La Cruda Verdad
Suena el timbre, es mi celular. Respondo. Al otro lado de la línea, su voz inconfundible. Es del hombre que merece mi admiración y respeto. Decido reclinarme en mi cama. Un rico frescor entra directo del ventanal abierto. Afuera hace un sol espectacular. Dentro de mi habitación, fijo mis ojos al techo blanco y límpido. Me da paz. ¿Dime mi amor? Él responde: “Vamos a cenar a Boquete. Con tus hijos y nieta. Festejaremos. Hoy, día del abogado. Estén listos. A las 2:00 pm, paso por ustedes”.
Les comento a mis hijos. Se arreglan para la hora pactada. Hay emoción. Gozaremos de una velada espectacular. Miro el reloj. Es la hora. Todos listos. Esperamos que el agasajado pase a buscarnos. Es puntual. Su palabra es compromiso. Seguimos esperando…
Vuelvo a mirar el reloj, son las 3:00 pm. Es raro el retraso, algo debe ocurrir. . Transcurren las horas. 9:00 pm. Ya, preocupada, le llamo unas cinco veces. No responde. Su celular suena, más no contesta.
A las 9:15 pm, envía un mensaje: “Estoy en reunión de negocios. Finca de tierras altas. Ya voy saliendo” Respondo: ¿Por qué no me has llamado? Estoy preocupada, creí que algo había pasado. Se le escapa un suspiro de alivio ante mi inocente reclamo.
Se hicieron las 11:00 pm. Nunca más supe de él. Le explico a mis hijos. Vamos a dormir. Suelto la zozobra y me entrego al descanso.
El sol besa mi frente. Se ha colado por mi ventana. Es día de trabajar. Escucho el portón abrirse. Smith llama (mi enamorado). Viene llegando a buscarme. Me abraza por la espalda y me besa la mejilla. ¡Quedo en shock! Él no es así. Me volteo. ¿Qué pasó ayer? “Nada, cariño. Reunión de trabajo”. “El teléfono apagado”. ¡Qué extraño!, contesto. Sonaba a mis llamadas. Queriendo evadir el interrogatorio, se apresura a que salgamos. Es costumbre de años, llevarme a mi trabajo.
Ya, dentro del auto, le digo: No soy tonta. Sé que algo ocurre. ¿Qué soy para ti? ¿Una amiga? ¿Tu muñeca? Responde enojado: “en mi vida privada, no te metas” “Soy hombre libre. No me he casado” “Amo mi libertad. La respetas o me desaparezco” Me quedé estupefacta…
Seguimos la ruta hacia mi trabajo. Calmada le dije: Sospecho que tienes una joven conquista. Te agradezco tu afecto. Tus muestras de cariño. Pero, para mí la honestidad es primero.
Me observa con rabia pero simulando serenidad. Y entre dientes musita: “Tenía visto tu auto, para esta navidad”…
Mirándolo fijamente respondo: Compras todo con dinero, pero no a mí. No soy igual, te lo voy a demostrar…
Arianys Núñez
Buen texto!! Pudo más la dignidad que el interés.
Así es, la dignidad no se vende ni se canjea.
Gracias Ana Elena…
Gracias por compartir tus historias. Ya quiero saber que pasa después
Jeje josetjimenez… Espera.. Paciencia…
Muy bien la narración. Revisa la puntuación y los diálogos.