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Reto 11 La “paya” :)

Argumento

Después de unos meses viviendo sola, a Davi le empiezan a preocupar sus dolores de cabeza y mareos. Visita al médico sin que sus prescripciones hagan efecto para calmar su malestar. En su búsqueda para su mejoría, se dará cuenta que su cura estaba lejos de una clínica profesional de medicina occidental.

Trama

1. Volver de clases de natación

2. No duermo esa noche de dolor

3. Voy al médico y me prescribe

4. Tomo los medicamentos sin obtener mejoría

5. Viajo a la casa de mis padres

6. A mi llegada me encuentro con una anciana pastora

7. La misma anciana le trae unod envases con infusiones 

8. Mi madre me hace beber y me pone gotas a los oídos de aquellos envases

9. Al día siguiente me siento como nueva

10. Quiero ir a agradecer a la anciana

 

Texto

Salí de la clase de natación, a la que me inscribí hace un par de meses atrás para relajarme del estrés de los estudios.

Al llegar al departamento me fui de frente sin cenar a la cama, el dolor en la cabeza era tan fuerte que quería estrellarla contra la pared para ver si tal vez así creaba un dolor más intenso que me haga olvidar de este otro.

Ya con sol arriba y desvelada, llamé a mi madre para decirle que eran varios días de dolor y que ese día visitaré al doctor. Ella me recomendó una clínica para que no tenga que padecer la espera en una de Seguro Social.

Llegué a dicho lugar y mi andar era como si me estarían moviendo el piso. Saqué cita con un médico general que me atendió al instante.

Él me preguntó cómo estaba, y como si fuera mi psicoterapeuta le conté toda mi tensión de estudiante viviendo sola en una nueva ciudad. Él –muy inteligente –ahorró su tiempo, hizo que me pare, me tocó aquí y allá. Su brillante conclusión: “Estás sana, debe ser el estrés. Te recetaré estas pastillas anti estrés para…” –lo demás es cuento –.

Tomaba las pastillas en el horario que me dijo aquel doctor –al menos pude dormir–, pero los mareos seguían y el dolor volvía por ratos dándome náuseas.

Mi madre –siempre pendiente –ya cansada de escuchar mis quejas todos los días, me dijo: “¿Te vienes o voy?”. Así que fui.

Tomé el primer vuelo al pueblo de mi infancia. Cuando llegamos a casa y bajaba del auto, una paya (anciana) pasaba por la puerta y se acercó a saludar a mi mamá. Hablaron en quechua, pero pude adivinar por la cara de preocupación de ambas que mi madre le estaba contando sobre mí. La paya se me acercó –con cariño –me tocó la cabeza, observó detenidamente mi rostro, mi cuello, mis manos y se alejó indicando a mi madre que volvería luego.

Lo único que quise hacer llegando a mi habitación, fue tomarme un par de esas pastillas recetadas y dormir hasta que el dolor desaparezca.

Escuché a mi madre tratando de despertarme junto con la paya que había traído unas infusiones en botellas pequeñas. Me hicieron tomar un poco la infusión de una de las botellas para combatir la fiebre y luego, me pusieron gotas del envase más pequeño en mis oídos. Yo por mi cuenta –somnolienta –estaba a completa disposición de que hagan de mí lo que querían.

Desperté con esa sensación de no saber qué siglo es o dónde estoy o quién soy. Pero algo era claro, podía mover la cabeza sin sentir que el mundo me pesaba o daba vueltas. Entró mi madre al cuarto trayendo algo de comer (no sé si era para ella o para mí) y lo devoré sin sentir esas náuseas de días pasados. No necesité decir cómo me sentía porque era obvio.

Estuve un par de días más dejando que mi madre me ponga esas gotas en los oídos. Una infección aguda al oído. Eso era. Descubierto por la señora que pasteaba el ganado. Una curandera que abracé y llené de besos cuando la busqué a su casa para agradecerle por su predisposición conmigo.

 

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romina
3 años desde

Bien, pero nos falta trabajar la corrección. Leer con atención.

Ana Elena
Ana Elena
3 años desde

La anciana te curó, gracias a sus remedios herbolarios, ya que el médico demostró tener poca ética.