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Reto 12 – Esquema riguroso – Pánico Financiero

Argumento:

La travesía por Europa había terminado para Adriana. Tras conocer trece ciudades y vivir el sueño de su vida, espera el avión de regreso en el aeropuerto de Londres. Poco sabía ella que un email por parte de su banco la traería a la realidad, haciendo de esa, la madrugada más intensa de todo su viaje.

 

Trama y esquema riguroso:

 

1. Algarabía: Adriana aterriza en Londres. Es la última escala de su viaje.

 

1.1. Aterrizaje en tierras inglesas: Son las ocho de la noche en el aeropuerto internacional de Gatwick y Adriana llega después de recorrer Europa. Se baja del avión y sigue a los demás pasajeros. Cruza cinco túneles y el frío de Londres se siente en el aire. Llega hasta seguridad y pide orientación sobre dónde puede esperar su vuelo.

 

1.2. Diferencia cultural: El guardia seguridad la mira extrañado y ella se pone nerviosa. El acento inglés no es su fuerte. No sabe si el guardia le entendió. Le pregunta a Adriana por qué quiere descansar en el aeropuerto. Ella dice le muestra el papel donde muestra que su escala es de trece horas ahí. El caballero feliz le habla de su ciudad. Le da el sello y le señala el camino del área de descanso.

 

2. Recuerdos: Mientras cruza el pasillo, recuerda brevemente todo lo vivido.

 

2.1. El inicio de la espera: Adriana le agradece al guardia y decide caminar despacio por el extenso corredor. No tiene prisa y mira los personajes ingleses de las paredes. El recuerdo de las trece ciudades, seis aeropuertos y sus aventuras pasan por su mente. Llega al punto central antes de ingresar al recinto de descanso. Imprime su boleto y cruza la puerta. Siente una emoción contenida: está a trece horas de volver a casa.

 

3. Exploración y opulencia: Antes de descansar un poco, pasea y observa la parte lujosa del aeropuerto.

 

3.1. Lujos nunca vistos: el área de espera de Gatwick es tan grande que decide explorar las tiendas, restaurantes y zonas de confort. Después de dos horas siente agotamiento y ve una banca de madera. Escoge una sin gente. Calcula que puede dormir unas cuatro horas antes de que amanezca. 

 

4. Ansiedad: Adriana recibe un correo del banco. Es la cuenta de su tarjeta de crédito. Tiene un ataque de pánico.

 

4.1. Sorpresa en forma de correo: Adriana toma su celular cuando lo siente vibrar. Era un correo del banco con el estado de cuenta de su primera tarjeta de crédito. Comienza a sentir angustia y sus manos tiemblan mientras lee. La deuda total del viaje sobrepasaba los dos mil dólares. “Es más de lo que gano en dos meses” piensa. Su cuerpo se tensa. Se avecina un ataque de pánico.

 

4.2. Ataque de pánico: Hiperventila y trata de controlarse. Es su primera deuda y no tiene idea de cómo manejarla. Tiene gastos propios. Nunca había tenido un problema de dinero hasta ahora. No se ha puesto de pie y no sabe qué hora es, trata de calmarse al ver que se aproximan los perros de seguridad en inspección de rutina.

 

5. Realidad y culpa: No deja de sentirse mal y se abstiene de comer por temor a gastar. Recibe un mensaje de su madre y conversa con ella.

 

5.1. Confusión: Los guardias la ven con recelo, pero se van. Logra levantarse y calmarse un poco. Camina mientras pasan las horas. Sigue sin tener una idea de cómo afrontar una deuda. Se siente irresponsable. Pasa por una de las tiendas de comida y no sabe si es buena idea gastar más dinero a pesar del hambre.

 

5.2. Sentido común: un mensaje de su madre la saca de su trance. Adriana le explica muy brevemente y siente culpa. Ella dice que no debe sentirse de esa manera. Que tarde o temprano afrontaría una deuda, y que ahora era momento de mostrarse a sí misma que era capaz de hacerlo, ya que es muy buena con los cálculos. Le dice que no aguante hambre y no pierda oportunidad de probar la comida londinense.

 

6. Revelación y regreso a casa: Medita, busca una solución y aprende una lección valiosa. Amanece, su vuelo es anunciado. Es tiempo de volver a casa.

 

6.1. Meditación al amanecer: Adriana se sienta en la banca más cercana y medita las palabras de su madre. Con un yogurt y una salchicha se da cuenta de que, si pudo con el gasto de trece ciudades sin caer en el despilfarro, una solución debía existir para esto y que no podía alterarse por dinero. Se prometió a sí misma no olvidar lo aprendido.

 

6.2. Cálculos antes de regresar: Sacó su celular, abrió una nota y desglosó su salario y gastos. Hizo recortes, divisiones de tiempo, intereses y cuotas. Se sintió satisfecha, había dado con una solución financiera: le tomaría 6 meses pagar todo. El amanecer aparece detrás de ella. Su vuelo había sido anunciado. Caminó hacia su hangar para tomar el avión de regreso a casa, esta vez dispuesta a descansar de la madrugada más intensa de todo su viaje.

 

Relato:

Pánico financiero

 

“Bienvenidos al Aeropuerto Internacional de Gatwick, disfruten su estancia”. Era el aviso que estaba esperando. Luego de recorrer Europa, Adriana por fin estaba en Londres y en una de las terminales más grandes del mundo. Contempló extasiada la negrura de la noche mientras se estiraba y esperaba su turno para bajar del avión. Por suerte su abrigo rosa pálido era grueso, ya que al ponerse en marcha junto con los demás pasajeros (iban por el tercer túnel y faltaban dos) el frío se colaba por las ventanas altas.

 

Consideró su bufanda, no estaba acostumbrada al clima invernal, pero descartó la idea cuando divisó el sector de seguridad para extranjeros. Después de darle su pasaporte al guardia, con un poco de timidez se animó a preguntarle en qué parte del aeropuerto podría aguardar su vuelo.

 

La mirada de confusión del funcionario propició un silencio incómodo y una sonrisa nerviosa en ella. El inglés británico difería del suyo y no estaba segura si le había entendido. Él a cambio le preguntó por qué quería descansar ahí, habiendo tantos hoteles cerca. Con alivió, mostró su itinerario con la escala de trece horas. El sobresalto de sus ojos hizo reír a más de un presente al escucharlo recitar una descripción de Londres mientras le daba el sello de autorización y le indicaba la dirección que necesitaba.

 

Agradeció y continuó su camino, contempló sin prisa los carteles de ingleses famosos en las paredes y la nostalgia se posó en sus recuerdos. Visitó trece ciudades y seis aeropuertos, sonrió a ojos cerrados: había sido un mes inolvidable. Logró divisar el área central previo a la estancia, imprimió su boleto y cruzó la puerta con la emoción de que ya casi volvía a casa.

 

El asombro no le alcanzaba: tiendas de diseñador en oferta, restaurantes tipo bistró y zonas de confort semejantes a una cama. Era hermoso y ridículo a la vez observar sus ojos brillar por tanto lujo. Después de dos horas de recorrido el agotamiento le exige la banca de madera y sin gente frente a ella. “Creo que con cuatro horas de sueño estaré bien” pensó mientras se acurrucaba.

 

Su descuido de apagar la vibración de su celular dibujó hastío en su rostro. Con pereza vio que era un correo del banco: le habían enviado el estado de cuenta de su primera tarjeta de crédito y que sacó para este viaje. Cualquier atisbo de alegría fue borrado por la angustia y el temblor de sus manos. ¡La deuda total sobrepasaba los dos mil dólares! “Es más de lo que gano en dos meses” susurró aterrada y bloqueada por la tensión de su cuerpo, tenía un ataque de pánico.

 

Adriana hiperventilaba incapaz de controlarse. ¡Tenía una deuda! La primera de toda su vida, ¿Cómo iba a manejarla? Apenas podía con sus gastos. Desconociendo la hora y si continuaba sentada, recuperó un poco la cordura al ver a los perros de seguridad olfateando en inspección de rutina.

 

La desconfianza de los guardias se notaba, pero pasaron de largo. Después de lograr levantarse, caminó con la mirada perdida mientras las horas avanzaban. Tenía el sentido de la responsabilidad por el piso. Un rugido similar al de Chewbacca proveniente de su estómago se hizo presente cuando vio una tienda de comida frente a ella. Por primera vez en su vida no sabía escoger entre aguantar hambre y no gastar de más.

 

Nuevamente una vibración la saca de su trance. Era su madre preguntando si logró dormir. Con cierta culpa le explica la noticia y su angustia se congela al leer las palabras de su madre:

 

“¿Por qué te sientes así? Este momento llegaría algún día. Demuéstrate que puedes con esto, eres muy buena con los cálculos. Deja de aguantar hambre y luego me cuentas a qué sabe esa salchicha en palito.”

 

En la banca más cercana y con un yogurt y la salchichita, meditaba las palabras tan certeras de su madre: si pudo con un mes de gastos en Europa, una solución debía existir. No era la primera ni la última en esa situación. Se dio una cachetada interna: no podía alterarse por dinero así y menos por algo que fue un sueño hecho realidad, y ésta era una lección que no olvidaría jamás.

 

En su celular abrió una nota y desglosó su salario y gastos. Hizo recortes, divisiones de tiempo, intereses y cuotas. Después de unos minutos, se sintió satisfecha al crear una solución: le tomaría 6 meses pagar todo. Con el amanecer detrás de ella y su vuelo anunciado, caminó hacia su hangar. El avión la esperaba, no sólo para llevarla a casa, sino para descansar de la madrugada más intensa de todo su viaje.

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romina
3 años desde

falta enfoque en el argumento. No sé que quieres contar.
Esquema muy bien, relato bien, recuerda… hacer sentir.