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Reto 14 – Te extraño… te odio… te admiro

Un alegre despertar
Lunes. El primer día de la semana empezaba a ser solo un día mas desde que entramos en cuarentena. Este es el quinto lunes y el sol ya empezó su trabajo. Creo que estar tan lejos de la tierra lo hace olvidar que ya muchos no esperan su salida para despertar e iniciar un nuevo día. Pero otros si, entre ellos yo. 
El ministerio de educación daba inicio a las clases virtuales, lo que me causaba una inexplicable alegría. No iba a ser hasta las 7 de la mañana que iniciarían. Yo me desperté con el primer sonido de las 5 de la mañana, un gallo que, cantada a lo lejos, pero que igualmente había conseguido despertarme. Me incorpore lentamente mientras corría la cortina a mi lado para dar paso a la calle que estaba al otro lado de mi ventana. Vacía como las últimas cinco semanas. Con pataditas infantiles retire las cobijas de mi cuerpo para alejarme del calor de la cama. Deje mis cobijas, y con ellas mi lastre de pereza, el mismo que me acompañaba cada mañana. Fui a la ducha y dejé que el agua corriera por mi cuerpo mientras pensaba en ver a mis compañeros.
Toda interacción ahora se limita a una pantalla, pero, en este momento era lo único que quería. No encajo mucho con ellos, no como quisiera, pero quería verlos. Salí de la ducha después de veinte minutos, con la toalla envuelta en mi cuerpo y mi cabello dejando un rastro de agua por todo mi trayecto, fui a mi habitación, encendí mi computador, que pide a gritos una reparación y dejé que sonara “Salvaje” de Elvis Crespo por toda la habitación, al tiempo que yo inspeccionaba todo mi guarda ropa. Elegí un pantalón holgado y una blusa ancha para hacerle frente al calor que azotaba las calles en esa mañana. Me vi al espejo y sentí alegría, alegría de que aun pudiera ver a personas que son tan importantes para mi, aunque no se los diga a menudo. Volví al patio para dejar la toalla y alcé mi vista al cielo, el sol azotaba con fuerza y su reflejo era cegador. En ese pequeño momento de aturdimiento escuché como sonaba una notificación, interrumpiendo “Beautiful” de Bazzi, volví a la habitación y ahora todo se veía mas oscuro, producto de haber visto fijamente el sol. En la pantalla del computador leía con dificultan “Video chat entrante”, conteste con dificultad y cuando mis ojos volvieron a la normalidad los vi, y la alegría broto en forma de pequeñas lagrimas que excuse con las gotas de agua que aun caían de mi cabello. “Me alegra verlos” dije para mi y empezamos con la clase.
 
¡TE ODIO ANDRES! ¡TE ODIO!
Su ropa estaba en el piso. Su pijama tenia aun marcas de sangre y su cuerpo recibía todo el frio de la mañana, que se colaba como un invitado no grato por la ventana del cuarto de lavado. Encendió la lavadora y se metió a la ducha. Cerro sus ojos con fuerza y se dejó caer en la pared mientras veía como el agua y la sangre escurrían por su cuerpo. Desde que se había levantado solo habían pasado 15 minutos y era el momento de repasar había ocurrido. De aclarar lo que había acabado de hacer. 
 Miércoles, 22 de abril. Sara abrió sus ojos con dificultad, algo la incomodaba. Su mente era una maraña de pensamientos esa mañana. Por su ventana ya no se colaba el habitual sol que caracterizaba abril. No, esta vez solo el frio penetraba los vidrios de la ventana y se adhería a su cuerpo que seguía retorciéndose presa de dolor. Después de un par de minutos de acomodarse en diferentes posiciones y que el resultado fuera el mismo, se levantó. Y allí estuvo su respuesta. La mancha roja que marcaba su sabana, se le clavaba como una daga en el corazón. Su periodo era su principal enemigo, no solo por los insufribles cólicos que lo acompañaban, sino también por lo sentimental que la ponía. Esta vez, ese primer día, ese despertar, la sentó a llorar junto a su cama mientras decía “¡TE ODIO ANDRES! ¡TE ODIO!” y se jalaba el cabello sin explicación alguna. En su mente convergían todos sus episodios similares. Tomo las cobijas, las sabanas y las almohadas y las arranco del colchón para dejarlas en el piso. Trato de pasar ese trago amargo, pero no era fácil. Tomo las cobijas del piso y las llevo al cuarto de lavado. de golpe las echo en la lavadora y se despojó de su ropa que le recordaba su accidente tan doloroso.
Entro a la ducha y con la mirada fija en el piso y en como el agua se mezclaba con la sangre, recordó. Al hacerlo cerro en puño sus manos y golpeándose repitió ¡Te odio Andrés! ¡Te odio!
 
Tu admiradora en el silencio
Emanuel, sé que no tenemos mucha interacción, pero te conozco a través de tus letras. Tan precisas y oportunas. Te llevo envidia de la buena y te admiro en silencio, sinceramente nadie sabe que te admiro tanto. 
Debo confesarte que eres mi ejemplo. Pero como toda admiradora mis piernas flaquean al seguir los pasos de su guía. Eres el texto destacado de casi todos los retos y yo soy una participante más. Mi vida se lleva de alto y bajos. Los mismos que tienen mis letras en estas hojas que arranco, tacho y colecciono para seguir tus pasos. 
Las semanas pasan sin darle tempo a nadie, pero muchas veces mi tiempo se centra en leerte, parte de mi semana es seguir tus letras. Si los deseos se cumplieran, solo pido, como una niña que susurra sus deseos a las estrellas, que pueda encajar como tú. Que pueda desenvolverme como tú. Es mi deseo de esta semana y te hago complice de el.
 

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romina
2 años desde

Persona gramatical correcto, nos falta enfocar en qué quieres contar. Dijimos de 8 a 10 líneas en este ejercicio, por cada texto. No pasa nada que te pases, pero siempre y cuando el texto lo necesite… en el segundo, por ejemplo, tu texto, realmente comienza en Sara abrió sus ojos.. de ahí en más, súper.

Emmanuel Reyes Pérez
2 años desde

Oye, creo que el texto fue para mí. No sé. Jeje. Pero si sí, qué bonitas palabras… Me sacaste una sonrisa enorme. De verdad. Muchas gracias. Abrazo cibernético. 🙂