Lo mejor
Estaba feliz, la noche era tranquila, no se escuchaba sonido fuertes, solo el canto de los grillos y el televisor prendido.
Extendí el abrigo que traía, nos sentamos sobre el césped. Abrigaba bajo mi brazo a Tania, su rostro yacía junto a mi pecho. Mientras jugueteaba con sus cabellos, ella acariciaba mis mejillas.
En un movimiento suave y tenue separó su cuerpo del mío. Me llevó hasta su regazo. Empezamos a jugar. Ella apretaba mi nariz, yo le hacía cosquillas. Nos divertimos mucho. Los besos fueron constantes y sublimes. Permanecimos así por varios minutos. Dijo estar exhausta, empezó a tener sueño. Entonces volví a sentarme. Esta vez yo la cuide sobre mi regazo.
Lo peor.
Alonso despertó diferente. Su rostro era lúgubre, preocupado, revisó su cartera, sólo llevaba unos cuantos pesos. La ventas habían disminuido en exceso, tenía cuentas por pagar.
Esa mañana abrió la tienda, tratando de mostrar entusiasmo. Alguien llegó. Los ánimos de Alonso subieron, con aquella venta reunión esperanzas, aún tenía un día entero. El tiempo transcurrió rápido y ya no llegaron más clientes.
Lo que espero
De pronto me recuerdo en el aula, compartiendo con los míos. Vuelvo a la realidad. El confinamiento es terrible, privador de cosas bellas. Amigo. Mi deseo es diferente, intenso, intrínseco. Añoro que las medidas restrictivas mengüen, para poder reencontrarme con mis padres, pareja, volver a las aulas y respirar ese ambiente de compañerismo. Creo que así como yo, tu y muchos otros compartimos un deseo similar.