Reto 16: La bendición

Me acerco a la cómoda, tomo mi perfume favorito, lo rocío sobre mí, el aroma embriagante a cítricos me hace aspirar con mayor profundidad, en un arrebato de melancolía, trato de atesorar cada rincón, miro con detenimiento los estantes llenos con mi colección de Hello Kitty, el pequeño sillón tapizado con flores amarillas, el cuadro del ángel de la guarda bordado por mi hermana, la máquina de escribir de cerámica, que adorna el marco de la ventana.

No puedo creer que hoy fue la última vez que desperté en esa cama, recorro con mis dedos las flores talladas en la madera del respaldar, como tratando de dibujarlas de nuevo. Mi osito de Felpa me despide con su sonrisa desgastada por los años, sobre la mesita de noche, un libro a pocas páginas de contar su final, el reloj de pared detenido, el viejo televisor con su antena de conejo, descansa sobre una repisa blanca, en medio de las fotos de una joven en traje de graduación y un niño sonriente que celebra su primer cumpleaños.

El espejo, a pesar de su esquina quebrada, me devuelve la imagen de una princesa, con su vestido blanco y largo, de falda frondosa y corsé apretado, en escote de corazón, una corona llena de pequeñas y resplandecientes piedras, el cabello negro azabache, cayendo en largas ondas, miro mis labios color rosa y las pestañas falsas que agrandan mis ojos. Me siento bella. Descubro un poco mis pies, aparecen unos zapatos rojos, muy brillantes, recuerdo los de Dorothy en el mago de OZ.

Respiro profundo, tratando de controlar a mi nervioso corazón, felicidad, miedo, y nostalgia se mezclan en un coctel de emociones, es la hora de salir, abandono la imagen del espejo, para encontrarme de frente con un closet casi vacío y una caja llena de recuerdos.

Mi madre entra a mi habitación, me pide que me arrodille, no entiendo muy bien su propósito, pero obedezco, entonces, pone su mano sobre mi cabeza y me da su bendición, no puedo contener las lágrimas, ella tiene los ojos aguados también.