26 de Marzo del 2018:
En el restaurante hace frío, pero en la calle hace calor a cantaros.
Max luce cansado, pero a pesar de eso se ve bien con su ropa de trabajo. Pantalón negro, camisa gris y un saco del mismo color que el pantalón. Es como la obscuridad, pero acompañado de la luz, porque yo traigo un pantalón rosa, una blusa amarilla y una sudadera azul.
Es la primera vez que lo veo de frente, aunque espero no quiera sobornarme. Estoy muy nerviosa.
-Milagro que nos vemos- las manos me sudan, así que las froto en la bolsa de la sudadera-, pensé que me dejarías plantada.
-No hija, en realidad; quiero saber de ti- inhala profundo y exhala lentamente-. Por eso te cité.
-¿Después de dieciocho años?-pienso mil cosas, pero no logró decirlas-. No puedes. Te perdiste la mayoría de mis decisiones, aciertos y errores…
-Era inmaduro y abandonaba todo- percibo que una lágrima corre por su mejilla-, hasta tus hermanastros sufrieron.
-¿Qué no es obvio?. Decidiste irte con otra – siento un nudo en el estómago-,nos cambiaste a todos, pero en especial a mi mamá y a mí.
-Era alcohólico, fumaba y era muy problemático- Le da un sorbo a su café así que hago lo mismo-, iba a ser injusto quedarme, no analizaba los daños emocionales que generaba.
-Quería un papá que me cuidara y protegiera. Un ejemplo a seguir. Pero no representaste ni un poquito de eso.
El cielo se ha nublado, y en la mirada de Max me doy cuenta que esta analizando su próximo comentario.
-¿Me perdonas? Lamento haberte dañado tanto, lamento todo-Juega con sus manos y entrelaza sus dedos-, no era mi intención…
-¡Que no era tu intención!. ¿Negarme y desaparecer?- La intensidad de mi voz aumenta y mis manos tiemblan-. Por lo visto no…- respiro profundo y el temblor aminora-. Pero bueno. Hace un tiempo decidí no guardarte rencor; así que te perdono.
-Gracias por aclararlo- toma su portafolio-, tienes un gran corazón.
-En realidad. Gracias por quitarme un peso de encima- Tomo mi café y me lo termino en un santiamen-. Somos libres.
-En pocas palabras, así es- se levanta de la silla y da unos pasos-. Fue un gusto hablar contigo- Me hace piojito en la cabeza-. Nos vemos princesa.
Lo veo partir, pero no me giro a despedirlo. Prefiero escuchar que la puerta se cierra. Y en lugar de mirar las nubes, volteo a ver las dos tazas de café vacías.
-Hasta siempre… papá.
Recuerda lo que hablamos en el vivo sobre el tipo de guión y los espacios en la escritura de diálogos.