Llegué al salón de clase apresurado con el temor de ser regañado por la maestra, llevaba 10 minutos de tardanza. La puerta se hallaba entreabierta, las voces y risas escandalosas hacían suponer la ausencia de alguna autoridad que calmara el barullo, ingresé sin hacer ruido, me acomodé en el lugar de siempre a nadie parecía importarle mi presencia, varios alumnos estaban alrededor de Fernando, mi mejor amigo, al verme levantó las manos dándome señales para acercarme, caminé hacia el tumulto sin mucho interés, conocía a mi amigo le fascinaba llamar la atención, pensé por un momento que me mostraría orgulloso lo poco que le faltaba para completar todas las figurillas de su álbum del mundial Sudáfrica 2010, del que todos hablaban a diario. Sobre la mesa se encontraba una pequeña caja rectangular, ¿era cierto acaso? Todos esperaban que Fernando lo abriése y mostráse lo que había dentro, levantó la tapa y se logró ver la pantalla negra reflejando nuestros rostros perplejos, realmente lo era, recuerdo haberlo visto sólo en los comerciales de tv, tan inalcanzable, aquel móvil era casi mágico, ver la pantalla moverse sin botones nos dejaba boquiabierto, de esa manera mi mejor amigo nos compartía su regalo de cumpleaños, un celular que en aquel tiempo era motivo de asombro la primera generación con pantalla tactil.
Desde ese día nos convertimos en actores, la grabación de video nos permitía guardar muchos momentos divertidos para la posteridad, desde supuestos encuentros paranormales hasta la vez que nos persiguió una jauría embravecida, nada escapaba del ingenio que teníamos para recrear alguna situación interesante, nuestro intento de ser estrellas en la red se vio afectada al limitado acceso a la Internet de aquel tiempo y lo costosa que era.Tantas hazañas increíbles y chistosas grabadas actualmente en nuestras memorias.
Nos falta más del contexto. Lee el capítulo en el libro.