Es el cumpleaños de Jarvis, el mayor de mis hermanos, papá vino a cenar en casa no lo he visto en meses, lo único que supe es que andaba en negocios fuera de la ciudad. Mamá está algo incómoda con su presencia pero trata de ser cortés para no arruinar la celebración. Me apresuro en salir del comedor no deseo compartir ni una sola palabra con nadie, finjo recibir una llamada, agradezco por la comida y me retiro a mi habitación.
Escucho pasos lentos aproximarse y se detienen antes de tocar.
—¿podrías abrirme la puerta? —una voz afectuosa rompe el silencio—. Hablemos, tenemos mucho de que hablar, panchito.
—¡la puerta no tiene seguro, sólo entra! —grito sin levantarme de la cama—. Y deja de llamarme así —bajo la voz.
Sin hacer mucho ruido se acerca puedo notar su rostro triste y envejecido, del abundante cabello negro del que se enorgullecía queda poco, luce algunas canas.
—qué pasa contigo hijo, es el cumpleaños de tu hermano no puedes irte de esa manera.
—estoy cansado… cansado de todo ¿sabes?, de ser alguien inexistente para ti, como si el hecho de haberte separado de mamá te librara de tus responsabilidades como padre y aparecerte así derrepente esperando recibir afecto y consideración de mi parte —sin darme cuenta me he puesto de pie, el nudo en la garganta se siente menos ajustado, deseo seguir—. Al menos, ¿recuerdas la última vez que llamaste o viniste a visitarme por mi cumpleaños o si tan sólo recuerdas la fecha? porque yo no lo recuerdo papá —me exalto, lo miro fijamente y baja la mirada—. Sólo te apareces cuando Jarvis te lo pide y para mí siempre hay un “estoy ocupado”, “ahora no puedo”, necesitaba un padre que estuviera conmigo, que me hablara acerca del amor o de cómo hablarle a una chica, y que con sus palabras sanara mi corazón roto diciéndome que todo estará bien —me quiebro y no puedo más, las lágrimas inundan mis ojos.
—No es así como tú piensas hijo mío —sus ojos se han humedecidos y su voz es calmada—. Realmente estuve ocupado, las deudas me estaban consumiendo tenía que sacar dinero de dónde sea, no podía permitir que el banco se quedara con la casa es la única herencia que puedo dejarles, no tengo nada más —se queda en silencio y me abraza—. La vida me ha quitado tantas cosas,mi trabajo, mi dinero, mis amigos, a mi esposa y mi vitalidad, sólo los tengo a ustedes, mis hijos, y me doy cuenta que te estaba perdiendo también, al más pequeño.
La sinceridad y el dolor de sus palabras tocan en lo más profundo de mi alma, nunca lo vi tan humano.
—te extrañé mucho papá, no sabes la falta que me haces —lo abrazo con firmeza, mis lágrimas no cesan, vuelvo a ser un niño entre sus brazos.
—también yo, panchito —me apoya en su pecho sonriendo amoroso, como si de un raspón de rodilla se tratase me consuela—. Volvamos a la fiesta, cambia esa cara, las cosas cambiaran te lo prometo.
Me froto los ojos y asiento con la cabeza.
Francis C. S
Muy bien. Cuida el uso de las mayúsculas. Siempre va mayúscula en la primer palabra que inicia el diálogo, luego del guión.
Es duro para los hijos tener padres ausentes, estos se justifican pero no hay justificación, deben los padres hacer todo lo posible por estar presentes en la vida de los hijos, más aun separados, ya que los efectos y consecuencias en los hijos por dicha situación debe ser tomada muy en cuenta y en serio por parte de los padres.