Marzo 2013. Estaría por cumplir mis 19 años, la iglesia estaba aún en conclave. Tenía la incertidumbre debido a la renuncia de Benedicto XVI, antes de ese evento no sabía que se podía renunciar al cargo. La noticia fue emitida el mes anterior, mi madre estaba en la parroquia apoyándome en algunas actividades porque aun dirigía al grupo de monaguillos cuando el párroco nos dio la noticia. No unimos en oración para pedir que sea electo el mejor cardenal según la visión de Dios. En los noticieros se trasmitía las emisiones de humo que arrojaba la chimenea, el color negro significaba que no hay acuerdo y el color blanco significaba que ya habían llegado seleccionado al nuevo sucesor de Pedro.
Llego el día de mi cumpleaños y el conclave continuaba, celebramos normalmente y al día siguiente en el televisor se da la noticia, se ve el tan esperado humo blanco, los noticieros inmediatamente difundieron la escena y la frase “tenemos papa” Jorge Mario Bergolio había sido elegido como líder de la iglesia. ¡Se trataba de un latinoamericano, uno de los nuestros! Mi madre me abrazo y grito “¡Habemus papam!” Celebramos que Dios permitió su elección. Desde que se dio la noticia toda américa latina celebro este suceso. Y el nombre de Francisco lo adopto debido a una frase que se le menciono durante el conclave “No te olvides de los pobres”. Estábamos seguros de que vendrían muchos cambios en el seno de la iglesia y hoy podemos decir “Se necesita la visión de Dios y el coraje de un hombre para hacer cambios en el mundo”
José Can