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Reto 13 – Un error muy caro.

Pedí ayuda a los paramédicos y comencé a temblar, retorcerme y a gritar de dolor. Comencé a vomitar sangre en un bote de basura y a marearme hasta que quedé inconsciente en la camilla del hospital. No tenía fuerzas y mi presión se había bajado demasiado. Mi último recuerdo fue que regañaron a una enfermera.

Lo único que recuerdo fue que era un lunes, que me había despertado con un dolor muy fuerte en el abdomen. Casi podía caminar, y muy apenas podía moverme. Jadeaba debido a un intenso dolor que tenía, e intenté ir al baño. Inmediatamente comencé a vomitar sin parar, hasta que comencé a vomitar bilis. Me ardía todo el cuerpo, tenía una fiebre horrible y no podía dejar de sentir el dolor. Les pedí a mis papás que me llevaran al hospital, porque yo sabía que estaba pasando algo que no era normal, pero se tardaron mucho, pues creían que se me pasaría pronto. El dolor había aumentado exponencialmente, y comencé a llorar mientras les rogaba que nos fuéramos. Me llevaron a la Cruz Roja, donde dijeron que tenía apendicitis y que debía de irme al IMSS para que me internaran y operaran. El IMSS estaba a 1 hora de la Cruz Roja, por lo que fue un largo viaje lleno de sufrimiento antes de llegar. Inmediatamente llegando comencé a sentirme peor, por lo que fui a los baños a volver a vomitar. Vomité un poco de sangre, y eso me asustó. Tuvimos que esperar 2 horas más desde que pasó, pero al final me internaron.

Llegó una enfermera diciendo que me tendrían que hacer un ultrasonido y varios estudios para asegurar que tenía apendicitis, pero sería hasta el día siguiente, pues el doctor encargado de esos exámenes no había acudido ese día al hospital. Me comencé a sentir nervioso, y sentía que me iba a dar un ataque de ansiedad. Me hicieron varios exámenes más y me sacaron una buena cantidad de sangre, y después me inyectaron suero vía intravenosa.

Estar internado y en una camilla extremadamente pequeña era horriblemente incómodo, y lo era más el hecho de que estaba encerrado en un lugar donde no podía moverme, lleno de gritos, gérmenes, angustia y dolor. La gente agonizaba. Los minutos pasaban como si fuesen horas, y me aburría demasiado. No podía hacer nada, solamente esperar hasta el día siguiente para que me hicieran los estudios.

Aproximadamente 4 horas después de ingresar a urgencias el dolor comenzó a bajar, y me sentí más aliviado. Justo en ese momento había cambio de turno entre enfermeras, y una enfermera pasó a ver cómo estaba. Dije que estaba un poco mejor, y que el dolor había bajado. En ese momento dijeron que quizá no fuese apendicitis, y que tal vez las cosas no serían tan graves y que me quedaría bajo observación.

Esa enfermera volvió a aparecer  3 horas después para cambiarme el suero, justo cuando le había dicho a mi papá que de seguro ella ya no volvería. Me escuchó a la perfección y tras cambiar el suero se fue. Unos minutos después comencé a sentirme mal nuevamente y a temblar cual gelatina. Cuando fue el cambio de turno nuevamente y llegó la enfermera de la noche, le comenté que había comenzado a temblar y que el dolor había vuelto. En menos de 5 minutos empeoré demasiado. Comencé a retorcerme del dolor y a gritar, pues no podía soportarlo más. Volví a vomitar sangre y comencé a ver todo borroso hasta que la encargada de las enfermas llegó. Regañó a la enfermera de la tarde por haberme dado un suero equivocado y que me había hecho mal. Eso fue lo último que vi antes de quedar inconsciente.

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romina
2 años desde

Bien llevada la historia. Comencemos a poner mayor exigencia a la corrección. Una vez atrapada la emoción, léelo con cuidado, evita repeticiones como el recuerdo, recuerdo de los primeros párrafos.