“MI ESTRELLA”
Era el mes de febrero, aunque correspondía a la estación de invierno, el día era cálido como cálido era su corazón vestido de gala para ver vuelto realidad su anhelo. Su reloj marcaba las doce y era el instante programado para que aterrizara el gigante de acero. Dentro del aeropuerto miró el suelo de baldosas rectangulares grises y negras, pensaba que eran de hielo pues podía ver su reflejo y patinar alegremente sobre ellas. Se detuvo frente al pasillo “Llegadas” por donde ingresaban los pasajeros, el fondo tenía puertas deslizantes que al separarse lateralmente dejaban entrar una luz deslumbrante blanca y celeste. Observó a su alrededor, había comercios circundando y también bandas de contención, tras de las bandas había por lo menos veinte personas esperando igual que ella. De su mochila sacó una pancarta de bienvenida. Estaba impaciente, pues el vuelo había tocado tierra y aunque entraban mares de gente, su adorado no aparecía.
El tono silbante del celular la puso sobre aviso, descubrió un texto con palabras extranjeras que rezaba “Ya llegué Kat, ¿dónde estás?”. Quiso escribir a prisa, pero sus dedos no presionaban las teclas correctas, estaban tiesos y temblorosos, así que solo escribió una corta respuesta: “Aquí”. Su corazón estaba acelerado corriendo en un solo lugar, y ella presentaba respiración entrecortada, pero no adolecía, se sentía volar. Mientras esperaba, podía observar algunos encuentros gustosos y otros un poco indecentes. El aire acondicionado se colaba entre su ropa ocasionando una mezcla con la transpiración de felicidad que le erizaba la piel. Su sonrisa era titánica y bailaba con nerviosismo alternando de pie.
Asomó su cabeza al pasillo una vez más, encontrando sus ojos con decenas de personas hasta que las puertas de cristal se deslizaron por última vez. De entre la luz cegadora sobrevino él, caminaba con pasos amplios, despreocupados, en su mano derecha llevaba una cámara con la que grababa. Vestía un pantalón de mezclilla negro y una chamarra del mismo color, con la inscripción de “Universidad Nacional de Artes de Seúl”, que cubría hasta la mitad de sus pantorrillas, llevaba calzado cómodo y en su espalda una mochila roja. Su piel blanca resplandecía, su altura era extraordinaria y su cabello estaba teñido de naranja. Kat se sintió desfallecer, pero no era el momento para eso y corrió desaforadamente a su encuentro. Mostró la pancarta de bienvenida unos segundos, pero no pudo más y se abalanzó sobre él. Él sonrió emocionado y extendió los brazos para recibir el cuerpo de la chica que antaño había conocido solo a través de textos y a quien desde lejos había amado. Recargó su cabeza en su hombro, se estrecharon fuerte. Al apartarse se miraron fijamente, encontrándose unos ojos latinos con unos ojos asiáticos. Asombrados, emocionados, incrédulos, tocados por el amor, movidos por el regalo concedido por la vida, así se encontraron aquél día de febrero en el aeropuerto de Tampico cuyos pisos que reflejaban los pasos, fueran testigos de su unión predestinada por las estrellas.
Katia Mava
Muy bien la redacción, ahora, vuelve a leer el capítulo sobre descripción, cual es la característica de la misma.
Gracias Romina, volveré a leer.
¡Wow!
Me imaginé en una esquina observando esa escena. Muy buen escrito Kat.
¡Felicidades!