El estruendo fue tan fuerte que aún puedo sentir un zumbido en mis oídos, hay un humo espeso que me quema la garganta, casi no puedo respirar, miro hacia mi izquierda, por la frente de mi novio bajan densas gotas de sangre, trato de hablar, pero el miedo me paraliza.
No logro procesar que está pasando, hace unas horas mi hermana tenía fuertes dolores abdominales y entonces decidimos traerla al hospital, mucho tiempo después ya los tratamientos habían logrado su efecto y de madrugada nos enviaron de vuelta a casa.
Trato de abrir la puerta, no puedo, la empujo con fuerza, presiono con mi cuerpo, pero no cede, está trabada, me estoy asfixiando, mi área de visión está muy borrosa, tengo temor a una explosión, solo sé que necesitamos salir rápido.
Son casi las tres de la mañana, a lo lejos puedo escuchar el sonido de muchas sirenas, alguien abre la puerta desde fuera, ese ángel me extiende la mano y me ayuda a salir, estoy en estado de shock, veo a mi novio a unos pocos metros, sus labios y ojos están hinchados, pregunto por mi mamá y mi hermana, me tranquilizan diciendo que están bien.
Un paramédico se acerca y me sube a una ambulancia, estamos a una cuadra del hospital, por lo que el tiempo de respuesta de los equipos de emergencia fue muy rápido.
Estoy sentada en una vieja banca de madera en el área de emergencias, no puedo evitar ponerme a llorar, el guarda se acerca confuso, me reconoce, pregunta porque estoy de nuevo ahí, si apenas salí hace unos minutos, con voz entrecortada, trato de explicarle que tuvimos un accidente.
El alto esta borroso, mi novio lo pasa, a toda velocidad un carro se aproxima por la otra vía, no hay tiempo de esquivarlo, el impacto es inminente, puedo sentir como el carro gira sin control, son segundos eternos, avanzamos hasta que el muro de un local comercial nos detiene.
El airbag estalla, soltando un humo con un olor extraño, el carro se llena de confusión.
La familia de mi novio llega al hospital, nos abrazan emocionados, no pueden creer que estamos vivos, acaban de pasar por el lugar del accidente y se alarmaron porque el carro ahora es un montón de latas estrujadas.
Todos estamos golpeados, incluido el conductor del otro auto, pero gracias a Dios ninguno de gravedad, pronto nos dan de alta.
Ambos vehículos fueron declarados por el seguro, como pérdida total.
Mirando las fotografías del accidente, puedo ver como un milagro poder estar escribiendo esta historia, el golpe fue de mi lado y por unos pocos centímetros el final hubiera sido muy diferente.
Bien elegido el apogeo, pero no realizas la alternancia cronológica. No olvides leerte en voz alta, para detectar errores en la redacción que dificultan un poco la lectura.
Muy buen relato