Argumento:
Adriana es devota practicante de natación. En el agua se deja llevar y olvida las constantes críticas de su familia y está a punto de lograr el famoso estilo mariposa. Pero un día, una mala decisión lesiona su espalda, amenazando no sólo con borrar su sueño acuático sino también con extinguir el aire que respira.
Trama:
1. Falso poder: Adriana termina su tercera práctica de natación de esa semana. Tiene facilidad.
2. Soberbia: Quiere avanzar más rápido y decide tomar una sesión de fisioterapia, aunque no la necesita.
3. Infortunio: Dos días después, siente dolor. Intenta ignorarlo, pero no puede. Le cuesta respirar. Decide ir al doctor.
4. Karma: El médico le da su radiografía y una advertencia.
5. Resiliencia: Adriana piensa en las palabras del doctor y de su entrenador. Acepta que la lesión es su culpa.
6. Superación: Se recupera. Va a natación, pero no se mete al agua. Le pide a su entrenador conversar y le hace una propuesta.
Relato:
Lesión kármica
El viernes era el día favorito y el más triste para Adriana, ya que solía ser su última práctica de natación semanal. Pasaron seis meses desde que inició y se convirtió en devota de este deporte. La facilidad con que sus brazos “rasgaban” el agua, así como su velocidad, recibían constantes elogios por parte de su instructor y de alumnos más avanzados.
Los halagos no eran habituales para ella, pero en contraste con las críticas hacia su vida por parte de su familia, los aceptaba, embriagando su alma de poder y grandeza.
Era buena sí, pero no estaba satisfecha. Le faltaba por dominar el estilo mariposa y en su frustración, estaba yendo más lento que otros de su clase. Mientras salía de su carril, escuchó a un muchacho de mayor nivel decirle a otro sobre cómo “la fisio” le ayudó a mejorar en la brazada de la mariposa. Esas palabras eran justo lo que deseaba. Luego de secarse y tomar un Uber a la clínica de su seguro, pidió a la fisioterapeuta una sesión para su espalda.
Extrañada con esta petición, le cuestionó si tenía alguna dolencia; sintiéndose increpada, su semblante cambió y sólo se limitó a decir que era por cansancio del deporte. No muy convencida, la terapeuta mejor prosiguió con los masajes en sus escápulas sin más preguntas.
Dos días después…
Mientras cocinaba el almuerzo, un dolor tan punzante como una bala atravesó en seco su espalda. Trató de ignorarlo asumiendo que era por la práctica pasada, pero al notar que no podía, el temor comenzó a carcomerla: las paredes se movían, tosía secamente y le costaba respirar. Sin saber cómo, tomó su celular para llamar un Uber y se fue directo al hospital.
Luego de una radiografía y un combo de Conrelax y Montelukast, el médico preguntó si había hecho algo fuera de lo normal, ya que el hueso de la escápula estaba tan inflamado que oprimía su pulmón y cervicales. En shock por esta revelación, le recitó su agenda y cuando dijo “fisio…” el doctor supo que dio en el blanco. En su expediente no se mencionaba dolencia previa que requiriera una sesión de ese tipo y después del regaño por automedicarse, le pidió reposo absoluto por una semana.
“De lo contrario, necesitarías tratamiento pulmonar permanente”, esa advertencia resonaba en su cabeza como un memorándum de su vanidad.
Después de enviar un correo a su entrenador sobre lo ocurrido y haber leído una respuesta robusta sobre cómo no es bueno hacer más caso a los alumnos que a ellos mismos, Adriana meditó y cayó en cuenta, mientras reposaba, que tenía toda la razón: sino hubiese sido tan soberbia, ahora estaría disfrutando de la frescura del agua, riéndose de su absurda habilidad para flotar y, ante todo, siendo ella misma.
Pero no, casi se lesiona el hueso y por poco compromete su pulmón. Respiró y con vergüenza de sí misma, aceptó lo obvio: era la única responsable.
Luego de completar el reposo y acatar la receta de anti-inflamatorios, su médico autorizó el re-ingreso a natación. Aunque eso le alegraba, decidió hacer las cosas diferente. Después de la valoración, ingresó al recinto y su entrenador notó que no traía el maletín de siempre. Ella le pide cinco minutos y le confiesa que antes de poder retomar el entrenamiento necesitaba aprender algo aún más importante para no repetir aquella adversidad física.
Y la sonrisa de orgullo de quien puso su fe en ella desde el inicio, fue más grande cuando Adriana le pidió ayuda, para dejar su vanidad y ego fuera de la piscina.
Argumento y trama muy bien, nos falta más trabajo de corrección en el texto.
Gracias Romi 😄. Con la corrección he tenido problemas pero es de seguir puliendo. Me cuidé de no repetir palabras (reto anterior) y corté lo que no servía. Pondré más atención 😊
Me gusto,
ya que aveces debes pasar por un proceso de quebrantamiento para admitir que necesitas ayuda de expertos y no guiarte a comentarios de personas que no tienen ni la mas mínima idea del tema, te ayuda a analizar con quienes debes escuchar y poner atención y que comentarios ignorar muy buena lección de vida.