Argumento:
Aprendí a disfrutar de los tiempos de quietud al lastimarme mi pie izquierdo.
Trama:
- Parecía un día común y corriente.
- Estaba jugando futbol.
- Caí con todo mi peso en mi tobillo izquierdo.
- Fui caminando hasta mi casa intentando no desmayarme.
- Me frustré porque tenía compromisos y quería salir con mis amigos, pero debía guardar reposo total.
- Mi mamá me compartió que hay tiempos donde debemos estar quietos.
- Cambié mi actitud.
- Disfrute mucho de mi tiempo tranquilo y a solas.
Narración:
Creo que nunca te conté cuando me lastimé el tobillo izquierdo. Fue en una mañana como cualquier otra, habíamos decidido ir al parque a jugar futbol y al detener in intento de gol en mi portería, terminé cayendo con todo mi peso sobre mi pie doblado. El crujido fue tan escandaloso que una chica que estaba cerca pudo escucharlo y se puso pálida al verme caer. Intente levantarme y esperar a que el dolor pasara. Terminé retirándome a mi casa intentando no desmayarme por el dolor mientras daba pasos lastimeros por la calle. Una vez que llegué a casa y avisé de mi herida, me llevaron directo al hospital para hacer los estudios pertinentes.
Aun recuerdo estar en la sala de espera, frustrado por mi herida que hacía obvio mi necesidad de reposo y me generaba un completo desagrado pues estaba acostumbrado a una vida activa y venía un tiempo de exposiciones de talentos en el cual quería participar en la iglesia. Mi madre se dio cuenta del conflicto que tenía y se acercó para decirme algo que permanece en mi memoria: “Dios a veces permite que sucedan cosas que nos detengan para poder estar tranquilos y escuchar lo que Él tiene para decirnos”. Después de escuchar esto, y de los estudios pertinentes, me recetaron lo que más temía: Reposo total. De no haber recibido esas palabras de mi mamá, creo que habría enfurecido a tal grado de arruinar por completo la experiencia.
Cumplí con las indicaciones del doctor al pie de la letra y me confiné en mi habitación donde pude disfrutar de un tiempo a solas, pude evaluar el rumbo que tomaría mi vida y pude enamorarme cada día más de Dios. No tenía excusas para no buscarle. Pude disfrutar de la visita grata de amigos, así como pulir mis habilidades en el dibujo. De haber enfrentado ese tiempo con frustración, creo que habría sido muy distinto, pero al cambiar mi actitud y aceptar que las cosas, por muy malas que sean pueden resultar a favor de aquellos que creen en el Señor, bueno, cambió mi perspectiva y me ayudó a tomar redefinir mis prioridades en la vida. Al final de cuentas, para eso son las pausas, para aligerarnos y darnos la oportunidad de volver a tomar fuerzas para que al reanudar podamos dar todo de nosotros.
Desde una nueva pausa, Carlos.