Argumento
Una chica cuya vida austera la había llenado de sueños y anhelos que al vislumbrar el dinero sucumbió al despilfarro.
El amor por su familia decayó en superfluos obsequios que terminaron por vaciarle los bolsillos, ¿entre el amor y el dinero, existe un medio?
Trama y esquema riguroso
Infancia de carencias
Durante su infancia vivió con lo necesario pero veía la ropa, los zapatos o las comidas dulces como lujos irreconciliables.
Estudios y trabajo
Al ingresar a la universidad adquiere independencia y busca trabajo de mesera.
Primer sueldo
Por primera vez en su vida posee dinero y se compra sus primeras camisas y sacos para sus clases.
Obsequios
Llena cada día a sus hermanos de chocolates y gaseosas que a ella se le mayor y poco a poco los obsequios en las fiestas la sofocan.
Escases de dinero o ahorros
Su madre la hace caer en cuenta que no tiene dinero para ella misma y tiene que ahorrar parte de su dinero para emergencias.
Aprender a preservar el 10 % de lo que se gana
Después de un año de llevar la contabilidad de sus gastos logra un equilibrio entre los obsequios que disfruta dar a su familia y el ahorro en su vida.
Historia
Desde niña Ana solía mirar el cielo con la promesa de un futuro que sería suyo. Donde los dulces o las prendas hermosas serían material del día a día.
Creció prometiéndole a sí misma que un día le daría a su familia todo aquello que ella había deseado. Guardando esa promesa en su corazón ingresó a la universidad y consiguió su primer empleo.
La primera labor fue tan simple y en ocaciones tan dura, limpiaba pisos y servía mesas, pero era feliz al pensar que lo hacía por si misma.
Cuando el fruto de su esfuerzo tocó sus dedos, sus ojos se iluminaron y su mente fue inundada de sueños de prendas elegantes y dulces manjares. Compro el saco de paño negro que siempre había deseado y en el cumpleaños de su madre el pastel más grande y caro acompañado de un enorme ramo de flores que la llenaba de orgullo.
Los meses pasaron y oportunidades no le faltaron para llenar a sus hermanos de mimos y obsequios, dulces, juguetes y ropa. Pero el dinero parecía escaparse entre sus dedos, sus labios se llenaban de sonrisas y sus bolsillos de recibos.
Una noche su madre la confrontó, acarició su mejilla y con una sonrisa le dijo que debía velar por si misma y debía conservar parte de todo lo que tenía. A regañadientes Ana así lo hizo, estudio contabilidad y guardo registro de su economía, abrió una cuenta de banco y guardo en el en cuanto recibía su sueldo el 10 a 20% de su sueldo.
Al final de aquella gestión veía con orgullo su libreta de ahorro y acariciaba con orgullo la cabeza de su hermano que siempre tendría lo necesario, pero por ella podría saciar un antojo sin culpa en su corazón.