Argumento:
Kat sueña con viajar a Corea. Durante algunos meses trabaja y ahorra dinero, inesperadamente su salud empeora y debe acudir con un especialista, por lo que de pronto se ve con los bolsillos vacíos.
Trama y Esquema Riguroso.
1. El sueño de viajar.
En la escuela. En el aula de quinto año, la maestra ordena que abran el libro atlas para estudiar los países y capitales del mundo.
El inicio del sueño. Kat, maravillada, deseada viajar a diferentes partes del mundo, primero a Grecia y luego a Japón. Más tarde durante los años universitarios se enamora de Corea del Sur.
2. Aprender el idioma.
En la plaza comercial. Mientras se encuentra dando un paseo, se topa con un letrero que dice: “clases de coreano gratuitas”.
Salón de clases: El guardia le señala el lugar en donde será la clase prueba. Un salón pequeño, con una mesa de plástico y cuatro sillas, un proyector y una computadora.
El maestro. Kat entra al salón y encuentra a un hombre joven sentado al que saluda casualmente y le pregunta por el maestro. El hombre revela su identidad.
Estrés. Después de algunos meses es capaz de leer el alfabeto y sabe cosas básicas del idioma. Es difícil, quiere abandonar el aprendizaje. El maestro la anima y tras presentar el examen y obtener un buen puntaje, recupera la confianza. Decide buscar métodos para ir a Corea del Sur.
3. Trabajar.
Mentalizándose. Busca formas de ganar dinero, sabe que debe ahorrar para los costos del viaje.
Convicción. Habla con su familia, ellos la apoyan. Se siente emocionada y motivada para continuar. Se ha fijado una meta: dentro de un año estará de vacaciones en Seúl, Corea del Sur.
Reuniendo esfuerzos. Empieza haciendo trabajos de traducción de artículos de inglés a español, vender postres, hacer sesiones fotográficas, guía turístico y clases de regularización de español y gramática.
4. Enfermedad hormonal y Asma
Asma. Debido al inicio de la primavera, desarrolla una crisis de asma que la obliga a dejar de trabajar.
Desajustes. Al mismo tiempo tiene irregularidades menstruales, por lo que debe ir al hospital.
5. Gastos inesperados.
Especialistas. Al no contar con afiliación a ninguna institución pública, debe acudir a un hospital privado. Busca un neumólogo y un ginecólogo. Ambos solicitan estudios.
Diagnóstico y Tratamiento. Crisis aguda de asma / Trastorno de ritmo menstrual.
Final de la cuenta. Ambos solicitan fármacos especiales y caros.
6. Bolsillos vacíos
Etapa de frustración. En su cama, observa la mesita de noche plagada de fármacos, un nebulizador y agua. Está enojada consigo y lo externa con malos tratos a quienes quieren ayudarla.
Aceptación. Después de un largo sueño, despierta triste pero más relajada. Acepta que debe curarse primero para poder viajar.
7. Renacimiento.
Recuperación. Tres meses después, se encuentra recuperada, no solo de sus males en los pulmones y en las hormonas, sino también de su mentalidad obsesiva de ganar dinero para perseguir uno de sus sueños.
Entendimiento. Ha entendido que su sueño sigue intacto, perro que no hace falta un plazo exacto o ganar dinero como loca en las mil y un actividades, sino que con moderación debe trabajar y destinar ahorros para diferentes rubros.
Desarrollo
Bolsillos Vacíos
Cuando era niña y estaba cursando el quinto año de primaria, la maestra nos ordenó abrir nuestro libro Atlas, aprenderíamos los países y capitales del mundo. En casa había leído sobre la cultura griega y la cuna de la sabiduría y el arte ¡oh cuánto deseaba conocer las ahora ruinas de tan fascinante lugar! También quería conocer Japón, porque en mis tiempos de ocio veía anime. De esos momentos nació uno de mis más grandes anhelos: ¡viajar por todo el mundo!
Durante la universidad y después de concluirla, me adentré en el mundo de las novelas coreanas, que a diferencia del anime, me ofrecían un panorama más “real” y poco a poco me enamoré de sus temáticas y su cultura.
Un día, mientras me encontraba en un centro comercial, vi un letrero que gritaba con letras mayúsculas “Clases de coreano gratuitas”, corrí a pedir informes y un guardia de seguridad me explicó cómo llegar al aula de la clase de prueba. En realidad, era una habitación pequeña, adaptada a algo parecido a un salón de clases, había una mesa de plástico y cuatro sillas detrás. Al frente había una silla más con un proyector y una computadora. Entré con sigilo y saludé casualmente a un hombre joven. Le pregunté a qué hora llegaría el maestro, él me miró con ojos burlones y reveló su identidad: “yo soy el maestro de coreano”. Con el paso de los meses, aprendí a leer el alfabeto coreano e incluso cosas básicas del idioma, pero no era sencillo y quise darme por vencida, quizás no era lo mío. Entonces, presenté el examen semestral y obtuve la nota más alta, recuperé mi confianza.
Me informé sobre costos de vida, transporte, visa y demás requisitos. Mi siguiente paso era ganar dinero y ahorrar. Hablé con mi familia sobre mi plan, felizmente me apoyaron y mi corazón emocionado saltaba de alegría. Estaba motivada y me fijé una meta: dentro de un año estaría de vacaciones en Seúl, Corea del Sur.
Hice trabajo de todo tipo como traducciones de artículos de inglés a español, vender postres, hacer sesiones fotográficas, trabajar como guía turístico los fines de semana y ocasionalmente clases de regularización de español y gramática. Había conseguido ahorrar dinero a costa de esfuerzos excesivos, mala alimentación y estrés.
Durante la entrada de la primavera, tuve problemas respiratorios y aunados a esos mi periodo menstrual tuvo grandes y horrorosas variaciones. Al no contar con afiliación a ningún servicio público de salud, tuve que acudir a una institución privada en donde busqué ayuda de un especialista para mis pulmones y otro especialista ginecólogo. Solicitaron rayos X, ultrasonido, laboratorios… Crisis aguda de asma, trastornos del ritmo menstrual, una cuenta gigantesca de fármacos especializados y bolsillos vacíos.
Estaba en la cama de mi habitación, con los ojos irritados y la cabeza enmarañada. Trastornada de frustración y de ira, observando la mesita de noche plagada de píldoras, un nebulizador, inhaladores y agua. No podía dormir por la tos constante, los cólicos del diablo y el mal humor. Estaba enojada conmigo porque de nada había servido mi esfuerzo en el trabajo, todo lo había gastado de golpe y porrazo. Me expresaba con malos modos hacia quienes querían ayudarme. Sentía la moral destruida, el ánimo devastado, ¡estaba desnuda financieramente! Después de largas noches en vela, mamá hizo un remedio casero, como a los bebés, me dio agua de lechuga para la hora de la ducha y por primera vez después de tanto tiempo, pude conciliar el sueño. A la mañana siguiente, seguía triste, pero más relajada.
Tres meses adelante, estaba recuperada, no solo de mis pulmones o de las hormonas, sino también de mi ambición desmedida. Entendí poco a poco la crisis financiera no era tan importante como la crisis mental y física que había pasado. La vida me había dado una lección importante: la salud es primero, el dinero va y viene, el ahorro debe ser organizado, priorizando necesidades. En ese momento decidí continuar preparándome para el día en que volaré a nuevos horizontes, sana y feliz. Después de todo, dicen que la esperanza es lo último que muere, pero en mi renació.
Katia Mava
el argumento pone la lupa en la problemática… ¿qué quieres resaltar aquí?
Gracias Romina 🙂