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Reto 13 “navegantes”

Las aguas bravas azotan la embarcación improvisada, Hildebrando no para de reír observando cómo me aferro aterrado en la madera de la balsa, mi rostro y ropa están empapados pienso en lo molesta que estará mamá, mi cuerpo empieza a temblar de frío o de miedo a estas alturas no estoy seguro, la inclemencia de la corriente parece pesadilla en el que uno va a merced de una fuerza incontrolable rumbo a su perdición. El Huallaga no nos dejaría ir tan fácilmente, olas van y vienen como el recuerdo del preciso instante en el que mi primo, Hildebrando, con la respiración agitada interrumpe mi camino para revelarme su increíble hallazgo.

La crecida del río Huallaga arrastraba un sinfín de árboles y madera vieja, entre otras cosas, los cuales terminaban su recorrido en las orillas de los dos puertos cercanos. Mi primo 4 años superándome la edad se caracterizaba por el poco miedo a las cosas arriesgada que hacía para pasar el rato ¡era un verdadero temerario! Él solía recorrer las orillas en busca de objetos interesantes traídos por la corriente. Sujetándome los brazos me confiesa haber divisado en el segundo puerto varios cocos que no le alcanzaban los dedos para contarlos, nos gustaba mucho beber de su agua, el sabor dulce y refrescante era perfecto para el día soleado que atravesábamos, y lo mejor de todo era terminar comiendo la pulpa blanca deliciosa también.

Sin pensarlo dos veces decidí acompañarlo, en el camino me contó su plan. En la orilla se encontraba una deteriorada balsa que había sido arrastrada por la corriente a la que reparamos con nuevas sogas y ajustando bien los cuatro troncos que la formaban, pusimos todos los cocos que pudimos en ella, Hildebrando sería quien dirigiría nuestro recorrido de 1 km, del segundo puerto hasta el primero el que se encontraba muy cerca a casa y yo sostendría los cocos, sólo nos dejaríamos llevar por la corriente, nada podía salir mal, el único problema en el peor de los casos, con apenas 10 años yo no sabía  nadar; y lo peor estaba sucediendo, el puerto se lograba ver a lo lejos y nos encontrábamos en la parte más profunda del río sin ningún coco, todos cayeron por los golpes insesantes del agua, nadie pudo sostenerlos y no había ningún sentido en estar ahí a punto de morir ahogados sin nuestro botín, sólo quería llegar a casa. 

En  un esfuerzo sobrehumano Hildebrando bajó de la balsa y empezó a empujar mientras nadaba, levantaba la cabeza a respirar y se sumergía de nuevo pataleando con fuerza, poco a poco íbamos acercándonos a la orilla, las aguas se iban calmando y mi corazón hacía lo mismo.

Francis C. S

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romina
3 años desde

Partes del apogeo, bien elegido, aunque falta conexión, describir más la situación, hacer sentir al lector, luego vas bien, pero regresas al apogeo y lo cierras muy abruptamente. EN dos líneas resumiste apogeo, climax y final.