Gritos desesperados, sangre en mi brazo, mi padre inconsciente, mi madre llorando, trozos de vidrio exparsidos por la carretera, un auto rojo a punto de caer al barranco, lluvia imparable y sirenas de una ambulancia, hacen en mi mente un baile incontrolable pidiéndome reaccionar para contar lo sucedido en aquel momento.
Era domingo por la mañana, teniamos planeado ir con mi familia a visitar por primera vez las cascadas más bellas de Ecuador, que según dicen, parecen el velo de una novia a punto de casarse.
Aunque el día era opaco y sin vida, decidimos ir porque fue una promesa de mi padre, nunca creímos que esa promesa nos traería tantos miedos…
La lluvia comenzó a aparecer de a poco, pequeñas gotas de cristal empezaron a caer encima del vidrio del auto Forsa color negro en el que íbamos, papá comenzó a bajar de a poco la velocidad del auto para mantener la seguridad de la familia, los carros rebasaban con naturalidas y fuerza en sus llantas las cuales, al hacer fricción con el suelo mojado salpicaban gotas encima nuestro.
La autopista consta de dos carriles: Uno de ida y otro de regreso a casa. Entre risas por un mal chiste de mi madre, un auto apareció de la nada, venía en el carril de regreso, sus llantas debían estar totalmente desgastadas que no avanzó a frenar, se fue contra nosotros haciéndonos girar y golpear con brutalidad. El auto que nos golpeó dio una volcada impresionante, la barra metálica que se encontraba dividiendo la carretera del abismo lo pudo detener, los vidrios de aquel auto explotaron, el faro y sus luces salieron volando, la familia que iba dentro estaba inconsciente.
En nuestro auto, mi padre parecía un ser dormido y totalmente calmado por el desmayo, mi madre lloraba como una niña y mi ser totalmente inmóvil por el acto y mi brazo cubierto de sangre.
Poco después el sonido de las sirenas a lo lejos se escuchaba, la gente gritaba y mi cabeza daba vueltas.
Mi papá siempre reza cuando salimos de paseo pidiendo llegar con bien a casa, pero ese día pareciera que no se escuchó, que Dios se olvidó de nosotros y de la otra familia, porque temía perder a mi padre.
El primer viaje en ambulancia y la primera visita al hospital por un accidente en auto hicieron que recuerde que frágil es la vida, nos reíamos de algo insignificante y al segundo estábamos cubiertos de humo y un ruido perturbador.
Afortunadamente, después de varias horas de miedo y tras varios exámenes, mi familia y la del otro vehículo estaban fuera de peligro.
Nuestro lazo familiar se unió más, nos enseñó a ver lo afortunados que somos al poder conservar nuestro amor y unión, ya que al momento de recordarlo pensamos. ¿Qué hubiera pasado si ….?
Y nos asusta…
No inicies como un resumen, piensa en el lector, sitúalo allí, llévalo de la mano.