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Reto 18: Te extraño

Me acomodo en el comedor, justo a un lado del escritorio, donde está la silla que ahora me pertenecía, pero que antes era de él, donde pasaba todo el día sentado, frente a la pantalla, escribiendo códigos interminables durante horas y horas. Así lo imaginé.

–Papá –digo con un hilo de voz–, te extraño, te extraño mucho.

Él se separa del teclado y gira su silla para mirarme.

–Nena, yo también –Traga saliva, como si tuviera algo atorado en la garganta.

–Te fuiste muy pronto –No pude detener las lágrimas que se asomaban por el borde de mis ojos–. No viste, no pudiste ver nada, hice muchas cosas… ¡Me convertí en programadora como tú! Me gradué de la primaria, de secundaria, ¡de prepa! Ya voy por la de universidad.

Siento el par de gotas resbalándose por mis mejillas, con un pulgar rasposo, mi papá las limpia.

–Yo sabía que tú ibas a ser como yo –Su voz todavía se escucha ahogada, carraspea–. Y mira, sí estoy ahí, ¿okey? Solo que tú no me ves.

–¡Es que yo quiero verte! –Se me empaña la mirada, mi voz se quiebra un poco–. Es que no entiendes, quiero que veas mis códigos, quiero preguntarte cosas, quiero… quiero que vayamos por nieve a la plaza.

Me suelto a sollozar, los hombros dando espasmos con el peso de mi tristeza. Él aliviana su expresión con una pequeña sonrisa, y apoya los codos sobre las rodillas, como quien le habla a un niño.

–Bueno –Se encoge ligeramente de hombros, su voz tranquila–, con esa universidad que tienes yo creo que lo de la nieve no se podría.

Río un poco, trato de estabilizar mi respiración y relajar mis hombros.

–Y pues, no te podía ayudar con tus programas, pero para eso tenías a tus maestros, además, ni creas que te habría hecho la tarea, ¿eh?

Asiento, un poco mas calmada, él acaricia mi cabeza con su mano rasposa.

–Nena –dice, sereno, con cariño.

Cierro los ojos con fuerza, pero eso no detiene el flujo de agua, me limpio con la palma de la mano.

–Y mas cuidado con los muchachos, ¿eh? Ya no quiero verte llorar por algún otro patán –Me señala con su dedo índice mientras habla, solemne.

Sonrío ampliamente, y asiento con timidez.

–Y no dejes de programar, aunque andes con lo del dibujo y eso.

–Quiero hacer un juego algún día.

–Tú puedes hacer cualquier cosa, nena –Frota su palma contra mi cabeza cariñosamente–. Yo sería el primero en jugarlo.

Cierro los ojos, las lágrimas no dejan de brotar. Cuando separo los párpados una vez más, estoy sola en la habitación.

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romina
3 años desde

Muy bien la escritura de diálogo, cuida las repeticiones y corrección.

karennia2
3 años desde

Muy conmovedor… 🙁