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RETO 17: Obsesión

“Solo piénsalo”, me dijo Cesar. Negué con la cabeza, apesadumbrada. “No hay más que hablar. Por favor vete”, le respondí.

Hice un recuento de las veces que habíamos tenido esa conversación. No estaba segura. La relación concluyó hace semanas; ya era molesto. Di la vuelta y entré a mi cuarto, dejándolo sentado en las escaleras del edificio.

Esperaba que se fuera de inmediato, pero no lo hizo. Estaba nerviosa. Deambulaba por el cuarto, mirando de rato en rato por la ventana. Él había llegado sin avisar como en las otras ocasiones. No lo esperaba. Esa noche después de mucho tiempo, yo quería salir. El chico que me gustaba me había invitado a dar una vuelta y eso me ilusionaba. Pero  sabía que empezar de nuevo, no sería tan fácil.

El reloj seguía andando. Me bañé y aliste, expectante. No sabía por qué, pero tenía temor. Tic, tac, tic, tac. Si no salía en ese momento, llegaría muy tarde. Dudé. Volví a echar un vistazo por la ventana. Vi su sombra. Seguía afuera. ¿Pero por qué debía tener miedo? ¿Quién era él?

Cogí mis cosas y salí del cuarto, nerviosa. Cerré la puerta y caminé de prisa para bajar las escaleras. Escuché un ruido detrás de mí. “¿A dónde vas?”, gritó. No tenía por qué darle explicaciones. Me adelanté rápido a la entrada principal, pero podía sentir sus pasos unos cuántos metros arriba de mí.

Salí  y caminé presurosa con el corazón latiendo más rápido cada vez. Las calles estaban oscuras y solitarias. Llegué a la siguiente esquina y eché un ojo atrás. ¡Venía siguiéndome! No podía creerlo; esto ya era acoso. Eché a correr. Increíblemente, él también.

Hasta este punto, el pánico me había tomado. Corrí con todas mis fuerzas. Llegué al paradero y me subí al primer taxi que, para mi buena suerte, pasó en ese momento. ¡Al Real Plaza de Primavera!, dije muy alto. El chofer, extrañado, solo arrancó sin preguntar más. Observé por la ventana trasera. Cesar estaba como loco buscando otro vehículo para seguirme ¡Dios mío!

Mi auto se alejó. Esperaba que pronto se perdiera de su vista. En unos 7 minutos ya había llegado al mall donde había era mi cita. Bajé de prisa y caminé con el alma en un hilo. Temía que hubiera llegado al mismo lugar y estuviera buscándome. Me metí a una tienda, luego a otra, sin un rumbo exacto. Veía algo de ropa en un pasillo, cuando alguien me tocó el hombro. Di un respingo aterrada… Era mi amigo.

Volví a respirar. Sonreí. Aunque por dentro seguía alterada. Después de una relación intensa y algo escabrosa, mi ex pareja se estaba convirtiendo en un mal sueño. Uno que, estaba segura, todavía no había llegado a la parte más terrorífica.

 

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romina
2 años desde

Muy bien la narración, ahora nos falta el trabajo de corrección.