Lo mejor de mi semana. (Primera persona)
Al mediodía del lunes me encontraba en mi habitación haciendo el aseo compulsivamente, levantando la cama, barriendo las paredes, empolvándome la cara, pero más que nada limpiando mi alma. La noche anterior había decidido darme por vencida en el taller de escritura porque estaba retrasada con dos escritos, tenía trabajos pendientes de la maestría y sobrecarga de trabajo. Chasqueé la lengua, finalmente entendía que no tenía tiempo suficiente y que a nadie le importaría. Sonó el teléfono, contesté de mal humor, una voz amigable y pasiva preguntó que cómo estaba, ¡¿Cómo estaba?! ¡Pues claro que fastidiada, abatida, decepcionada! Escuché su suspiro a través de la línea seguido de estas palabras: “Amor, baja, vine a traerte algo”. Me asomé por la ventana, él estaba ahí de pie, tenía sus gafas puestas y un cubrebocas escondía la mitad de su cara, pero inequívocamente era él, reconocí su postura llena de paciencia. Me miré, no estaba lista para recibirlo, estaba sucia, mal vestida, despeinada e inmersa en una tormenta emocional. Alguien de mi familia abrió la puerta y lo dejó pasar. Se acercó a mí, me dio un abrazo. Mis brazos permanecían caídos, no tenía la menor intención de rodearlo. Se apartó, abrió el cierre de su mochila, sacó un empaque azul y lo extendió hacia mí como un príncipe que se declara a su doncella: “Amor, he venido a verte y a traerte las galletas que tanto te gustan, anda anímate, no te des por vencida, acuérdate que soy tu fan y que te amo, nunca pienses lo contrario”. Las nubes negras de mi tormenta fueron ahuyentadas de pronto, empujadas por los vientos de una sonrisa impuesta por ese caballero que con su presencia desvanecía mi fastidio, me hacía descansar y me animaba a continuar pese a los obstáculos del camino.
Lo peor de mi semana (Segunda persona)
Ingresó al estacionamiento de la empresa, aparcó el auto de reversa, se aseguró de colocar el parasol y descendió a prisa. Buscó al personal administrativo para que la ayudara a resolver una inconsistencia con hacienda. El contador de la empresa no estaba en su sitio, por lo que tuvo que ir a la sala de espera. Volvió a revisar su correo electrónico, repasando la notificación del SAT para exponer que la empresa no reconocía una relación laboral con ella y en el aviso ponían que era necesaria una constancia de los pagos y las retenciones de ISR, ojalá hubiera estudiado contabilidad, pero ese no era su fuerte. Cuando acabó de repasar el conflicto, levantó la mirada justo a tiempo, pues el contador caminaba hacia la salida. Decidida lo encaró, le tapó el paso. Él la miró y con disgusto preguntó qué se le ofrecía. Le expuso el caso, él contestó que ese no era su problema, que no tenía caso explicarle si de todas maneras ignoraba las circunstancias de economía y hacienda, siguió su camino, desapareció en la puerta rumbo al estacionamiento. Ella se sentía frustrada, pues era una injusticia, era cierto que era ignorante en ese campo, pero también lo era que para esa empresa prestaba un servicio y merecía orientación. Se dirigió a la dirección, la atendió alguien de asuntos jurídicos quien solamente decidió que al concluir la contingencia darían espacio para la resolución del conflicto.
Lo que espero de la siguiente Semana
¡Hola cuerudo Tamaulipeco! Espero que no te ofendas, pero es que cuando vi que en tu perfil decía Cd. Victoria, Tamaulipas, fue lo primero que vino a mi mente. ¿Cómo estás Richard? ¿Cómo te va en la cuarentena? He leído tus escritos y me imagino que como eres tan ávido de la lectura estarás aprovechando bien tu tiempo. ¿Sabes? Te elegí porque creo que entenderás mi ansiedad por ser buena estudiante y por obtener una calificación satisfactoria. Para darme a entender mejor, debo decirte que a mis 31 años curso una maestría en Geriatría. Geriatría es una rama de la medicina muy bonita, que trata sobre los padecimientos de las personas mayores. ¡Pero Dios! Esto de las clases en línea es un suplicio… es una molestia participar veinte alumnos en una conferencia en la que la conexión se vuelve lenta y la voz del ponente se entrecorta. Vemos al maestro sí, pero las exposiciones de temas y los comentarios se vuelven un desorden y al finalizar la sesión queda el dolor de cabeza. Créeme que me esfuerzo para sacar adelante todo, por eso esperaría que la próxima semana, pueda ver una calificación aprobatoria en mi boleta. Así mismo espero que mi paz y espiritualidad estén de vuelta porque esta semana parece como que empecé con el pie izquierdo, pero no importa, trato de convencerme de que continuar no es una opción, sino una obligación. Antes de despedirme, quiero felicitarte por ser tan buen lector, estudiante dedicado y escritor. Te animo a que tampoco quites el dedo renglón, acuérdate de nuestro hermoso huapango “El Tamaulipeco”: “Soy puro Tamaulipeco y de Tamaulipas vengo, y de Tamaulipas vengo, soy puro Tamaulipeco. Yo no vengo a ver si puedo, sino porque puedo vengo, donde quiera lavo y plancho y en cualquier chaparro tiendo”. Un saludo afectuoso desde Altamira, Tamaulipas.
Katia Mava
Muy buen trabajo.
Gracias Romina.
¡Muchas felicidades Katia!
Disfruté muchos tus escritos en cualquiera de las tres formas gramaticales.
¡Sigue así!!
Muchas gracias por leerme Alkysirez 😀