Pasado. (Buen Amigo)
No juzga
Dhierich recordaba muy bien aquella noche. La oscuridad parecía estar conectada a él. La niebla era densa y el clima muy frío. Todo a su alrededor guardaba silencio. Había pasado casi un año y medio desde que se retiró del nido familiar. Tenía veintiún años.
La soledad era su amiga. Las paredes del apartamento sus confidentes y el sonido de un viejo aire acondicionado, ensordecía todo. No lo dejaba escuchar sus pensamientos, y eso a veces, le parecía perfecto. Era temporada de lluvias y Dhierich deseaba que los torrenciales aguaceros inundaran su espacio. Había estado atravesando situaciones muy duras. Le ardía en dolor el alma. Sentía que había sido abandonado por sí mismo, cosa que hacía aún más difícil los días.
Se fue de casa por una equivocación trágica, su madre no lo deseaba, pero él, quería hacer las cosas a su manera.
Una tarde luego de llegar de un viaje de trabajo, entró al apartamento con los ánimos por debajo del suelo. La vida le estaba sacudiendo desde distintas direcciones. Ya no podía seguir destruyendo más su vida. Aquella tarde se volvió noche, un golpe de depresión le tiró al suelo. Estaba teniendo una relación que iba en contra de todos sus principios. Como si fuera poco, destruía su vida con fiestas y mucho alcohol para acabar con el vacío. Uno que se hacía cada vez más grande.
Se desplomó en la cama y lloró hasta no poder más. Era consciente que estaba desperdiciando la vida en cosas que no valían la pena, el enfoque estaba desorientado. Su brújula perdió el norte y se dejó enredar por los placeres de la vida.
Aquella misma noche decidió recoger sus cosas para irse lejos del lugar en donde sintió que perdía la vida, sus días. Dudó qué hacer, quería dejarlo todo y levantarse de esa pesadilla que él mismo decidió crear. Los fantasmas estaban fortalecidos. Las dudas parecían llevarlo arrastrado por la corriente del más caudaloso río, pero, una llamada milagrosa calmó sus dudas. Era su gran amigo desde la infancia, interesado en saber de él. Por mucho tiempo se había desaparecido de sus personas más allegadas.
Le contó cómo se sentía. Él, muy atento escuchó y dijo que pasaría a buscarlo.
Cuando llegó, pasó al apartamento y miró todo empacado, también cosas que a simple vista se notaba que las estaba dando por perdidas. Le ayudó a cargar todas las cosas y salieron. Preguntó a dónde se dirigían y sin respuesta convincente le dijo “llévame a un hotel”. Al parecer comprendió lo que ocurría y le dio las palabras más correctas que un amigo puede dar en momentos de angustia.
Dhierich estaba avergonzado por su fracaso, no pensaba llegar a pisar su casa otra vez. Al menos no durante un largo tiempo.
Sus palabras fueron increíbles. Simples, pero muy directas. Le dijo que su madre jamás cerraría las puertas de casa para él, que reconociera sus errores. Sabía claramente que una madre no juzga.
Sin decir más nada, se dirigió a casa de Dhierich y cuando llegaron, la melancolía lo hizo llorar. Su amigo Javier llamó a su madre y le dijo “Aquí le traigo a su hijo, mi amigo que tanto extrañaba”.
Presente. (Una Falsa Amistad)
Vaya miserable persona
Camino de un lado a otro agarrando fuerte mi cabeza con ambas manos. Si continúo así el piso terminará con una gran zanja y yo de seguro no tendré cabello.Por dentro crece un fuego que no quema, pero si me consume. No comprendo por qué a mí me ocurren cosas tan desafortunadas. A mí que doy todo, aun si eso implica quedarme sin nada.
Han sido más de quince años los que llevo de compartir con el negro. Siempre lo consideré alguien leal. Pasaba la mayor parte del tiempo libre en mi casa. Dormía en mi habitación. Comía en mi mesa. Disfrutaba cada lujo de los que me doy. Mi dinero siempre fue el de ambos.
Con él platicaba sobre mi relación para recibir consejos, así como yo lo aconsejaba. ¿Cómo pudo mi mejor amigo romper nuestra lealtad? Teníamos un código de hombres, más que de amigos. Ese mismo código que se pasó por los cojones. ¡Vaya miserable persona! ¿Cómo podía sostener su mirada al hablarme? Se acostó desde siempre con mi novia. Bueno, quien era mi novia.
A decir verdad, me duele, pero de ella, tal vez, pude esperarlo. Sin embargo, no de mi amigo.
Hoy camino halando mis cabellos y no es que se me imposibilite superar lo ocurrido. Es que la rabia me atrapa al pensar en que malgasté todo lo bueno que di. La rabia llega porque ahora me cuesta volver a confiar.
-Dhierich Jarwell
en el presente revisa los verbos