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Reto 19 Ahí estaba Dios

Era de noche. Estaba feliz. Salía de un concierto de Jazz, con dos amigos. Afi, de la India y Josh, miamense afroamericano.

–Siento que acabo de tener una experiencia religiosa –les dije abrazándolos del cuello a ambos.

–¡Hey, Dav! ¿afirmar eso no va en contra de tu religión? –dijo Josh con tono burlón.

–¿En serio?… –Los solté– Inclusive los musulmanes creen que el Adhan es una manifestación de Dios mismo.

–No lo sé –Apuntó a Afi–. Pregúntale a él que tiene miles de dioses.

–La religión… ¡apesta! –dijo Afi mirando al cielo.

Caminamos por las calles regresando a nuestras respectivas casas, tarareamos las canciones que escuchamos en el concierto y nos quejamos de nuestras rutinas. Cuando vimos pasar a una pareja mayor de judíos ortodoxos, Afi, sacó nuevamente el tema.

–¿Es verdad que en el Sabbat no se puede tocar ningún instrumento musical?

–¡Uy! Creo que empezó a oler mal –dijo Josh olfateando escandalosamente.

–No bromees –Le golpeé el hombro a Josh–. No lo sé Afi, pero lo “googlearé”.

–Eso es lo que no me gusta de lo religioso que te prohíben cosas… ¿Por qué no pueden vivir todos felices y sin hacer daño a nadie?

–Por eso yo no creo en nada, Af… ni religión o espiritualidad o como le llamen ¿De qué sirve?

–Creo que estás confundiendo los términos –le respondí–. Además, trabajar tu lado espiritual sí es importante para mí.

–¿Para qué, Dav?

–Para ser un mejor ser humano.

–¿No puedo ser bueno con el resto si no creo en Dios?

–No puedes ser bueno con otros si no estás bien contigo mismo.

–También he visto estudios que muestran que las personas espirituales tienen mejor autoestima, mejor sistema inmunológico… –me apoyó Afi.

–Hago ejercicio y trato de alimentarme bien –Nos presumió sus bíceps y guiñando añadió–. Dejando de lado los fines de semana, claro está.

–¿Y quién dice que ejercitarse está lejos de conectar contigo mismo?

Cuándo le pregunté eso, Josh se detuvo para entrar a una tienda.

–¿Qué haces? –le preguntó Afi.

–Compraré algunas cosas para ir a la orilla de la playa a seguir hablando.

–¿Seguir? –pregunté– Mañana trabajo a las 7 a.m. y…

–¡Exacto! –interrumpió– Aún nos falta hablar del libre albedrío, reencarnación, destino, muerte… Así que vamos a aprovechar esta luna llena.

No pudimos negarnos y nos sentamos por horas frente al mar comiendo helado. No llegamos a ninguna conclusión. Pero esa noche nos hicimos más cercanos al respetar nuestras ideas. Y en ese proceso de compartir en medio de la naturaleza, en ese acto de amor de querer comprender a la otra persona. Ahí estaba Dios.

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romina
2 años desde

Recuerda que es raya (guión largo). La ontología debe desarrollarse más, tener más fuerza… Pero muy buen planteo.