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Reto 13. La noche más cara.

   Sentí que dos manos me jalaban hacia arriba y desperté. Mi primo me veía con una cara pálida y desesperada, su hermano daba vueltas por la habitación del hotel. Mi mente aún no podía procesar lo que estaba pasando, podía ver sus labios moviéndose pero no escuchaba ningún sonido salir de ellos. Me tomó unos segundos pero al fin entendí lo que gritaba: “¿Tú sacaste las maletas del cuarto?”. Su pregunta me pareció absurda, pero inmediatamente entendí que iba en serio. La puerta estaba abierta y afuera se encontraban nuestras maletas abiertas en el suelo. Nos habían robado.

   La mañana del día anterior salimos temprano rumbo a la laguna de Bacalar para pasar ahí una semana de las vacaciones de verano en familia. Poco antes del medio día llegamos a nuestro habitual hotel con estilo de cabañas que se encuentra en las afueras de la ciudad. Estacionamos los autos y bajamos para realizar el registro pero no encontramos quién nos atendiera.

   El encargado del hotel colindante nos vio y se acercó a comentarnos que el dueño de nuestro hospedaje había salido de viaje, solo se encontraba el vigilante, pero este tenía instrucciones de encargarse de todo. Este último salió a nuestro encuentro, nos explicó la situación y nos comentó que recién terminaban unos trabajos de remodelación, por lo que el hotel se encontraba vacío y seríamos los primeros en alojarnos en las cabañas nuevas.

   Salimos de la cabaña desesperados, estaba lloviendo y no habían indicios de personas cercanas, los ladrones habían desaparecido. Fuimos corriendo a avisar a nuestros tíos y primos. Algunas de sus carteras se encontraban tiradas fuera de sus habitaciones, solo habían tomado el efectivo. La mayoría de mis tías no pudieron evitar el llanto. Yo seguía en shock. Fuimos a reclamarle al vigilante, quien se excusó diciendo que no vio nada, y que había gente que a eso se dedica, en especial cuando hay pocos huéspedes.

   Mientras desempacábamos nos topamos con dos turistas, aparentemente europeos, quienes llegaban de un paseo en bicicleta. Tuvieron una larga plática con mis tíos, la cual habría ignorado por completo si no me hubiera parecido extraño que preguntaran en varias ocasiones si realmente éramos los únicos hospedándose ahí. Decidí dejarlo pensar. “Son europeos”, pensé, puedes confiar en ellos.

   Aún con la frustración e impotencia decidimos desalojar las habitaciones e irnos en busca de otro hotel para el resto de la semana. Algunos de mis tíos debatían sobre si debían ir a la policía a reportar lo sucedido pero llegaron a la conclusión de que no serviría de nada. Todo el trayecto estuve con la cabeza pegada a la ventanilla observando el paisaje. Mi tío vio que aún no reaccionaba, por lo que me preguntó: “eh, Omar, ¿sí o no esta fue la noche de hotel más cara de todas?”. Solté una risa.

Omar Araujo

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romina
2 años desde

Muy bien la redacción, la alternancia cronológica bien al inicio, pero cuando quieres regresar al pasado se hace un salto algo confuso. Muy buen relato.