RETO 15. Recuerdos

Tiempo Pasado

Tercera Persona

Debanhi bajaban a prisa los espigados escalones de peña, la curiosidad la mantenía alerta ante la arquitectura novohispana, con los momentos de persecución religiosa grabados entre sus habitaciones.

El museo de la santa inquisición. Cárceles, cuartos de juzgado y herramientas de tortura. La génesis del lugar había permanecido por años; solo un edificio con crueles recuerdos para recorrer.

—Mira, estoy por ser juzgada. —decía entre risas Debanhi mostrándole sus muñecas encadenadas a Daniela.

Daniela la imito, tomando lugar a su lado con una esposa.

—No durarías ni un día con ellas. —Le retó.

—Obvio no, pero te apuesto que si podría estar un día entero en este lugar.

—Entonces te reto a separarnos y recorrer el lugar hasta el cierre. —Daniela sabía que Debanhi era muy temerosa a ese tipo de lugares, con un ambiente algo fúnebre a pesar de ser un museo.

—Entonces te veo en —revisó la hora en su celular. —… Tres horas aquí mismo.

—Bien, llámame si cambias te opinión.

Debanhi partio de la habitación primero, sus manos comenzaron a temblar conforme avanzaba, mantenía la cabeza baja sin prestar atención a las exhibiciones, creía poder permanecer en el museo si no se concentraba en que estaba en un lugar donde hubo tanto dolor, era una persona muy sensible.

En cambio, Daniela disfrutaba de la historia, sin importar lo que se vivió, ya que eran acontecimientos pasados y sobre todo, le divertía hacerle bromas a Debanhi.

Después de tres horas Debanhi se encontraba en la habitación donde había quedado con Daniela, sin embargo, ella la esperaba detrás de un ataúd, lista para sorprenderla.

Entonces, salto de su escondite esperando sorprender a Debanhi, antes de que pudiera razonar lo que estaba pasando Debanhi salió detrás de ella tomándola por los hombros, haciéndola gritar de horror.

Al haber visto a Debanhi riendo, trato de indignarse ante la broma, pero no pudo contener la risa, su amiga era tal impredecible y a pesar de las bromas que pudieran llegarse a hacer una a la otra, se querían tal cual y disfrutaban de las memorias que creaban día a día.

Tiempo Presente

Primera Persona

—¿Dónde está Majo? —grito a todo pulmón, pero la música esta tan alta que mi voz es como un susurro entre la multitud. Las personas se limitan a negar con la cabeza.

Salgo al patio y la veo hablando con Hernán, tiene el ceño fruncido y sus ojos se ven mas profundos conforme Majo habla. Cubre su rostro con ambas manos y suben para estirar su cabello. Me acerco sigilosa escondiéndome detrás de un árbol y logro escuchar a Majo.

—Ella no quiere estar contigo, pero no se atreve a decírtelo.

—Se que el compromiso no es algo fácil para ella, pero me dijo que lo iba a pensar. —Hernán habla con la voz entrecortada.

No hace falta escuchar más, sé que se refiere a comprometernos. Le confié a Majo mi secreto, el como me aterra unir mi vida con la de alguien más, como me aterra herir a Hernán y ella sin más, le dijo la verdad a su conveniencia.

Hernán derrama una de las lágrimas que había estado conteniendo y se va a prisa de la dolorosa escena, dejando a Majo con la oración a medias.

—Pensé que eras mi amiga. —salgo de mi escondite y la enfrente. Las lágrimas caen calientes sobre mis mejillas y me recuerdan a las palabras que alguna vez me dijo “Jamás te haría daño”.

—Me quería morir cuando supe que se iban a comprometer. —habla con palabras cargadas de rencor.

Me duele el corazón como no me había dolido algo antes. No tiene caso pedir explicaciones. Me limito a darle la espalda y buscar a Hernán para aclarar las cosas.

Jamás pensé que Majo podría haber sentido algo por Hernán, después de tantos años con él, ella solo se limitaba a escucharme y aconsejarme, ahora veo que todo fue una mentira bien montada. Por ahora no me interesa hablar con ella sobre el tema, ahora solo quiero encontrar a Hernán.