El auto se estacionó frente a la casa enladrillada que, a pesar del tiempo, aún conservaba la fortaleza de sus buenos años. Manuel bajó con maleta en mano y no pudo evitar que la nostalgia lo abrazara esa mañana. Volvía al lugar que le traía recuerdos de una bonita infancia, pero que también le recordaba el motivo por el que había regresado. Su padre quería hablar con él. Tenía cáncer y estaba en fase terminal. Su hermano se lo dijo la noche anterior cuando hablaron por teléfono.
Su corazón latió muy fuerte envolviéndolo en un mar de emociones cuando tocó la puerta y su familia lo recibió. Fue un recibimiento cálido, triste, melancólico; de esos que se desean en otras circunstancias. Manuel dejó la maleta en la sala y preguntó por su padre. Una de sus hermanas lo acompañó a una de las recámaras. Abrió la puerta.
—Papá, llegó Manuel.
Su padre estaba acostado en una cama conectado a varios tubos que le alargaban su agonía. Su hermana salió de la recámara y dejó a ambos a merced del tiempo que rondaba esas cuatro paredes.
—A… acércate… hijo —dijo su padre con voz lenta e inaudible—. Gr… gracias por venir.
Manuel se acercó y se le hizo un nudo en la garganta al ver al hombre en ese estado. Su padre nunca fue una buena persona, pero lo seguía queriendo y le dolía verlo en ese estado.
—Hola papá —tomó una silla que estaba al lado y se sentó a la orilla de la cama. Sus ojos negros traslucían mucha tristeza y dolor —, ya estoy aquí.
— H… hijo. Te llamé porque mi… mi tiempo se a…acaba. No quiero irme sin pedirte perdón por… por todo el d… daño que… que te causé —su padre estaba haciendo un esfuerzo por hablar—. Nunca te supe tratar bien.
—Olvide eso —tomó las manos de su padre tratando de calmarlo.
—P… perdóname p… por descuidarte cuando eras niño… por golpearte cuando cometías una travesura… por… por ridiculizarte frente a tus amigos cuando la chica que querías te rechazó… Por haberte corrido de la casa por no estudiar la carrera que yo creí mejor para ti…
Manuel no pudo evitar que una lágrima brotara de sus ojos. Era verdad. Nunca recibió de su padre alguna muestra de cariño cuando se lastimaba jugando en el patio o un abrazo sincero cuando una pena embargaba su corazón. Al contrario, siempre se mostró distante y frío.
—A pesar de me lastimaste mucho, nunca dejé de quererte, papá. Todas las noches lloraba y le preguntaba a Dios porqué eras así, porqué me tratabas así.
—P… perdóname hijo. Perdóname…
—Ya pasó. No tengo nada que perdonarle —acarició las manos de su padre—. Con los años hallé la respuesta. Entendí que no eras perfecto, que nadie te enseñó a ser padre, quizá sólo repetías el mismo patrón que viste en mis abuelos cuando eras chico.
—Pe… pero fui injusto.
—Injusto o no, ya pasó. No te atormentes más. Olvidémoslo.
Manuel se acurrucó en el pecho de su padre y lo abrazó como nunca antes.
—Gr… gracias hijo.
—Te amo, papá.
Su padre cerró los ojos y sus manos fueron perdiendo la firmeza lentamente. Manuel dejó de sentir su respiración y el latido de su corazón. Lo movió. No hubo respuesta. En una esquina de la habitación, el Tiempo y la Muerte daban fin a una tregua. Manuel comprendió todo y, arrodillado frente al cuerpo de su padre, lloró amargamente.
Que triste Manuel. Saludos 🤗
Muy bien.