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Reto 10 “El año del 10”

10… 9… 8… 7… 6… 5… 4… 3… 2… 1… ¡Feliz 2010! Se escuchó gritar a todo pulmón, en la radio y televisión. 2010 mi año favorito. Además de que el número 10 es un número genial. Este año me encantó. Estaba en la secundaria, plena adolescencia, las hormonas se sentían brotar en el aire. Tener teléfono celular era un lujo y un premio, mucho más un “Sonyericson” que tuviera cámara con flash. El boom del “Messenger”, como olvidar la emoción de llegar a casa para “conectarte” y “chatear” con tus amigos; si no te respondían rápido era genial enviar un “zumbido” que hacia vibrar todo en la pantalla y sí que llamaba a la atención.

Ir a clases era la rutina habitual y la forma más divertida y emocionante de pasar el chisme era por medio de papelitos, que intercambiábamos cuando el maestro se volteaba, “Tun tun turun tun tun” (Como la canción de misión imposible) se escuchaba en mi mente, cuando el mensaje debía llegar al otro extremo del salón y pasar por muchas manos de ida y vuelta, todo solo para un mensaje y una respuesta; esperando a que el maestro no nos cachara en plena “movida”. Los corazones de todos se escuchaban latir en cada garganta al pasar la nota y saliva lento, para ser imperceptibles. No nos cachó. Misión cumplida.

Salir al receso y juntarse en bolitas (niñas y niños sentados en el suelo en circulos), comprar en la cooperativa de la escuela e intercambiar invitaciones para los 15 años de tus amigas, planearlos y presumir como sería el vestido de cada una, era sin dudarlo el tema preferido entre amigas.

Maravillosos 15 años, la inocencia de la infancia transformándose en la más tierna juventud era una sensación de vitalidad que me hacia sentir imparable. Entrar a la prepa, que de camino me llevara mi papá con el radio encendido y entre canciones escuchar los spots de radio anunciando “la ruta don vasco 2010”. El centenario de la revolución y el bicentenario de la independencia tuvieron lugar ese año en México, todo el país estuvo de fiesta, las calles limpias y los letreros nuevos de calles y avenidas, se veía todo tan fresco y cuidado.

Llegar a la escuela y sentirte libre ya no usar uniforme, vestir a placer día a día, genialidad sin lugar a dudas, por si eso fuera poco la prepa era un campus rodeado de bosque dentro de la gran ciudad. Aire fresco disponible entre clases, y un día de campo seguro en cada receso.

Los mejores amigos estuvieron ahí, verdaderos, únicos, todos tan unidos y empáticos, solidarios. El estilo hippie fue la onda para mí, relajada, con cabello suelto y sandalias, pantalones holgados y un morral de lado, era inmensamente feliz. Nada me detenía.

Dulce Ruiz

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romina
2 años desde

Muy bien el marco temporal, ahora a enfocarte en la corrección.