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RETO 11: Sabor ácido, ¡lo odio!

  • Argumento:

Ella se despierta adolorida, consciente de lo que está a punto de sucederle a su cuerpo. Se dirige apresuradamente al baño, mientras se aventura en una lucha intensa entre lo que quiere y lo que su cuerpo necesita.

  • Trama:

1) Despertar: se levanta de la cama con un intenso dolor de estómago.

2) Lucha interna: trata de evitar vomitar tras mentalizarse que no tiene que hacerlo.

3) La primera arcada: A pesar del esfuerzo, su cuerpo empieza a dominarla intentando que vomite.

4) Posición de prevención: Ante la posibilidad de perder la batalla contra su propio cuerpo, decide colocarse en la posición adecuada para vomitar.

5) Vómito: Su cuerpo vence y termina por arrojar su almuerzo.

6) Tranquilidad póstuma: El vómito ha menguado, ella vuelve a tener control de sí.

7) Llegada de su madre: Su madre la escucha y va en su auxilio, aunque ya no sea necesario.

  • DESARROLLO:

Me di vueltas sobre la cama antes de despertarme por completo. Mis ojos cansados me reclamaron por levantarme antes del amanecer, pero mi estómago ardía de furia obligándome a salir de allí. Como una sonámbula, caminé en la oscuridad hacia el cuarto de baño y prendí la luz. Empecé a sudar. Me senté sobre la tapa del váter y me agarré las sienes con los dedos.

Tranquila, no pasa nada, respira, no tienes que hacerlo, eres más fuerte que esto, todo es mental, me repetí a mí misma. Uno, inspira, dos, tira el aire por la boca, uno, respira, dos…

Los segundos pasaron, mi estómago continúo torturándome pero mi cerebro era más fuerte y no me obligaría a hacer algo que no deseaba hacer. Está bien, estoy bien, todo es mental.

Una arcada repentina echó a la basura mis últimos pensamientos. Maldición. Con un giro rápido, me arrodillé frente al wáter y alcé la tapa rogándole a mi cuerpo a que no lo hiciera. Éste no obedeció sino que me regaló una ola de arcadas más fuerte que nunca. No, por favor, podemos… Mi boca se abrió bruscamente para expulsar aire y no satisfecho con eso, repitió el acto. Todo es mental, por favor, TODO ES MENTAL. Más aire y aire y aire. ¡TODO ES MENTAL!, ¡PODEMOS…!. Mis órdenes no eran nada. Mi paladar adquirió un sabor ácido, mi condena. Me incliné hacia adelante, arrojando todo mi almuerzo sobre unas aguas cristalinas. Traté en vano de detenerme pero, al parecer, no tenía tanto “libre albedrío” como pensaba. Cerré los ojos mientras mi estómago se vaciaba a su antojo, no deseaba ver los nuevos colores de mi comida. Después de segundos largos de tortura, mi cuerpo volvió a mí. Volví a respirar con normalidad y me levanté del suelo. Bajé la tapa del inodoro y jalé la palanca. Las luces de mi casa se prendieron. Mi madre entró por la puerta y me miró asustada.

– ¿Estás bien?- me preguntó.

Me sentía desecha, asquerosa e incómoda, pero también… libre. Me enjuagué la boca con agua y respondí:

– Odio vomitar.

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