Sentada, en el lugar donde bebo café todos los días por la mañana, miro a la gente pasar: niños jugando con el agua de las fuentes, un ciclista apurado de llegar a su destino, conductores ruidosos, gente protestando frente al palacio municipal. ¡Vaya día!
El sol irradia su luz sobre mis manos, aún así, se sienten heladas debido al aire frío empeñado en colarse por los resquicios. Abro espacio en mi garganta con un trago de café caliente, luego miro todo con atención por segunda vez.
Escucho el repiqueteo de unos tacones presurosos, un grupo de jóvenes quejándose de sus deberes escolares y el rugido de una motocicleta seguido de un olor a llanta quemada inconfundible.
A mi derecha, encuentro un hombre de unos cincuenta años, mirando a través de sus gafas oscuras con cautela. Son notorias la melancolía y la decepción en su rostro. Yo puedo distinguirlas, por que las veo que el propio.
En definitiva, estos días ponen a uno a pensar. Las cosas cambian con demasiada rapidez. Ya nadie habla de sueños o de gustos, los han sustituido con obligaciones, frustración e impaciencia. Las sonrisas se transforman en ceños fruncidos; las donas glaseadas de la esquina en tragos amargos del bar más cercano; la música contenida en audífonos por claxons insistentes durante un embotellamiento.
De pronto, la locura me embarga. Quiero reír a carcajadas, hablar de arquitectura o de poesía. Tengo ganas de gritar, ir de norte a sur, brincar en un charco y empapar mi uniforme. Soltarme el cabello, libre al compás del viento. Necesito abrazar a alguien, compartir dulces con un niño, toparme con el anciano que vende paletas y escucharle. Corretear palomas, leer sentada en medio de la plaza y beber una bomba de azúcar en forma de frappé unicornio.
Salgo de mis pensamientos. Al parecer, no puedo hacer mucho, solo queda terminar ese café americano sin un gramo de azúcar, frío de tanto esperar.
Bien escrito, me gustaría que leyeras el capítulo de descripción en el libro. Estudia el ejemplo que trae. Se trata de atrapar un instante como si tomaras una foto.
Tu escrito me llamó la atención desde el título, me gusta la manera en la que logras transportar al lector al escenario que describes y la temática que presentas me parece muy real. Además me gusta tu redacción y ortografía. Gracias por compartirlo.
Fue real, salía de la facultad rumbo a mi cafetería favorita para tomar inspiración y escribir. Me senté puramente a observar, luego surgió este escrito.
Gracias por leerlo.
Qué buen escrito. Muchas veces me he sentido muy conectado con mi entorno y las sensaciones que me causa todo ello. Últimamente ya no me he sentido así y este escrito me ha ayudado a recordar los momentos en que he tenido experiencias así y de cierto modo, conectarme con la que se narra aquí.