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RETO 17: Amistad desleal

Cuando terminó la clase en la sala de computación, dispuse retirarme prontamente del lugar; tenía un gran dolor en el pecho después de todo, y anhelaba profundamente estar a solas y llorar.

Mi mejor amigo desde su carpeta notó mi gran apuro, cogió sus libros y  apresuró en guardarlos dentro de su mochila, pues era habitual salir juntos de clases.

Abandoné el mueble con mis cosas en brazos y al dar algunos pasos en dirección a la puerta, lo escuché detrás de mí, preguntándome: “¿Haremos la tarea de dinámica en la terraza?”; parpadeé, respiré hondamente y di la vuelta hacia él, lo miré fijamente por algunos segundos con ojos de desconcierto sin emitir alguna palabra; él, sin entender mi actitud, aguardó en silencio; me volví y salí del recinto.

Un paso, dos, tres, perdí la cuenta en el pasillo, pues caminaba sin mirar atrás, como si huyese de algún crimen, de alguna escena catastrófica; al instante, sentí una mano en mi brazo izquierdo y una voz temerosa preguntando “¿Qué te pasa?”, era él nuevamente; me detuve y giré; “¿Qué me pasa? En serio quieres saber ¿Qué me pasa?”, respondí muy molesta entre lágrimas; me miró confundido sin saber qué decir y con voz entrecortada argumenté “Pasa que me traicionaste, le contaste a un grupo de chicos lo que el profesor me había propuesto a primera hora, te lo conté en secreto porque eras mi amigo, porque pensé que eras confiable, ¿cómo pudiste exhibirme? ¿Cómo?”; Me dí media vuelta y proseguí mi marcha mientras secaba mis lágrimas; “Lo siento, no me medí”, escuché decirlo; no quise continuar aquella conversación y continué mi rumbo mientras el sol quemaba mi rostro ruborizado.

A unos metros, tropecé con un grupo de estudiantes y tiré sin querer mis libros al suelo, los levanté quejándome de aquella suerte y al pararme él estaba frente a mí, con un semblante lleno de tristeza y vergüenza; lo miré enfadada otra vez, y muy decidida le dije: “No me sigas más, esta amistad terminó”; sentí una gran dolor pena por todo el tiempo que habíamos compartido y amargura por su deslealtad, y con más ímpetu empecé a andar.

Salí de la universidad a esperar un auto que me llevara a casa, cuando uno se detuvo, una mano inesperada abordó la puerta para abrirla, era él otra vez; sin pensarlo subí al coche, él cerró la puerta y desde el exterior susurró “mañana conversamos tranquilamente”, lo miré con más furia mientras el automóvil arrancó.

Atte. Margarita

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romina
3 años desde

Muy bien. Ahora a releer el reto, ver el efecto que se logra en la narración… y luego lee tu texto: ¿qué sobra? ¿qué rompe la narración?… y eso quitarlo al editar.

Ana Elena
Ana Elena
3 años desde

Bonito texto. Que triste darte cuenta quien creías tu mejor amigo traicionó tu confianza.