Pasado (Tercera persona)
Caminó por las calles sin ánimos siguiendo a la persona que había sido su única compañía en sus horas críticas. Bueno ¿A quién no le rompieron el corazón y ha pensado que es el fin del mundo? Eso le había sucedido a él, vivió una intensa discusión con la persona que quería donde ambos se dieron un tiempo de respiro pero se sentía miserable, vacío, todos los recuerdos le quemaban y le hacían pensar que fue el culpable. Luego de tan dura separación su amiga lo encontró solo, con la mirada perdida bajo una ligera llovizna y como si se tratara de un cachorro moribundo decidió llevarlo a casa.
La siguió más para despejar su mente que buscando un consuelo. En todo el trayecto respondió las preguntas con monosílabos siendo muy cortante, ella se lo esperaba es más, las hizo con ese fin esperando que se desahogara para luego quitar la burbuja que lo estaba matando.
Sin darse cuenta habían llegado. Ella no quiso entrar a su hogar solo se sentó en la fría vereda y le invitó a hacerlo también. Sin ganas se dejó caer junto a su amiga, por varios minutos no se dijeron nada solo disfrutaron de las lejanas luces de su ciudad mientras las heladas corrientes de aire los acompañaban. Por un instante él bajo la cabeza controlando que el nudo en su garganta no se convirtiera en lágrimas, sentía todo el peso del mundo en los hombros hasta que su compañera aprovechando que bajó la guardia empezó con la frase: “No estás solo”. Regresó a verla confundido para escuchar las siguientes palabras que de a poco se convirtieron en cálidos roces, sintió como ella lo abrazaba con su voz y le acariciaba el rostro con sus ojos.
Estuvo a punto de llorar de nuevo pero ya no por tristeza si no por alegría. Nunca se dio cuenta del valor que aquella chica tenía hasta ese momento, una persona que había aguantado sus berrinches pero lo cobijó con sus más sinceras palabras.
Presente (Primera persona)
Camino lo más rápido que puedo llevando mi cartulina, las clases empezarán en cualquier momento y no sería problema si llego unos minutos tarde pero tengo una exposición, aunque he estudiado mucho debo admitir que estoy algo nervioso siempre es difícil enfrentarse a tus compañeros para hablarles sobre algún tema.
Al llegar al aula solo están los alumnos. Bien, aún tengo tiempo para prepararme y revisar mis apuntes. Leyendo las notas me tocan la espalda, uno de mis amigos ha venido a preguntar si estoy listo, respondo negativamente temo equivocarme. Nuestra conversación es interrumpida por la maestra que entra rápidamente y antes de irse a su pupitre me dice que todo saldrá bien.
Soy nombrado para iniciar con la explicación. Voy al frente y pego con cinta adhesiva mi enorme cartulina en el pizarrón. Empiezo hablando con mucha facilidad, expreso todas mis ideas sin que se enreden ni se tropiecen en mis palabras.
Cuando termino algunos levantan su mano diciéndome que repita ciertas partes que no les quedó claro, sin problema explico los puntos que ellos necesitan esperando que esta vez se haya entendido. Luego de unos minutos y al ver que no hay más dudas la docente está a punto de enviarme a mi lugar pero pidiendo la palabra un compañero extiende su brazo para decir: “Creo que la exposición está mal planteada porque no entendí de lo que habló”. Lo miro incrédulo sin saber que responderle a la persona que minutos atrás me dio ánimos. Intento defender mi posición pero no se me ocurre nada por el golpe que acabo de recibir. ¿En verdad es mi amigo el que habla?
La profesora se pone de pie diciéndome que es necesario que todos los alumnos entiendan y tomando en cuenta el traicionero comentario baja mi calificación. Voy a mi asiento no con enojo porque a cualquiera le puede pasar, sino decepcionado de la persona que siempre he creído conocer.
Muy bien los tiempos, al primero le falta ordenar un poco la idea, buscar conectar.
Lo haré, muchas gracias!
me gusto la segunda narración me hizo recordar viejos tiempos en la universidad con mis compañeros. Muy bueno.