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Reto 15: Amistades

Cuando Asher llegó, Fer estaba justo en la entrada de la librería, esperando mientras se entretenía con su teléfono. Notó la presencia de su amiga pasados unos segundos, y la saludó con un movimiento de la mano. Asher le devolvió el saludo con entusiasmo y acto seguido, subió con saltitos los peldaños que llevaban a la amplia puerta de cristal. El ruido de los motores y claxon furiosos de los autos que pasaban por esa avenida hacía que fuera casi imposible conversar.

Entraron a la librería, tan solo la puerta se cerró tras ellas, el sonido del exterior se ahogó para dejar paso a una música de ambiente que flotaba entre los numerosos estantes, armonizada con los cuchicheos y murmullos de los demás compradores.

–Muy bien –le dijo Asher a su amiga–, escoge un libro y ese será tu regalo de cumpleaños.

Ella tenía en su mente un pequeño plan para cuando salieran de ahí, o su amiga finalmente se cansara de ver los libros, pero conforme empezaron a recorrer los estantes, las cosas divergieron de su plan.

La librería era inmensa, solo había pequeños espacios para caminar entre las estructuras de madera que sostenían los libros. Vieron de toda clase, desde diseño hasta cocina, cada estante con su etiqueta que indicaba el tipo de libro que contenía. Se detenían cada poco, tomaban los tomos, leían las contraportadas e incluso los hojeaban, comentaban los que veían y buscaban libros específicos solo llevadas por la curiosidad.

Finalmente, Fer escogió un libro, Asher miró su reloj, y se dio cuenta con sorpresa que ya habían transcurrido un par de horas, el tiempo para ambas había pasado volando

 

Nayeli me arrebata la hoja de papel, en la cual está impresa la imagen de un dragón, una criatura que había dibujado yo misma durante la clase anterior, con horror veo cómo mi amiga toma el papel por la parte superior, y sus manos se deslizan, provocando un sonido que me taladra los oídos y acelera mi corazón: el crujido del papel rompiéndose.

Se me nubla la vista. Mi dibujo, ¡mi dibujo! Dejo de pensar, me hierve la sangre, siento un par de lágrimas tibias brotando del borde de mis ojos, me abalanzo sobre ella, con rabia, mucha rabia, Nayeli toma el papel desde otro ángulo antes de que la pueda detener, estoy sobre ella pero logra crear mas pedazos, no pienso, no puedo pensar, saco mis uñas, las entierro sobre la piel blanca y suave de sus brazos, ella grita, pero no me importa, forcejea, en mi mente solo puedo ver las piezas de mi creación destrozada, me golpea en los brazos, comenzamos a intercambiar alaridos, gritos, rasguños y golpes, nos empujamos, estoy gritando, profiriendo insultos.

Ella agarra un mechón de mi cabello, reacciono rápido, un instante mas tarde tengo el montón de hebras doradas en mi puño, nos miramos con odio y enojo, mientras jadeamos, inmóviles, la amenaza permanece allí, nos mantenemos quietas, como rehenes a punta de pistola.

Mi dibujo, no la puedo perdonar, no quiero soltarla, los mirones pasan a nuestro lado pero ningún maestro se acerca para detenernos. Pasan unos segundos pesados de amenazas silenciosas, hasta que ambas soltamos el cabello de la otra, y yo me voy, sin decir mas palabra, aún con el sonido de las hojas rompiéndose haciendo eco dentro de mi cabeza.

 

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