ARGUMENTO:
Envuelta en el mundo de las drogas, una joven de veinte años es diagnosticada con un complicado trastorno que afectaba seriamente su estilo de vida. Sus seres queridos, preocupados al ver el deterioro de la joven, deciden buscar ayuda, aunque no imaginaban por la travesía que aún le faltaba vivir.
TRAMA:
1. Envuelta en un mundo incorrecto: El consumo de cannabis apenas comenzaba, y empezaba a desencadenar cosas negativas en mi salud mental.
2. Trastorno detectado: El psiquiatra me diagnosticó como Trastorno límite de la personalidad.
3. Farmacodependiente: El medicamento que es parte del tratamiento, se convirtió en un arma de doble filo.
4. Sobredosis accidental: Por descuido e irresponsabilidad, excedí la dosis del medicamento, evidenciando mi terrible adicción ante mis familiares.
5. Clínica de Rehabilitación: Ante la falta de cordura, intentaron hacerme entrar en razón.
6. Mal comportamiento. A pesar de todo el daño ocasionado, empeoraba cada vez más, fui expulsada de la clínica.
7. Horrorosa recaída: Ante toda la situación vivida, seguía envuelta en las adicciones, y cada vez peor.
8. Pedí ayuda: Cansada del deterioro físico y mental, busqué ayuda entre mis seres queridos.
Estaba empezando a vivir un mundo en el que no pertenecía, no comprendía el porqué de la revolución de mis sentimientos, el porqué de mi manera de actuar, mi personalidad estaba perdida y no tenía ni idea de las razones. Apenas empezaba a consumir cannabis, me hacía sentir mejor, aunque mi consumo aumentaba día a día; había algo raro en mí que no me permitía vivir a gusto.
El insomnio cada vez era más insoportable, y ni hablar de la ansiedad porque esta me estaba volviendo loca. Mi familia comenzó a notar un extraño cambio en mí, además teníamos acontecimientos familiares de padecimientos mentales, así que sin dudarlo, me llevaron al psiquiatra. Me diagnosticó Trastorno Límite de la Personalidad, este atrofiaba mi uso coherente de tomar decisiones, me hacía llegar al extremo en todas las situaciones. El médico, como parte del tratamiento, me recomendó asistir a psicoterapias semanalmente, y me recetó algunas medicinas específicas para mi padecimiento. El cual fue un grave error, mi medicamento se convirtió en un arma de dos filos, empecé a sobrepasar las dosis, hasta convertirme en farmacodependiente de las benzodiacepinas.
Y los problemas iban en aumento, tal vez el insomnio y la ansiedad estaban bajo control, pero la adicción empezó a empeorar mi salud física, y lo peor es que alteraba aún más mi comportamiento. Mis defensas estaban muy bajas, me enfermaba a cada rato de cualquier cosa, y mi aspecto físico se empezaba a mirar deteriorado, había llegado a la cúspide del trastorno, dependía completamente de él.
Un día, por descuido e irresponsabilidad, abusé por completo de la dosis, provocando una espantosa sobredosis, que me llevó a parar en el hospital, así fue como mi familia descubrió mi serio problema con las adicciones, comprendieron el porqué de mi desmejoramiento después de todo este tiempo trascurrido, a pesar de “seguir al pie de la letra” el tratamiento recomendado. Estaban desesperados, sabían que mi vida corría riesgo, buscaron ayuda para mi, y me internaron en una clínica de rehabilitación a las afueras de la ciudad, con la esperanza de recuperarme. Yo no aceptaba mis errores, a pesar de estar seriamente afectada por ellos, ni mi adicción pues la creía necesaria, ni mucho menos mi trastorno. No tenía ningún interés por cambiar, por estar mejor, así que por un mal comportamiento, fui expulsada de la clínica antes de concluir el tratamiento.
Me sentí incomprendida por todo el mundo, quería escapar de la vida y drogarme con “mis amigos”, pero ante mi mala conducta y el riesgo que corría, mis padres tomaron la decisión de anexarme en un lugar muy lejos de mi Estado, con un grupo de mujeres sumamente religiosas. Tal vez el encierro, la lejanía, y el mal trato vivido en ese lugar, me hicieron recapacitar en mis actitudes, al verlo así, mi familia me regresó a casa sin haber concluido el tratamiento, aunque con un peso menos encima, confiando en mí, nuevamente.
Pero en realidad, yo no estaba nada bien, sólo aparentaba. La adicción se había convertido en un infierno, no podía controlarla, pero había aprendido a ocultarla; empecé a recaer cada vez más en lo mismo, mi salud mental ya estaba bastante afectada, era común desvariar, tanto como mi salud física, siempre estaba agripada o era atacada por alguna bacteria estomacal. Totalmente agotada, no podía permitirme un desmejoramiento más en mi persona, estaba desesperada por controlar mi adicción, y sin más, pedí ayuda. Gracias a Dios, y a mi familia, fui internada en una Clínica especializada en adicciones, era de las mejores del país, pero esta vez todo era diferente, iba decidida a recuperarme, tenía la actitud correcta, quería salir de ahí limpia y sana. Tuve muchas actividades que me ayudaron a rehacer mi diario vivir, también asistía a psicoterapias diarias donde recibía consejos de profesionales especializados, y empecé a adquirir valioso conocimiento acerca del irreversible daño que ocasionan las drogas; mi recuperación avanzaba de manera extraordinaria.
Regrese a casa liberada, diferente, estable, fresca, con un comportamiento manejable, y unas ganas inmensas de vivir cosas nuevas para avanzar. Reconozco que fue un largo y complicado proceso, que a final de cuentas me llevó a comprenderme. El trastorno empezó a moderarse, era más controlable, aprendí a vivir un día la vez, a disfrutar al máximo los momentos del aquí y ahora.
Falta mucha corrección al texto. Recuerda leerlo en voz alta, ver que todo cobre sentido. EN cuanto a argumento, tienes un gran tema, pero no lo presentas de manera ordenada, que atrape, ¿Dónde pondrás la lupa? Si lo del cannabis desata lo otro, es necesario, sino sobra, pero si es necesario, debes mostrarlo en el texto.