Argumento: Fabio se siente invadido, su cuerpo está repleto de ampollas que duelen con sólo verlas, la fiebre le hace experimentar delirios, al parecer ha contraído un virus. Desconoce la causa de su enfermedad y cada hora que pasa su estado de salud empeora. Está asustado, sus padres deciden trasladarlo a un centro médico.
Trama:
- Sensaciones. Fabio experimenta síntomas extraños en su cuerpo, nota como su energía disminuye y se siente mareado.
- Aparición de ampollas. Nota en su cara pequeñas ampollas que confunde con acné.
- Fiebre. Por la noche empieza a experimentar una leve fiebre que decide ignorar.
- Aumento. Al despertar percibe que algo no anda bien al encontrar su cuerpo cubierto de ampollas.
- Invasión. Experimenta síntomas más graves y empieza a temer por su vida. El virus se ha instalado en su cuerpo.
- Traslado. Sus padres al ver su estado deciden trasladarlo a un centro médico.
- Descubrimiento. El médico le dictamina Varicela, le receta tratamiento.
- Cura. Se recupera con el tratamiento al cabo de dos semanas con algunas secuelas leves.
Relato:
Me encontraba en el salón de clases, era de mañana, como de costumbre la profesora impartía la lección con su carisma distintivo y el bullido de mis compañeros del fondo parecía no perder intensidad, sin embargo, lejos de permanecer alerta a los acontecimientos habituales de mi alrededor empecé a inquietarme por las sensaciones extrañas que surgían espontáneas mi interior, un vértigo sigiloso pero perpetuo se había instalado en mi cuerpo, a mi alrededor todo daba vueltas y parecía no tener la energía suficiente para afrontar el día, pero pude culminar la jornada.
Al llegar a mi casa tomé el café y me recosté un rato para recuperar energía. Por la noche cuando me estaba cepillando los dientes descubrí en mi rostro unas pequeñas ampollas situadas alrededor de mi nariz, lo primero que pensé fue que eran acné y no les tomé importancia.
Cuando me alistaba para dormir empecé a notar como un calor leve colmaba mi interior, aunque era perceptible lo interpreté como una señal de cansancio, por lo que procedí a acostarme con la sólida intención de descansar hasta el otro día.
Al despertar me llevé la poco grata sorpresa de que las ampollas que observé el día anterior en mi rostro se habían sumado también a mis brazos y torso, por lo que de inmediato me sentí alarmado, no obstante, tomé la decisión de asistir al colegio y no comentar nada a mis padres hasta la salida.
Al llegar a la clase noté como los síntomas que había experimentado el día anterior tomaron más fuerza, percibía que la cabeza me iba a explotar y la fatiga y el vértigo me impedían prestar atención a la profesora. Tomé la decisión de solicitar permiso para marcharme a mi hogar ya que sabía que me esperaba un día complicado. Me fue concedido.
En mi casa me empezó una fiebre tremenda que me obligó a permanecer en cama, tenía el cuerpo entumecido, me dolía hasta abrir los ojos, mi cabeza daba vueltas como una ruleta sin freno y mi corazón palpitaba a gran velocidad. Cada hora que pasaba los síntomas empeoraban, empecé a delirar. ¡Temí por mi vida!
Mis padres al observar mi estado de inmediato me trasladaron con prisa al centro médico más cercano. Al llegar al consultorio el médico me realizó una revisión exhaustiva y dictaminó que había contraído un virus común denominado Varicela, mencionó que debía permanecer en casa por al menos dos semanas lejos del contacto con otras personas para evitar el contagio y consumiendo los fármacos que me iba a recomendar.
Así lo hice, durante dos semanas me mantuve aislado cumpliendo las recomendaciones del doctor, sin evitar sentirme molesto por la pesadez y las ampollas que se habían expandido por mi cuerpo, pero resistí con valentía.
Al cabo de ese lapso ya había vencido la enfermedad, aunque todavía tenía las marcas que me había dejado el virus en el cuerpo. Volví a sonreír.
Bien. No olvides el trabajo de corrección. Piensa en el lector.