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RETO 16: AQUEL BESO

Aquella noche, estábamos sobre un mueble blanco y amplio, él y yo sentados de cerca entre risas coquetas, miradas profundas y comentarios a voz baja; su brazo me rozaba una y otra vez, provocando en mí un alboroto de emociones; todo alrededor parecía ser cómplice de esa cita, la jarra de vino, la poca luz del salón y el micrófono que pasaba de mesa en mesa para que las voces de los amantes declaren su amor por medio de canciones.

Llevábamos casi un mes conversando por horas a través del teléfono; y al fin el esperado encuentro se había dado, sin amigos y conocidos.

Por dentro rogaba que la noche fuera eterna, yo estaba tan a gusto con su actitud, como hace tiempo no me sentía; ambos, éramos conscientes de que nos gustábamos, pues en una llamada, lo habíamos confesado.

Las horas pasaban, y yo, encantada al oírle hablar; poco a poco me llenaba de deseos por besarlo y abrazarlo, pero en mi condición de mujer tímida no me atrevía a dar el primer paso.

Las canciones de amor continuaron sonando entre diferentes voces, el ambiente se tornó aún más romántico; y de pronto, él tomó mi mano; yo, le miré a los ojos, mientras una corriente parecía recorrerme; acercó su rostro a dos centímetros de mí, sus ojos parecían estar suplicando un beso, mi respiración se volvió lenta al mismo tiempo que mi corazón empezó a acelerarse; no me quedaban dudas yo también deseaba que eso pasara; giró un poco su rostro, cerré los ojos y él abordó mis labios con los suyos, ¡Oh Dios, era la gloria¡ sentir cómo ellos me apretaban sutilmente; dejé de pensar en que si las voces de alrededor eran excelentes o no al cantar; solo era él, yo y el sonido que provocaba aquel ósculo; nos besamos una y otra vez sin dejar espacio alguno en ellos.

Conforme pasaron los segundos, posó su otra mano sobre mi espalda, con ternura y delicadeza, me sentí mimada mientras nuestros labios buscaban su  ritmo, su melodía, descubrían su textura, su sabor; me embargó su frescura, su entrega, y nos envolvimos en complicidad, el tiempo parecía detenerse; cuando aquella aproximidad terminó nos descubrimos entre risas tímidas y tontas miradas.

Divisé alrededor avergonzada, y noté que una pareja frente a nosotros nos contemplaba fijamente, le susurré aquello al oído, él sonrió y se acercó para musitar que también lo había notado y que no me preocupara.

Yo seguía con el sabor de su beso a la vez que me sentía tan feliz; pasó su brazo detrás de mí para abrazarme mientras brindamos; aquella noche queda en mi memoria como uno de los momentos más especiales y mágicos en mi vida.

Atte. Margarita

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romina
2 años desde

Muy bien escrito. Solo recuerda que descripción es una fotografía, casi no hay movimientos.