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RETO 13: ALTERNANCIA CRONOLÓGICA “Un minuto interminable”

Parado sosteniéndome con fuerza del marco de la puerta y tratando de avanzar a través del oscuro pasillo que oscilaba como si fuese serpiente, caí exhausto de rodillas al piso , las lágrimas fluían por mis mejillas, el corazón me latía con rapidez y respiraba acelerado, los segundos parecían interminables en medio de aquel ruidoso momento que no me permitía escucharla.
Transcurrían las festividades de mi pueblo en enero del 2003, los juegos mecánicos estaban instalados por las calles del centro, había presentaciones en el jardín municipal y otros eventos en la plaza de toros. Recuerdo que cada año junto con mi familia veíamos los populares bailables de la academia de jazz y ballet “Siza” que se presentarían el martes 21 a las 8:30 p.m.
Aquel día, papá enfatizando decía que no quería llegar tarde mientras volteaba fijamente a mirar a mi hermana porque ella era la que más demoraba. Él quería llegar a las 8:00 p.m. para alcanzar asientos libres aunque no se imaginaba lo que sucedería, ni yo lo imaginé, nadie.
Gritaba desesperado su nombre una y otra vez, deteniéndome solo para tratar de escuchar su voz en medio del crujir de las paredes, el rechinar de las vigas y de los platos quebrándose. Angustiado no podía levantarme del piso, ni avanzar, ayudarla desde la entrada de casa mientras las puertas azotaban lo hacía más difícil.
Faltaban cuarto para las 8:00 p.m. y la tragedia se acercaba. Papá caminó varias veces desde los cuartos hasta los pasillos repitiendo que se aproximaba la hora.
Mi hermana aún estaba dentro de casa en el baño a las 8:00 p.m., esperaba sentado en la banqueta junto a la puerta de entrada cuando escuché muy cerca el motor de un camión acelerándose, volteé al frente y solo miré a mis padres esperando arriba del auto. Las luces se apagaron, me levanté y la catástrofe comenzó.
El piso tambaleaba con fuerza, mis papás gritaban mientras intentaban salir del auto, el poste de luz se movía de un lado a otro y los cables parecían gusanos retorciéndose y a punto de reventar.
El crujir de las paredes era intenso, le gritaba a mi hermana mientras intentaba avanzar por el pasillo, era inútil por que los movimientos bruscos del piso parecían olas que me jalaban y empujaban arrastrándome al origen, volteaba atrás para ver como mis padres luchaban por salir del auto.
El corazón me latía acelerado, respiraba con rapidez, los brazos se me entumecían de sostenerme con tanta fuerza de las paredes y la puerta , no podía escuchar sonido alguno de la voz de mi hermana y pensé que podría estar atrapada debajo de algo, lágrimas escurrían en mis mejillas sin cesar, angustiado y agotado caí de rodillas al piso.
En el hombro sentí una mano, era mamá, me levantó, en un abrir y cerrar de ojos avanzó por el pasillo balanceándose entre las paredes. Pasaron varios segundos y la casa parecía que se derrumbaría, ellas no salían ni las escuchaba, les grité angustiado sin parar.
No dejaba de llorar, papá me alcanzó para abrazarme, no sabíamos si estaban atrapadas o bien. Desaparecieron los movimientos bruscos y a los pocos segundos miré una silueta, se aproximaba, suspiré y sollocé, me lancé a los brazos de mi hermana.
Cuando respiré con normalidad, miré que ella me sonreía, no tenía ni un rasguño, nos dijo que se había puesto debajo del marco de la puerta y que estaba bien, aliviado la abracé con fuerza, no la solté. Quedaron de aque mal momento platos rotos y una grieta en la pared, pero nosotros a salvo.
                                                                                                 Moises Benav.

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romina
2 años desde

Falta más del apogeo al inicio, no logra el lector saber de que va, por qué seguir la lectura…