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Reto 13 – Robo.

De pronto sentí la punta gélida de algún fierro en mi espalda. Me pusieron contra la pared, y amenazaron con matarme.

— ¡No voltees! —ordenó la voz del hombre desconocido.

Mi corazón palpitaba desenfrenado, mi piel se erizaba y no dejaba de temblar. Un hilo de sudor bajó por mi cien hasta tocar la punta de mi zapato negro ¡Dios mío!, supliqué.  Si esto es mi fin, que sea rápido. Y si no lo es, protégeme.

— ¡Las llaves! ¡Dame las llaves, mocoso! — dijo el hombre con el arma en la mano.

Me resistí. Lo enfurecí, apuntó a mi nuca y me golpeó con el mango. ¡Toc! ¡Aum!

Rebuscó entre mis bolsillos y sacó las llaves. Se lo lanzó a su compañero. Se llevó también mi celular.

— ¡Ya está, vámonos ya!

Encendieron mi moto y se fueron. Me robaron. Era nuevo, y de último modelo. ¿Qué le diré ahora mi papá? Quise llorar, pero un hombre no llora, agradece por estar vivo, y maldice quienes le hicieron el mal. Pero nada de eso.

¡Maldita sea la hora en que vine en esta moto! Si tan solo no hubiera sido un pendejo presumido, nada de esto habría pasado. Pero estaba tan orgulloso hace algunas horas.

Papá me sonreía alegre de que yo pudiera finalmente montar esa tremenda bestia motorizada de dos ruedas y potente motor. Para demostrarle mi destreza, hice algunas maromas. Mi padre aplaudió asombrado: «Muy bien, hijo. Te la puedes quedar, pero anda con cuidado. Uno nunca sabe, quién podría estar viéndote y checando lo que tienes», «Si, papá. No te preocupes».    

Más tarde tendré clases en el instituto, y para presumir, iré en ella. Pero no sin antes, dar un paseo con mi enamorada, me dije. Cogí el móvil de mi bolsillo y la llamé.

—Hola, mi amor. Te tengo una sorpresa. Cámbiate, ponte linda, que en quince minutos paso por ti. Me despedí de ella y colgué.

Nos encontramos a la diez, le di un beso en la mejilla y le dije:

—Mira esta belleza. Me lo acaba de dar mi papá. Es mío ahora.

— ¡Guao! pero, ¿no es demasiado ostentoso? Es que últimamente, ha habido robos de motos. No quiero preocuparte, solo informarte para que tengas mucho cuidado, amor.

—Lo sé, lo sé. Pero, mira nomás, nadie me alcanzaría. Ahora, deja de preocuparte y vayamos a dar una vuelta.

Mi novia me miró insegura.

—Creo que, no estoy dispuesta. Mejor, ve tu solo. Tengo miedo de que nos accidentemos. Te conozco y sé que eres un loco manejando estas cosas. Anda tú. Te veo luego.

—Bueno, tú te lo pierdes.

Y en verdad, yo perdí. Lloraba de rodillas en ese callejón, mi padre, y mi enamorada, me lo advirtieron, y no hice caso. No sé cuál había sido peor: permitir que me robaran la moto y casi morir, o, desobedecer las advertencias que me habían dado antes. Solo sé que hoy estoy vivo.

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Daniel Lugo
Daniel Lugo
2 años desde

Definitivamente creo que cuando lees esto, te das cuenta que lo importante es estar vivo, y que al final lo material es solo eso, cosas materiales que van y vienen, buen texto