Eran las 8 de la noche exactamente, parada frente a ti con el rostro débilmente herido por tu partida, me pedían que sonría, pero como podía hacerlo si tu ya no estabas más. Llego el siguiente día donde no tenia esperanzas de querer vivir sin ti, acudían todos a brindarme un abrazo mientras me clavaban una estaca en el corazón, fue una sensación de agotamiento que acababa conmigo lentamente hasta dejarme sin respirar, aquel día mi lecho se simulaba a un lago de llanto perpetuo, el nudillo en mi garganta me dejaba sin respirar pensé que ya no vería el siguiente amanecer.
Recuerdo que la plebe me contemplaba nutridos de lastima al observar mis lagrimas ensangrentadas de dolor, como poder expresar que tan grande era mi aflicción.
Hoy en día me paró a observar los amaneceres que me recuerdan tu sonrisa, tus cabellos blancos, tus abrazos que me llevaban a otro universo, acompañadas de un suspirar que llenan mis pensamientos de tu belleza interior que te hacia brillar.