Reto 14 – MB

Primera persona.

Lo mejor que ha pasado desde que el país entero entró en cuarentena, es tener a mi familia completa, unida, conviviendo y compartiendo lo que en pocas ocasiones he podido notar. Como la semana anterior, en que celebramos el cumpleaños número cuarenta y cinco de mamá: sin invitados. Solo nosotros, mi familia. Al medio día servimos el almuerzo, y más tarde repartimos tajadas de torta recién sacado el horno, hechas por las fantásticas manos de mi hermana menor, no sin antes cantar el happy birthday. Fue un día maravilloso, en compañía de papá, ya que casi siempre permanecía fuera de casa, en sus viajes de trabajo.  

Tercera persona.

A Brayeen, nunca le gustaron los juegos de azar, o cualquiera que implicara apuestas. «Esos tipos de juegos son un vicio terrible», solía decir. Y se alejaba. Pero esa tarde de sábado, jugó con su mamá y su papá. Los tres en la mesa, cada quien con sus apuestas. De pronto, dos, tres, cuatro partidas, todas ganadas por el patriarca de la casa. Era el mejor. Tenía mucha destreza en los juegos de cartas. «Qué van  ganarme a mí. Si con esto les daba de comer antes, cuando eran niños, a ti y a tus hermanas, ¿no, Beth?, reía el padre». Brayeen, no soportaba perder, pero tampoco podía explotar. El poco dinero que tenía ahorrado en su billetera se iba gastando lentamente con cada juego. Se mantenía sereno, pero por dentro, quería agarrar las cartas y romperlas a la mitad. Se lamentaba haber apostado su dinero.

Segunda persona.

El futuro es incierto, mi querida Adri, y el destino, es más o  menos parecido. Sin embargo, se puede construir puentes que nos guíen hacia el camino que queremos. Por eso, en lugar de renegar de los días en que paso dentro de casa, hago planes para el mañana. Hoy en la mañana, por ejemplo, he cortado algunas maderitas para un nuevo librero que construiré, que luego lo pintaré y lo pondré en una esquina de mi habitación. Espero que los días no sean tan malos, hoy también volví a perder en apuestas con mi padre. Pero lo tomé con la mejor tranquilidad posible. He aprendido sus trucos, y quiero seguir aprendiendo. No para volverme un vicioso, experto como él, sino para matar el tiempo.