como personas? ¿Acaso Dios cambia su concepto sobre nosotros si somos amables o groseros? Dios. Muchos pasan años preguntándose si está ahí, otros si aún está ahí. Los más curiosos incluso llegan a la cuestión de ¿qué es Dios?
Yo prefiero preguntarme ¿quién es Dios? Más que saber de Él, prefiero tratar de conocerlo. No verlo como un concepto, si no como una realidad. A lo largo de mi vida he pasado a través de suficientes “casualidades y milagros” para poder darme cuenta de que hay un Plan mayor. De que hay Alguien moviendo los hilos. No quiero que me cuenten sobre ese Alguien, quiero conocerlo.
La idea de que al morir se entra a un vacío o a la nada me parece absurda. Somos conscientes de nosotros mismos, por más que trato de imaginar a mi mente apagándose o desapareciendo no le encuentro lógica. No, hay algo más allá. Probablemente sea el cielo y el infierno bíblico, o tal vez no. Tal vez lo hemos malinterpretado todo este tiempo y no son como los imaginamos, ni mucho menos como Dante lo hizo, claro. Pero está ahí, es un lugar más allá del espacio, y un instante más allá del tiempo.
¿Le estoy dando muchas vueltas al asunto solo por una frase amable de una señora en el Oxxo? No lo sé, tal vez así deba ser, después de todo, si Él está presente en todo, por lógica, debemos poder encontrarle a través de todo.
Omar Araujo
Muy buen texto y todos en algún momento de nuestra vida nos cuestionamos el concepto de Dios
¡Muchísimas gracias!, así es, es parte de la naturaleza humana.